El ministerio de Salud lleva adelante una iniciativa que ha significado una relación estrecha con la institución educativa. El programa “Escuelas Saludables” supone el abordaje integral, desde la promoción sanitaria, de una variedad de temáticas que hacen al desarrollo de niñas, niños y adolescentes, y de las cuales depende, en buena parte, que se conviertan en adultos con hábitos sanos.

El trabajo parte, de mínima, por el incentivo a la actividad física y la alimentación correcta. Para ello se arman jornadas especiales en las que se brinda información sobre los beneficios de hacer deporte y se entrega frutas y agua mineral.

Pero además se ponen en práctica contenidos transversales para visibilizar, por ejemplo, cuestiones de género, desmontando prejuicios y conductas muy instaladas. Un ejemplo de ello es el uso de la pelota de fútbol por parte de las chicas o de juegos que antes estaban reservados sólo para ellas, para que puedan ser practicados por varones. La idea es integrarlos en actividades comunes.

Por otro lado, se crearon instancias artísticas con estudiantes de teatro para capacitar sobre buen trato y el bienestar emocional, tocando de esta manera también aspectos de salud mental que no siempre se vehiculizan institucionalmente.

Con el mecanismo aceitado, ahora se están abordando problemáticas más complejas, como el consumo de sustancias, sexualidad responsable y violencia, para lo cual es preciso el concurso de los equipos técnicos de Salud y de la comunidad educativa toda.

Es que esas temáticas de honda raíz social deben trabajarse en red si es que se quiere tener resultados tangibles.

La falta de una contención que involucre a todos los actores que puedan tener injerencia -instituciones, profesionales, familia- es frecuente causa de fracaso de iniciativas que, cuando son planificadas, parecen bien intencionadas e incluso plausibles.

La cosa pasa por adaptar acciones al ámbito específico de la escuela, espacio privilegiado y todavía vigente -más allá de un necesario aggiornamiento- en la formación.

De este trabajo social, educativo y sanitario depende que pueda brindarse un acompañamiento más eficaz al despliegue de nuestras futuras generaciones.