Editorial

Sin respuestas

viernes, 18 de octubre de 2019 00:35
viernes, 18 de octubre de 2019 00:35

Dos años pasaron ya desde la tarde en que se identificaba el cuerpo de Santiago Maldonado, el joven artesano de 28 años, que permaneció desaparecido casi 80 días y cuya búsqueda movilizó a todo el país.


La tragedia de Santiago coincidió con la campaña proselitista previa a las elecciones legislativas de 2017, detalle que selló la fatal impronta del caso.


Ese factor convirtió la búsqueda en una herramienta más de campaña, con las consecuencias lógicas y previsibles para toda investigación judicial que se mezcla con intereses políticos: la verdad dejó de interesar a los actores principales, que se enfocaron casi exclusivamente en direccionar la opinión pública.


Hubo manipulaciones mediáticas escandalosas y un tratamiento grotesco de cada nuevo elemento que se sumaba, con desmanejos sin precedentes. 


Por caso, el mismo día del hallazgo del cuerpo, imágenes del cadáver circulaban en cadenas de WhatsApp por todo el país. Y en el mismo momento en que trabajaban los peritos forenses, los principales medios del país se apresuraban a difundir conclusiones de un estudio que recién comenzaba.


“¿Dónde está Santiago Maldonado?”, la pregunta que se hicieron miles de argentinos, tuvo una respuesta contundente. Estaba muerto. 


Las demás preguntas que surgieron en torno al hecho, en cambio, quedaron sin contestar. 
Como más tarde ocurriría con el submarino ARA San Juan, la saturación informativa no llegó de la mano de ninguna certeza y la apuesta oficial fue idéntica: dejar que el tema se extienda hasta diluirse.


La única diferencia entre lo que se ignoraba hace un año y hoy, es que esas preguntas dejaron de hacerse. 
Respuestas nunca hubo. Difícilmente las haya alguna vez.
 

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