Castigados

jueves, 20 de septiembre de 2018 00:00
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Hoy es el Día del Jubilado porque para esta fecha, en 1904, se sancionaba en Argentina la Ley 4.349 de Jubilaciones para Empleados del Estado.
Aunque la etimología del término sugiera que la jubilación equivale a una etapa de júbilo y solaz, la realidad del país ofrece un panorama muy distinto, más cercano a las penurias y al abandono que al relax.
Con una economía que mantiene en jaque a los sectores activos y productivos, nada cuesta imaginar la situación que enfrentan quienes ya se retiraron del circuito laboral.
Se trata sin embargo de un problema más profundo que el sugerido por la simple aritmética, porque en realidad existe un sistema solidario mediante el cual los aportes que realizan los trabajadores deberían destinarse a que no sufran sobresaltos quienes ya no ejercen sus empleos.
Y lo cierto es que el Estado -no distingamos banderas políticas porque casi no hubo Gobierno que no cometiera este pecado- recurrió invariablemente a esa caja de reservas para darle destinos diferentes, inmediatos y muchas veces cuestionables.
Hoy, lejos de la protección, los jubilados aparecen entre los sectores más vulnerables. Son víctimas de toda clase de atropellos.
Sus ingresos se recortan y desvalorizan al paso de la devaluación monetaria. La pérdida del valor adquisitivo los impacta doblemente por el incremento de tarifas y de los medicamentos que necesitan. Son además carne de cañón para delincuentes y estafadores que se aprovechan de ellos y también de organizaciones cuasi delictivas que los sepultan en préstamos usureros para lucrar con sus necesidades.
Dice mucho de nuestra sociedad cómo viven nuestros adultos mayores. Y quienes no se ocupen de luchar por modificar estas inequidades... las vivirán en carne propia al cabo de algunos años.
 

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