Editorial
Alta en el cielo...
El 27 de febrero de 1812, a orillas del río Paraná, en el entonces pueblo de Rosario, Manuel Belgrano izó, por primera vez, la enseña albiceleste.
La escena ha sido inmortalizada con un majestuoso monumento que se levanta junto al río, en las inmediaciones de donde tuvo lugar ese acontecimiento, y donde muchos chicos catamarqueños viajaron para prometer lealtad a la Bandera.
La tradición oral de la zona sostiene que la insignia habría sido confeccionada por doña María Catalina Echevarría de Vidal e izada por Cosme Maciel.
La bandera originaria se ha perdido y se ignora si estaba formada por tres franjas o por dos, así como también la disposición de las mismas.
La nueva bandera fue jurada por los soldados en las baterías costeras “Independencia” y “Libertad”, aunque no fue reconocida por el Triunvirato, que por el contrario, ordenó ocultarla.
Ignorante de este hecho por tener que hacerse cargo del Ejército del Norte, Belgrano vuelve a hacerla jurar a la vera del río Pasaje y la enarbola en el ayuntamiento de Jujuy el 25 de mayo de ese mismo año.
Belgrano se inspiró en los colores blanco y celeste del cielo, que coinciden asimismo con varias populares advocaciones de la Virgen María cuyas vestimentas tradicionalmente son o han sido albicelestes, y se basan en la escarapela, que ya existía.
“La subordinación del soldado a su jefe se afianza cuando empieza por la cabeza y no por los pies, es decir, cuando los jefes son los primeros en dar ejemplo; para establecerla basta que el general sea subordinado del gobierno, pues así lo serán los jefes sucesivos en orden de mando. Feliz el ejército en donde el soldado no vea cosa que desdiga la honradez y las obligaciones en todos los que mandan”.
Vale en este día recordar la máxima de Belgrano, que no se refiere a otra cosa que a la lealtad y la honestidad, comenzando por quienes tienen más responsabilidades.