Las últimas estadísticas difundidas por el Gobierno sobre la actividad turística en la provincia muestran una consolidación del oeste como destino para quienes nos visitan. La tendencia se había empezado a notar desde hace un par de años, pero la ocupación hotelera durante este verano revela que cada vez son más los que pernoctan y desarrollan actividades en las bellas localidades de la zona.

Fiambalá sigue siendo la que está a la cabeza de las preferencias, pero de cerca le siguen Belén y Antofagasta de la Sierra. Esta última, posiblemente por la lejanía de la ciudad y cierta percepción sobre que, a pesar de sus espectaculares paisajes -con el campo de piedra pómez y su superficie lunar como protagonista-, adolece de servicios básicos o es “muy difícil” llegar, no alcanza todo su potencial.

Es cierto que Antofagasta es la más alejada del principal núcleo urbano de la provincia, pero justamente por eso y por las características propias de su población y posición dentro de las localidades del interior conserva una identidad social que no tiene parangón. La producción, la música, la herencia ligada a la tierra, el tipo físico, hablan de algo muy rico y a la vez antiguo: una verdadera joya geográfica y cultural de Catamarca.

También es verdad que, si bien hubo notables avances en la implementación de cuestiones esenciales para atender correctamente al turista, la oferta debe seguir potenciándose. Esto corre en particular sobre el alojamiento y la conectividad: un nuevo hotel, tal vez, y la posibilidad de que se restablezca un servicio aéreo con alguna regularidad, al menos dos o tres veces a la semana, bastarían para mejorar notablemente los servicios.

El próximo fin de semana, se realizará una nueva edición de la Feria de la Puna, una vidriera de todo el potencial del que dispone Antofagasta de la Sierra en ganadería de camélidos, producción de textiles tradicionales y otros recursos propios que puede mostrar no sólo al resto de los catamarqueños sino también a todo el país.

Como en oportunidades anteriores, habrá concursos, premiaciones y la villa se llenará de locales y foráneos ávidos de conocer lo que verdaderamente se aproxima a “lo otro” dentro de “lo nuestro”.