Durante la jornada de hoy iniciarán los talleres gratuitos de bailes urbanos en el Hogar de Cristo del barrio Santa Marta, uno de los sectores más vulnerables de la Capital. Según se informa oficialmente, una propuesta similar se desplegará en el barrio San Carlos. En ambos casos, se busca contener a chicos y adolescentes en una actividad deportivo-cultural que, además de integrarlos, los mantiene entretenidos. ¿La importancia de esto? Que representa parte de un protocolo de trabajo preventivo en materia de adicciones y de contención general de la población más joven.

Usualmente, la información vinculada al consumo de estupefacientes se limita a la policial de procedimientos, secuestros y detenciones, o de otros delitos en los que las drogas terminan siendo determinantes. Menos visibilidad tienen las consecuencias familiares y comunitarias de esta problemática. La situación del adicto parece ser una cuestión meramente sanitaria, cuando hay muchos factores sociales a tener en cuenta en la recuperación o, mejor, en la prevención.

Se ha dicho innumerables veces que el involucramiento de la familia del que sufre una adicción es central y, en el caso del adolescente, también es necesaria la intervención de un marco institucional que ayude a contenerlo. La creación de una red que coopere en esta lucha se vuelve estratégica y, en los últimos años, se han logrado avances con la participación de diferentes actores de muchos niveles de gobierno y ONG que tienen injerencia en este complejo escenario.

Las iglesias de diferentes cultos, por supuesto, pero también los clubes barriales, las escuelas, los equipos de salud y de desarrollo social. Profesionales de todo tipo, pero también personas comunes preocupadas por una problemática que es madre de muchos otros males. Incluso las fuerzas policiales a través de sus áreas de relaciones comunitarias. Todos deben colaborar si es que se pretende una tarea que tenga resultados más eficaces que los logrados hasta ahora.

En ese marco, se revela adecuado el dictado de estos talleres culturales que podrían ser replicados en otros puntos de la Capital y de los departamentos, ampliando con el tiempo la oferta y se avance en proveer a chicos y adolescentes propuestas que contribuyan a desarticular conductas que podrían ponerlos en serio riesgo.