Mientras pasan los días y no aparecen señales verdaderas de unidad en la alianza catamarqueña que encabezan los radicales y también integran el PRO y la Coalición Cívica, en la semana que pasó se sucedieron numerosas declaraciones de los dirigentes que, más que aclarar, oscurecen posibles entendimientos. Peor todavía. Abundan las contradicciones, varias de las cuales tienen dimensiones flagrantes. Una de ellas tuvo como protagonistas a Alejandro Páez, titular de la UCR, y Rubén Manzi, el más firme precandidato a gobernador del sector. El andalgalense, cargando sobre sus espaldas las turbulencias del pago chico (la mayoría que tenía en el Concejo Deliberante tembló en los últimos tiempos), se pronunció en contra de los postulantes que buscan “la bendición” de Buenos Aires cuando, según su criterio, hay que provincializar la elección, lo que en buen criollo significa darle la espalda a las acciones del gobierno central. Fue un tiro directo contra Manzi que, aparte del apoyo explícito que tiene de “Lilita” Carrió, ponderó que los ministros Rogelio Frigerio y Marcos Peña lo vean “competitivo”. Más allá de tan encontradas visiones, por la situación económica y la pobreza que crece al ritmo de la crisis, queda claro que a ningún opositor político de estos valles le resultará fácil destacar la gestión nacional.

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Los defensores de los globos multicolores y la divisa amarilla, sin embargo, vienen haciendo grandes esfuerzos intelectuales para sostener ideas de reafirmación de los estandartes que se levantaban en 2015 cuando Macri ganó las elecciones. El diputado Carlos Molina, por ejemplo, indicó durante la semana que Cambiemos se va a sostener y consolidar en las elecciones provinciales. Más que una frase de optimismo, nos parece que se trata de un voluntarismo, toda vez que el reencuentro de las fuerzas políticas hoy parece tarea imposible. El ingeniero Fernando Capdevila, por su lado, acepta que hay que conversar mucho y que todavía “no se ha conformado una unidad sólida”. Por lo que se aprecia, como en el caso anterior, efectivamente hay que “conversar mucho” y nosotros, como diario, agregaríamos que hay que hacerlo rápidamente porque los tiempos electorales apuran. En junio vence la inscripción de alianzas y hay que poner, sin más vueltas, todos los candidatos. La conformación de una “unidad sólida”, a la que aspira el titular del ANSES, no se va a sostener con palabras, sino con hechos concretos. Molina y Capdevila no contradicen, en definitiva, a ningún compañero de ruta, pero van más allá. Están contradiciendo a la realidad. Y en las últimas horas salió a terciar Simón Hernández, un potencial aspirante a la jefatura municipal, quien acomoda la situación con dichos de total impotencia: “creo que Macri está haciendo un esfuerzo importante, aunque le falte un poco de sensibilidad social”. ¿Favorece a Cambiemos esta especie de abstracción o significa otro pelotazo en contra?

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Otro que agregó “leña al fuego” fue el rector de la Universidad de Catamarca. Flavio Fama, por lo visto con disposición para participar de la lucha electoral, tocó fibras sensibles y, aunque no dio nombres, es fácil imaginar los blancos elegidos. Dijo que “es un error encolumnarse como candidato de alguien que ni conoce Catamarca”. Añadió “he trabajado muchísimo en la provincia, he recorrido kilómetros y considero una imprudencia autoproclamarse”. Posiblemente los que no conocen Catamarca, para él, son los funcionarios nacionales y en cuanto a las autoproclamaciones no sabemos de ninguna con excepción a la de Rubén Manzi, quien tuvo el valor de afirmar que quiere y puede ser gobernador. Acaba de ratificarlo con un poblado acto en el norte de la ciudad, al que asistieron dirigentes de las distintas vertientes de Cambiemos.

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Entre los kilómetros de recorrido por la provincia que dice tener Fama y las bendiciones nacionales que recibió Manzi, queda ratificado que no hay discurso unificado y que cada uno actúa por su lado. Aparte, al concierto de los esfuerzos individuales, se sumó Juana Fernández. Para ella, queda claro, más importante que “kilómetros” vs. “bendiciones” es la unidad que pregona Roberto Gómez y preanuncia que el titular del comité Capital del radicalismo no se piensa bajar de la batalla electoral que se avecina. En medio de la vocinglería opositora, quizá la opinión más sensata perteneció a la diputada Paola Bazán, una radical que sintoniza con los planes de Ricardo Guzmán. Para ella “las relaciones están quebradas y prima el sentimiento de desconfianza”. A nadie escapa, a propósito de la visión de Paola, que la fallida interna radical de junio de 2018 ha traído consecuencias nefastas: allí debe explorarse el quebrantamiento al que alude la diputada y que muestra en la actualidad dos radicalismos perfectamente diferenciados en nombres, pensamientos y acciones.

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Lo dijimos la semana pasada. Comerse los amagues de Luis Barrionuevo puede ser más peligroso que contener a Lionel Messi en sus momentos de máxima inspiración. Hace unos treinta días, apelando a supuestos políticos, lanzó su virtual candidatura a gobernador. Si bien es cierto que lo hizo a referéndum que Raúl Jalil no fuera el candidato, este secretario aclaró que la posibilidad que se materializara el anhelo del gastronómico era más que remoto. No nos equivocamos. Esta semana, tal cual es su costumbre, hizo una pasada rasante por Catamarca y abogó por la unidad del peronismo y la imperiosa necesidad de que siga gobernando la provincia. Ya no habló de candidaturas, proscripciones o planes electorales para el ámbito local. Apenas se dio tiempo para ponderar el trabajo de su sobrino concejal, Maxi Mascheroni, y de levantar la precandidatura de Roberto Lavagna como la mejor para el país. De paso le extendió un azote al PRO. Fue lapidario al decir que va camino a la extinción, tal como ocurriera con la alianza UCR-FREPASO en el 2001. ¿Cuál será la próxima de Luisito? ¿Negociar cargos para su círculo íntimo en el plan de unidad que propone? ¿O reclamará para él la candidatura a diputado nacional? Ya veremos.

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La atención política del país estará puesta hoy en el sur, más precisamente en las provincias de Río Negro y Chubut, donde habrá elecciones. En la primera de ellas, de fondo se reedita el permanente duelo Macri-Cristina Kirchner. El Jefe de Estado, con la candidata radical Lorena Matzen, podría salir tercero (un símil de lo que ocurrió en Neuquén el 17 de marzo), pero se conformaría con que el kirchnerismo muerda el polvo de la derrota. Para que ello ocurra la candidata Arabela Carreras (reemplazante del primer mandatario, Alberto Weretilneck, que fue vetado por la Suprema Corte para un tercer mandato) tiene que ganarle la gobernación a Martín Soria, intendente de Roca y preferido de Cristina Kirchner. Conforme a los datos de encuesta, la lucha por el premio mayor sería “voto a voto”. El tercer puesto, sin dudas, quedará para Cambiemos por la imagen negativa de Macri que estaría orillando el 70%. En Chubut, la cosa será más tranquila. Allí hay PASO y la votación favorecía ampliamente al gobernador Mariano Arcione, un hombre cercano a Sergio Massa, pero el dato político es que Cambiemos volverá a ocupar el tercer escalón, lejos de los dos primeros.

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La tarifa de la energía eléctrica divide las aguas de la política. Fue otra predicción acertada de El Esquiú. A pesar que las protestas por el tarifazo surgen desde los cuatro puntos cardinales de la Argentina, en Catamarca la dirigencia se pelea por achacarse culpas. Los oficialistas, como lo dijo Gustavo Saadi en el Congreso, el pasado jueves, aluden al 1.800% que, con aval expreso del gobierno nacional, aumentó el fluido eléctrico la mayorista CAMMESA. Los opositores, en una posición por demás extraña, no dicen nada de esto y, en cambio, apuntan sus dardos contra la EC SAPEM por haber entrado en peligrosas moras con la mayorista, lo que obligaría a ser subsidiada por la Tesorería (textuales del diputado Monti). Sería lógico que lo haga porque cuando fue creada la empresa, después del nefasto paso de los Taselli por Catamarca, existían otras condiciones de comercialización y no las actuales que ahogan, no solo a los catamarqueños de a pié, sino a todos los argentinos. Más allá de los antagonismos, acomodados a cada circunstancia, sería bueno que el pueblo se exprese en la convocatoria que, lanzada desde las redes sociales, fue programada para mañana, a las 11 horas, en plaza 25 de mayo. De la misma forma que Energía Catamarca, por lo pronto, congeló el Valor de Distribución (VAD), CAMMESA debería retrotraer las tarifas a diciembre de 2018 y, de paso, frenar los incrementos que tiene programado para el resto del año. Tal vez esa debería ser la postura de quienes se sienten esquilmados por una tarifa que la mayoría de la población no puede pagar. No porque no quiera, sino porque no puede.

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RECUERDOS.

Como lo hacemos habitualmente, en el último bloque de los “Apuntes” políticos, incluimos los acontecimientos que ocurrieron hace 25 años.

En el mes de abril de 1994, desde la Casa Rosada, surgía un rimbombante anuncio. Señalaba que “el 2 de mayo sonará la campana de largada y la Administración de Fondos de Jubilaciones y Pensiones se movilizará en gigantesco operativo del que no existe precedente en el país: tratar de seducir a cinco millones de personas en el tiempo récord de 60 días”. Y así nomás fue. El mercado se vio inundado de organizaciones destinadas a tal fin, con los resultados conocidos por todos. Una vez más, como a lo largo de la historia, los perjudicados fueron los jubilados. Después de la explosión del 2001, el kirchnerismo terminó con las jubilaciones privadas y volvió al sistema de reparto. Hoy en día, aunque no se lo diga por la cercanía de las elecciones, el nuevo gobierno –por orden del FMI- pretende replantear todo el sistema jubilatorio y no se descarta el regreso de las AFJP.