Apuntes del Secretario

martes, 29 de octubre de 2019 00:20
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La elección del domingo pasado en Catamarca, más que con el oficialismo, por el significado político de su derrota, tuvo que ver con la oposición. Las primarias del 11 de agosto, con cómputos contundentes, ya habían preanunciado que el gobierno se impondría con cierta comodidad. Muy pocos podían predecir que Raúl Jalil sufriera una derrota a manos de Roberto Gómez cuando lo aventajaba por más de 70.000 sufragios, o que Gustavo Saadi cayera ante Flavio Fama en la Capital. De igual forma, ninguna intendencia gobernada por el peronismo se ponía en duda. Hasta existía la especulación, nada descabellada, que las dos bancas a diputado nacional podían ser para el peronismo. Con este panorama, lo repetimos, la expectativa del domingo giraba alrededor de las intendencias radicales y de algún repunte general que, por una mejor fiscalización en todo el territorio, pudiere surgir. El repunte, aunque leve, existió y permitió que figuras conocidas, como Rubén Manzi (diputado nacional) y José “Chichí” Sosa (diputado provincial), no se quedaran afuera del reparto de cargos. En más, la elección de “Juntos por el Cambio” resultó demasiado magra y abre serios interrogantes sobre el futuro. Como lo expresamos en nuestra nota editorial de la fecha (página 14), desde el “Waterloo 2011” que sacó de la Casa de Gobierno a Eduardo Brizuela del Moral, las derrotas se amontonan y cada vez son más estrepitosas.

Nada descubrimos si afirmamos que el distrito clave de Catamarca es la Capital, que concentra cerca del 40% del padrón. Desde 1983, al igual que Valle Viejo, fue considerado un bastión radical. De hecho lo gobernaron correligionarios como Yamil Fadel (1983-1987), Eduardo Brizuela del Moral (1991-2001), Humberto Rebellato (2001-2003)  y Ricardo Guzmán (2003-2011). Hasta 2011, cabe recordarlo, existió solamente el interregno 1987-1991 que, en cabeza del extinto José Guido Jalil, fue conducido por el peronismo. Es más. Al hoy gobernador electo, Raúl Jalil, le costó horrores vencer a Luis Fadel en 2011 y a Raúl Giné en 2015. Hace 48 horas, la impronta radical de San Fernando del Valle pareció esfumarse. Gustavo Saadi aplastó en las urnas a Flavio Fama, el rector universitario que quedó a una distancia superior a los 17.000 votos. Pero, aparte, la UCR sucumbió en los distintos circuitos y apenas arrancó una sonrisa en el 6, donde Aldo Cancino se consagró concejal por una apretadísima diferencia. En síntesis, sin reparos, la caída fue desde el Ongolí hasta la gruta de la Virgen del Valle y desde la quebrada de El Tala hasta el Río del Valle. La peor de todas desde que se restauró la democracia. Y los responsables no son Fama y los candidatos a concejal. Acá hubo una conducción que tendrá que responder y asumir los costos políticos. No le demos vuelta al asunto. Nos referimos al senador nacional Oscar Castillo, quien asumió el manejo electoral ante la Casa Rosada con cabecera de playa en la Capital.

Hubo varias elecciones departamentales muy peleadas, como las de Fiambalá y Pozo de Piedra (Belén), donde el peronismo ganó dramáticamente. Pero, por peso electoral y por los actores que tomaron parte de la movida, la gran atracción fue Valle Viejo, otro feudo del radicalismo que, durante 36 años, condujo con mano de fierro Gustavo Roque Jalile. Perdió su interminable invicto, pero aquí valen algunas aclaraciones. Vendió cara su derrota y, con gallardía, aceptó el veredicto de las urnas y, aun desde la adversidad, es una figura singular dentro del radicalismo. Nadie le regaló nada y nunca dependió de roscas partidarias para imponer condiciones en tierra chacarera. Esta vez lo doblegaron. No solo fue su verdugo una figura promisoria como Susana Zenteno, que no necesitó de agravios para ceñirse la corona. También el gobierno provincial se preocupó por ganar Valle Viejo y, como se sabe, fue una de las apuestas más fuertes de la gobernadora, Lucía Corpacci, blanco permanente de las críticas de Jalile.

Con la Capital y Valle Viejo rendidas ante el peronismo, surge otra lectura política. Todo el Valle Central le dio la espalda a Juntos por el Cambio. En Capayán repitió el triunfo Omar Soria y, más al sur, lo hizo Alfredo Hoffmann (GEM), un aliado de Raúl Jalil, lo mismo que los intendentes peronistas de Ambato, todos los cuales volvieron a imponerse. En Fray Mamerto Esquiú se consolidó Guillermo Ferreyra, quien comenzó a despedir al diputado Humberto Valdez que, después de dos décadas, desde diciembre, se quedará sin cargo alguno. Un poco más allá estuvo otra sorpresa vallista: el mercedino Orlando Savio, que iba por su tercer mandato, no pudo aguantar el empuje de Eduardo Menecier y cortó 28 años de predominio castillista en “el Cañón”. En La Paz también afloraron las caras largas del radicalismo. Pío Carletta retuvo Icaño y el Clan Polti desalojó de la silla municipal a Roberto Herrera.

Allende las montañas que conforman el Valle de la Virgen, surgen los triunfos contados con los dedos de una mano de la divisa radical. Se trata de los departamentos que conforman la región minera. Esto es Andalgalá, Belén y Antofagasta de la Sierra, donde las diferencias fueron apretadas. Pero también se sumaron otras derrotas, como ser en Santa María y en las jurisdicciones tinogasteñas, a las que se podría sumar la sorpresa de Tapso, donde otro hipercastillista mordió el polvo de la derrota. Hablamos de Jorge Coronel, que buscaba un quinto mandato y, en 40 días más, se queda con las manos vacías.

Todos los números de la elección están prácticamente confirmados y el escrutinio definitivo será apenas un trámite administrativo. Con ellos, claramente, el peronismo también mejora su posición en los ámbitos legislativos. En la Cámara de Senadores su mayoría es aplastante y en la Cámara de Diputados no quedará alejado de conseguir los dos tercios. Estos datos importan y mucho porque es sabido que el gobernador electo, con firmeza, mantiene su idea de reformar el Estado vía reforma de la Constitución Provincial. Con el mensaje de las urnas, el margen para oponerse de los radicales es muy limitado y ahora mismo, sin la nueva composición de las cámaras, se podría avanzar en acuerdos legislativos que permitan las reforman que demandan los nuevos tiempos.

Si las heridas radicales se reabrieron, lo que dará lugar a futuros debates, ni hablar de la elección que hizo el sector Consenso Federal, que conduce José Luis Barrionuevo. Desde su condición de postulante a una banca en el Congreso de la Nación lindó el ridículo. Apenas superó el 4%, lo que representa prácticamente la mitad de los votos en blanco que registró la elección. El dato político que surge es bastante evidente. No es que Barrionuevo tenga tan pocos votos, sino que directamente no hizo campaña y si no hace campaña sus pretensiones no pueden ir más allá de esta cosecha. Llegando a los 78 años, a esta altura del tiempo, nos animamos a decir que la carrera política del catamarqueño que llegó a ocupar posiciones de trascendencia ha llegado al final. En la próxima elección, que será solamente legislativa, ya contaría con 80 años y con 82 si sus desafíos de ser gobernador fueran ciertos. En todo caso, como siempre presume, debería dedicarse a ayudar a Catamarca y, en lo posible, colaborar con Raúl Jalil, que lo acompañó en los momentos claves de su carrera. Recordemos que en 2003, cuando Luis estuvo a punto de ser gobernador, el hoy mandatario electo estuvo a su lado.

El ministro de Gobierno, Marcelo Rivera, quedó a escasa distancia de ser diputado nacional. Como se sabe, detrás de Lucía Corpacci, ocupaba el segundo lugar de la lista, por lo que requería que la primera doblara en votos a Rubén Manzi, el candidato de Juntos por el Cambio. Ese supuesto, en realidad, existió en la primaria, pero el conocido médico aprovechó la levantada electoral de su sector para impedir que Corpacci lo duplicara en votos. Quedó lejos, es cierto, pero con la satisfacción de abrazarse a la banca de la minoría, lo que le permitirá reemplazar a su aliada política, Orieta Vera, quien termina su mandato el 10 de diciembre. ¿Qué chance tendría Rivera de llegar al Congreso? Que la actual gobernadora asuma en algún cargo del gabinete nacional, lo que no es imposible.

RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, cerramos los “Apuntes” con la rememoración de hechos del pasado.
El 21 de octubre de 1994 se producía una situación alejada de la política, pero que tuvo amplia repercusión pública en la provincia y, especialmente, en Belén. Fallecía en Buenos Aires el canta-autor “Naco” Rueda, cuyo nombre verdadero era Pedro Nolasco Rueda. Creador de temas que fueron éxitos rotundos, como “Bombo catamarqueño” o “La Belicha”, “Naco” tuvo una carrera de éxitos que desarrolló en el sur del país y en la Capital Federal. Residiendo en ésta última, su salud fue deteriorando por el avance de una diabetes que, finalmente, terminó con un paro cardiorespiratorio que lo llevó a la tumba. Gran consternación produjo su muerte. Sus restos fueron trasladados a Catamarca y, después de varios homenajes de recordación, recién serían sepultados el 27 de octubre de hace 25 años atrás.

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