Por Mariano Fredes

Periódicamente renacen las discusiones por el cobro del plus médico, lo cual en sí mismo es una locura, porque si se trata de una práctica ilegal, es inaudito que tenga que debatirse. Nadie podría admitir que haya que discutir si se cumple o no una ley según a quién le convenga, pero eso sucede con el plus.

Pero más sorprendente es que el tema del plus se instale en la opinión pública y en la agenda de funcionarios, colegios profesionales, sindicalistas y médicos, para que meses después todo siga igual.

En Catamarca, hubo semanas enteras en que se analizó el tema del plus desde todas las perspectivas posibles, y sin embargo se sigue cobrando.

Los médicos argumentan que la obra social les paga poco, lo cual puede ser así. Pero, ¿qué culpa tenemos nosotros los afiliados, sino para el caso nosotros pagamos la obra social para que se nos preste un servicio?

El reclamo y la solución deberían surgir de la negociación con la obra social, no con el afiliado. Porque en definitiva es ese afiliado el que paga dos veces por la misma prestación, ya que le descuentan los aportes de su sueldo para tener una obra social que le brinde la prestación, y le cobran también cuando toma la prestación.

Ir al médico implica además disponer de efectivo, porque se debe comprar la orden y pagar el plus, que por lo general va desde los 200 hasta los 500 pesos, según la “tarifa” que le parezca al profesional.

Se puede ir un poco más lejos y preguntar, ya que ese cobro está instalado, qué hace la AFIP que no le pide a los profesionales médicos que facturan el plus tributar por el monto que le cobran a sus pacientes.

Se tiene que poner un punto final este tema, porque los años pasan y un gran porcentaje de médicos sigue con esta práctica de cobrar el plus y apenas existe una minoría que no lo cobra.

En todo caso, será bueno que los médicos reclamen y exijan a la obra social que les mejore el pago si es insuficiente, pero no que los afiliados tengan que pagar este desfasaje.

Ya bastante el pueblo se tienen que hacer cargo de los desaciertos políticos como para cargarle uno más.