Hace 2 meses, por un canal de aire, el fiscal Santos Reynoso afirmaba que la causa contra el ministro Dusso, iniciada por el empresario Jorge Marcolli estaba completada en un 80%. Era cierto. Tenemos esa grabación. Cómo no iba ser cierto si todos los empresarios que, según Marcolli, pudieron haber pagado coimas, negaron tal aserto en sede judicial. Cómo no iba a ser cierto, si la cuenta bancaria que se abrió para que el gobierno nacional, en 2004, depositara los fondos para la construcción de la vivienda fue autorizada por Brizuela del Moral en el convenio del Plan Federal. Cómo no iba a ser cierto si el propio fiscal habría comprobado que el avión que venía a retirar la supuesta coima era en realidad un vuelo de línea.

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Es cierto. Trabajó arduamente el doctor Reynoso hasta finales de julio y, con el 80% de avance, se aprestaba a tomar una resolución sobre la llamada “Causa Coimas”, que la inventó alguien para embarrar a quien (Dusso) en 2003-2004 no era funcionario del gobierno que, como manda la ley, hizo todos los arreglos con el kirchnerismo. Esto último, por las dudas, lo afirmó el propio Jorge Marcolli, quien cargó contra “Eduardito” Brizuela del Moral y Pedro Molas, los funcionarios que le quitaron una obra adjudicada argumentando cuestionamientos formales. También, por las dudas, tenemos el audio donde Marcolli relata al periodista Ariel Brizuela cómo lo perjudicaron hace 3 lustros.

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Todas las fichas apostaban a la falta de mérito con el 80% de la instrucción de Reynoso. Fue cuando surgieron los “cuadernos”, la pista que podía relacionar a Dusso y las empresas (la mayoría de raigambre radical) con la denuncia de Marcolli. Se hizo, entonces, lo que correspondía. Exhorto a Stornelli pidiendo datos de una hipotética coima catamarqueña. Las respuestas dejaron a la causa huérfana de toda prueba concreta. Claro, alguien la inventó y pretendería argüir que el 80% de instrucción, en realidad, fue avance de certeza, lo que nunca afirmó Reynoso. La historia sigue. También nosotros, como mensajeros de claridad.
El Esquiú