Editorial

Elecciones

martes, 22 de enero de 2019 00:00
martes, 22 de enero de 2019 00:00

“No fue un accidente. Iba a 190 kilómetros por hora”. Así reza la frase de una campaña sobre prevención de siniestros viales, contundente por donde se la analice y llena de verdad, respecto de las responsabilidades personales de quienes conducen un vehículo.
Aunque en el tiempo reciente hay más exigencias para aquellos que manejan una camioneta, un auto o una moto, muchos -¿la mayoría?- desatienden cotidianamente medidas básicas de seguridad vial que, en determinados momentos, pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte, o entre la vida tal como la conocían y otra llena de dolor por alguna incapacidad derivada de un siniestro en las rutas.
Mucho se ha hablado de la necesidad de hacer más rigurosos los controles y de sancionar de manera ejemplar a los infractores, fundamentalmente los que agarran el volante después de haber consumido bebidas alcohólicas o sustancias estupefacientes. No obstante, cada fin de semana se produce una multiplicidad de incidentes, de los cuales sólo los más graves llegan a las páginas de los diarios. En el grueso de los casos no responden a algo fortuito, sino a elecciones premeditadas. Manejar borracho o cansado, a muy alta velocidad, sin cinturón de seguridad o casco son opciones que, más allá de cualquier contexto que se pueda señalar, dependen exclusivamente de cada uno.
Podrá argumentarse que se precisan más operativos en las calles, mejores campañas de educación vial y hasta la inclusión de contenidos específicos en las currículas de las escuelas, de manera que niños y adolescentes puedan incorporarlos como parte de su formación integral como futuros ciudadanos de la provincia y el país. Seguramente todo es atendible, pero no alcanza.
Durante el siniestro de tránsito que le costó el domingo la vida a una joven madre en la ruta 1, algunos cuestionaron que, mientras se lleva adelante el operativo “Sol y montañas” y se publicitan permanentes secuestros y acciones preventivas en las villas veraniegas, se haya producido una nueva tragedia. Se olvidaban, sin embargo, lo “personal” del hecho -presumiblemente el conductor se habría dormido- y de elecciones/decisiones que, sólo tal vez, podrían haber implicado un resultado bien diferente.
 

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