Editorial

Educar

lunes, 16 de diciembre de 2019 00:56
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Quienes peinan algunas canas podrán recordar que cuando se identificó el virus HIV y el impacto inicial del sida, a comienzos de los años 80, se diseñaron campañas publicitarias muy fuertes, que tuvieron un efecto catastrófico.

Ocurre que eran campañas que básicamente sembraban terror en torno a la enfermedad. Con eso buscaban presionar a la población a seguir meticulosamente las medidas preventivas de contagio, pero la consecuencia fue horrible, ya que derivó en la estigmatización y el rechazo a quienes padecían la enfermedad.

Un mensaje equivocado que en lugar de ayudar causó un daño mayor.

Ahora parece que sucede algo similar en torno a un problema de nuestro tiempo: el cambio climático. Entre fanáticos ambientalistas y negacionistas, entablaron una discusión de alcance mundial donde las únicas alternativas presentadas son un apocalipsis inevitable y el alarmismo sin sentido.

Sobran conclusiones y falta información real, educación, formación de las comunidades. Esta semana, en la Universidad Autónoma de Madrid, se hizo un interesante ejercicio, consistente en hacer preguntas a jóvenes científicos sobre el cambio climático.

Y por encima de cualquier sentencia, surgió la imperiosa necesidad de enseñar a las personas a compender un momento histórico, en el que los titulares escandalosos se imponen vacíos de contenidos.

Entender cómo sufrió y sufre el planeta y saber quién o qué ti ene la culpa, sirvió para ofrecer otra visión en el encuentro llamado “El cambio climático contado por expertos”, una pequeña resistencia pensante frente a tanta desinformación y falsas creencias. Es necesario innovar y abrir un nuevo canal: el de una divulgación rigurosa y accesible, para superar la situación.

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