Posibilidades

sábado, 20 de abril de 2019 01:21
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Hace pocos días, la Secretaría de Turismo presentó en la vecina Tucumán la oferta de Catamarca para este finde XL de Semana Santa que culmina mañana.

En ese marco, se dio a conocer el trabajo de una consultora que el gobierno contrató para diseñar una nueva imagen y estrategia promocional de nuestra provincia como “destino” turístico dentro del competitivo mercado nacional.

Se hizo referencia, claro está, a una de los activos principales que Catamarca puede exhibir dentro del rubro: el turismo vinculado al rico acervo histórico-religioso-cultural que la caracteriza.

Con la Virgen del Valle como protagonista principalísima, ya que es un advocación mariana conocida en todo el país e incluso allende las fronteras argentinas, en no mucho tiempo más -si Dios y el Papa así lo quieren- Mamerto de la Ascensión Esquiú podría llegar a la beatitud y, de esta manera, ser honrado en los altares en su camino a la santidad.

Esto significa que todo lo que tuvo que ver, de alguna u otra manera, con el ilustre fraile catamarqueño, cobrará un nuevo protagonismo: desde el Convento Franciscano donde se educó hasta la humilde casa familiar de Piedra Blanca donde pasó sus primeros años. Ni qué hablar de toda esa zona de Las Chacras que conserva un paisaje que no se modificó demasiado con el correr de las décadas.

Es por eso que, más allá de que se hayan dado pasos concretos para revalorizar el patrimonio religioso local, como la erección del Museo de la Virgen en el predio del viejo obispado, es menester que el tema gane lugar creciente en las agendas oficiales. Pensar, por ejemplo, en reactivar el proyecto de un gran santuario en la zona de la gruta de Choya capaz de albergar contingentes y con una infraestructura que provea los distintos servicios que se requieren en convocatorias o festividades de envergadura. Un poco lo que sucede en lugares como Itatí o San Nicolás.

También debe gestionarse la recuperación de la Manzana Franciscana que alberga verdaderos tesoros vinculados a la evangelización de esta zona del país y testimonios del paso de Esquiú por sus aulas y celdas.

En síntesis: aprovechar el legado existente y los “nombres propios” para posicionar a Catamarca dentro del nicho turístico que puede explotar con buenas perspectivas de desarrollo.

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