Editorial
Nada cambia
Siete víctimas fatales por accidentes de tránsito en las primeras tres semanas del año, revelan que nada cambió con respecto al drama de los siniestros viales, ya que en enero se mantuvo el promedio de muertes que llevó a alcanzar un centenar de muertos en 2018.
La situación se sostiene inalterable porque tampoco se advirtió un cambio de conducta en las calles y rutas, donde las imprudencias tantas veces cuestionadas siguen tan vigentes como siempre.
Los catamarqueños seguimos conduciendo vehículos con teléfonos móviles en la mano, conversando o leyendo y escribiendo mensajes de texto, seguimos sin desacelerar lo suficiente en las esquinas, seguimos sin respetar semáforos, seguimos con violencia e intolerancia al volante, e incluso estacionando en cualquier parte, ésta última acción quizás sin mayor incidencia en los accidentes, pero que revela la esencia de la falta de conducta vial que caracteriza a la mayoría.
Las siete muertes de este año son la consecuencia lógica de lo mal que se maneja y de la falta de respeto a las normas vigentes: un hecho sistemático que se puede corroborar a partir de la enorme cantidad de vehículos que se secuestran en cada control.
La cifra no es mayor por obra y gracia divina: por cada accidente fatal hay al menos una docena de incidentes en rutas y calles que no generan muertes sólo por milagro. Los hospitales y centros asistenciales públicos y privados reciben decenas de lesionados cada día.
2019 empezó del mismo modo en que había concluido el año anterior, y seguiremos así mientras no se tome real conciencia de lo que ocurre.
Al parecer, nada de lo vivido es todavía suficiente como para impulsar una real modificación en el comportamiento social.