Ante el reciente incendio de la catedral de Notre Dame, en Paris, se movilizó una colecta espontánea que permitió reunir el equivalente en euros a 41.800 millones de pesos argentinos... en las primeras 24 horas.

Raúl Albanece, reconocido artista y docente, puso en palabras la sensación que muchas personas sintieron alrededor del mundo a partir de este fenómeno; no sin antes aclarar su conmoción por la pérdida del histórico, bello e invaluable templo.

“¿Qué decir de una sociedad que colecta tanto dinero en apenas 24 horas para reconstruir un legado artístico y cultural y tarda años en juntar centavos para construir escuelas, hospitales o financiar proyectos que erradiquen el hambre y la pobreza? ¿Cuál será nuestro propio legado artístico y cultural para las generaciones de los próximos siglos? Deseo que sean hospitales de alta complejidad en cada ciudad de, al menos, 100.000 habitantes; escuelas integrales en cada localidad; viviendas sustentables para cada familia del mundo. No hay mejor legado cultural que podamos dejar una sociedad justa con una redistribución equitativa de la riqueza, sin pobres, sin hambre, sin analfabetismo. Considero necesario revisar el orden de prioridades de la sociedad actual y, sí, juntar dinero para restaurar edificios y obras de arte de nuestros ancestros, pero también hacerlo, principalmente, para reconstruir y construir hospitales, escuelas, viviendas; para financiar creaciones de cooperativas de trabajadores y pymes que permitan una vida digna a cada persona”, escribió.

El mensaje es importante, en particular si se comprende que en nada se cuestiona la reconstrucción de Notre Dame, sino el poder movilizador de diferentes causas a nivel ecuménico.

A escala y salvando las distancias, podemos ver ejemplos a diario de situaciones similares, en las que se revela el extraño rumbo que pueden tomar las expresiones colectivas de la solidaridad.