6 de setiembre

Apuntes del Secretario

jueves, 6 de septiembre de 2018 02:09
jueves, 6 de septiembre de 2018 02:09

La interna nacional del oficialismo, que repercute a lo largo y ancho del país, tuvo esta semana un pico de alta tensión. Fue cuando la diputada nacional de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, emergió con un nuevo exabrupto al recordar los trágicos sucesos de 2001 que terminaron con la salida del poder del expresidente Fernando de la Rúa. Después de 17 años y en plena batalla de egos –al menos por su lado- con la UCR, el partido que la eyectó a la política cuando nadie la conocía y con el cual conforman dos de las tres patas de la alianza Cambiemos (la otra es el PRO), la chaqueña salió a acusar a los expresidentes Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín de haber sido los motorizadores de la asonada que terminó con muertes y anarquía institucional. La expresión, fuera de todo contexto, tuvo efectos fulminantes en todo el arco político. En un primer momento, la prensa adicta al gobierno guardó silencio y buscó minimizar el escándalo, pero resultó imposible dejarlo de lado. Por lo que representa hoy en día Carrió y por la envergadura de las figuras a las que, con saña, aludió. Por cierto, se trata de viejas cuentas que los resentimientos buscan saldar.

El pleito con Duhalde es más conocido y más reciente. Recordemos que lo acusó de ser la cabeza del narcotráfico en la Argentina y, como casi todas sus presentaciones judiciales, terminó en la nada por la ausencia de pruebas fehacientes. Lo de Alfonsín, al presentarlo como un golpista, aparte de increíble, fue una estocada contra sus “socios” radicales, a los que dos meses atrás acusó de misóginos, aparte de advertirles que harán lo que ella decida a la par de Macri. Si esa situación fue un ultimátum para la cúpula radical, lo de agredir a su máxima figura y referencia de honestidad de toda la clásica política, superó los límites imaginables. Es que ni en el peor de los desvaríos alguien puede ubicar a Raúl Alfonsín como un golpista cuando es realidad es considerado como un verdadero padre y símbolo de la democracia, rango que avala con ejemplos y una vida de probidad. La gravedad de lo expresado por esta diputada que habla de todo y guarda silencio en el Congreso, donde debería hablar y estar presente, movilizó un pronunciamiento de la convención nacional del radicalismo que no tiene desperdicios. En unos de sus párrafos de repudio dice “sabemos que Carrió es igual a Cristina Kirchner porque solo una psicópata, con complejo de inferioridad y bipolar, puede mentir constantemente para provecho propio”.

El enfurruñamiento de la legisladora, conforme pronostican los que saben, habría marcado la ruptura definitiva de la Coalición Cívica con la UCR, colocando al presidente de la Nación en el incómodo lugar de ser el árbitro de una pelea que no tiene regreso. Los efectos políticos de esta disputa podrían reflejarse en los próximos tiempos y las turbulencias llegarían a Catamarca, donde por ejemplo el representante de Carrió –Rubén Manzi- persigue la candidatura a gobernador para 2019, pero depende enteramente del apoyo que pueda recibir de los radicales. Más de uno de éstos, influido por la conducción nacional de la UCR o por el solo hecho de sentirse agraviado por el gratuito ataque a Alfonsín, podría revisar sus posturas y pensar cómo llevar adelante una campaña política donde la armonía societaria ha sido herida de muerte. Sin dudas, los ladrillos están sueltos y no hay mezcla que los amalgame.

El paso de los años y los acontecimientos de la política provocan cambios de nombres y posiciones. Uno de los sufre ese fenómeno, dentro de la UCR, es el senador nacional Oscar Castillo. Hace 20 años atrás, cuando todavía portaba las cucardas de gobernador y líder de la UCR de Catamarca, era al mismo tiempo un dirigente nacional de primera línea. De hecho participó del Pacto de Olivos, que alumbró la reforma de la Constitución Nacional, y fue uno de los exponentes principales de la campaña que llevó a Fernando de la Rúa a la presidencia de la Nación. Hoy, a pesar de ser un senador de dilatada trayectoria, ni figura en las mesas donde su Partido discute los destinos de la Nación y los suyos propios. Durante el fin de semana que pasó, a la hora de las deliberaciones sobre la crisis y los eventuales cambios de gabinete, resaltaron los nombres del exsenador Ernesto Sanz, de los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Gustavo Valdez (Corrientes) o de los actuales senadores Luis Naidenoff (Formosa) y Angel Rozas (Chaco) o del diputado cordobés Mario Negri. El de Castillo, lo repetimos, ya no es tenido en cuenta como en los gloriosos años 90 del Frente Cívico.

Ya no habrá sorpresas en las negociaciones futuras del peronismo catamarqueño. La llamada renovación, o “Grupo fenicio” como lo bautizara el diario El Ancasti, avisó el sábado pasado que va por el poder y que no se conformará con renovar las bancas de sus líderes, Fernando Jalil y Jorge Moreno. Queda claro entonces que, como expresión peronista, han anunciado su participación en el proceso electoral 2019. Como no especificaron estar dispuestos a negociar, que es lo que hicieron siempre, se descuenta que pedirán una interna o se anotarán para la primaria que defina las candidaturas. Esto teniendo en cuenta que hay otros sectores que también están dispuestos a discutir las parcelas del poder. Lo que no se sabe bien, conforme lo comentan bulliciosos peronistas, es de dónde saldrá el dinero para solventar una campaña política que cuesta y mucho. En ese sentido, apuntan que Jalil y Moreno no son hombres de rifar su propio peculio y, por el contrario, históricamente aprovecharon dineros ajenos para mantenerse en la política (Saadi, Barrionuevo, Mazzón, etc). De allí, posiblemente, surgió la caracterización de fenicios. Los mismos comentarios, agregan, que una de las esperanzas para conseguir la financiación es buscar una alianza con Luis Barrionuevo, aunque sabemos que no será cuestión sencilla. Si el gastronómico pone plata, lo hace para él o su familia, no para políticos que buscan ascensos institucionales “con la mía”, como le gusta decir. Ya sabrán Moreno y Jalil, entonces, demostrar las seguridades que dieron el sábado de llegar al poder. Fue tanta que sería un papelón que terminen negociando.

A propósito de Luis Barrionuevo. Luego de su paso por Catamarca, durante la semana de la autonomía, reapareció en las pantallas porteñas. Fue en el Canal TN, que lo tiene como abonado de los últimos años. Después de sus infaltables cargos de corrupción contra el kirchnerismo, el catamarqueño le dedicó un par de minutos al Jefe de Gabinete de su amigo Mauricio, el presidente de la Nación. Así fue como comparó a Marcos Peña con José López Rega, el temible jefe de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), aquella organización paramilitar que asesinó a mansalva a miles de personas y produjo otras miles de desapariciones en los años de su actuación, inmediatamente anteriores al golpe militar del 24 de marzo de 1976. López Rega, como se sabe, fue ministro de Perón y de Isabel Perón, a quien tributaba máxima lealtad. Barrionuevo, que conoció como pocos aquellas épocas de sangre y fuego, equiparó el poder del abominable López Rega con el que actualmente ejerce Marcos Peña dentro de la administración macrista y que, según Barrionuevo, le habría permitido retener el cargo en medio de la crisis y antes deshacerse de funcionarios como la excanciller Malcorra, Prat-Gay o Lousteau. Conforme a los hechos, no cabe menos que compartir el diagnóstico. Peña, efectivamente, es el más poderoso funcionario de Macri.

Después del discurso del presidente y el anuncio de las medidas económicas que el ministro Dujovne presentaría al alto mando del FMI, las consideraciones públicas de la dirigencia catamarqueña fueron más que dispares. Los representantes del gobierno, no solo las rechazaron de plano, sino que alertaron preocupaciones sobre las consecuencias que pueden arrojar en la economía local. En pocas palabras, sintonizaron con quienes diagnosticaron un panorama incierto y la absoluta falta de autocrítica de la conducción nacional. Por imperio contrario, los dirigentes locales de Cambiemos observaron un comprensible silencio, toda vez que se trata de ajustes sobre ajustes que van a ir contra la gente. Apenas hubo un apoyo del comité provincial de la UCR a la lucha que llevan adelante los dirigentes universitarios, lo que también es procedente porque la Universidad está poblada de correligionarios.

RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, cerramos los “Apuntes” de la fecha con el repaso de acontecimientos del pasado.
Dos temas importantes se debatían en septiembre de 1993 dentro del flamante Frente Cívico y Social, que gobernaba la provincia desde el 10 de diciembre de 1991. Uno estaba referido a la minería. La Musto, la empresa que había desembarcado para la explotación de Bajo la Alumbrera, estaba completando sus tareas exploratorias y, por lo tanto, había que definir cómo sería el negocio de la minería con la puesta en marcha de un proyecto extraordinario como el del bajo andalgalense. Sobre el mismo tópico, en la Legislatura provincial se debatía la adhesión a la Ley Nacional de Regalías Mineras, la cual no ofrecía grandes ventajas para la provincia.

La otra cuestión que ganaba la agenda del frente gobernante era cómo enfrentar la situación económica, que ciertamente era dramática. Ya se habían aprobado los bonos de cancelación de deudas y con ellos el exgobernador Castillo había anunciado un aumento del 100% para los empleados de las categorías menores, pero había que comenzar a hacerlos circular. Cuando ocurrió tal cosa, las cosas mejoraron y le dieron aire político al gobierno de cara a las elecciones que debían llevarse a cabo el 3 de octubre. Serían las primeras después del desalojo del saadismo de la cresta del poder. 

El Esquiú.com

22%
Satisfacción
0%
Esperanza
44%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
33%
Indiferencia

Comentarios

Otras Noticias