Editorial
Pertenencia
Una brillante iniciativa se concretó desde la Cámara de Senadores, que con mucho esfuerzo realizó un concierto andino y llevó adelante una inédita grabación en el Campo de Piedra Pómez, Antofagasta de la Sierra.
El punto cúlmine de la experiencia fue la interpretación de la versión en quechua del Himno Nacional Argentino, para lo cual se fusionaron instrumentos comandados por una delegación de más de 50 músicos catamarqueños, entre niños, jóvenes y adultos.
Pocas veces se alcanzó una expresión tan cabal del amor por la propia identidad, en un espectáculo magnífico desde lo artístico y admirable por su originalidad y magnitud.
Más de un año de trabajo llevó concretar esta iniciativa, que quedará como una huella imborrable en los hitos de la Puna.
“La versión del Himno Nacional fue trabajada con impronta catamarqueña, revalorizando nuestra cultura andina, involucrando diferentes ritmos en cada segmento tales como zamba, vidala, triste, joy joy, waino, copla, taquirari, ritmos puneños y ancestrales a través de los cueros”, se explicó desde el cuerpo legislativo que preside Jorge Solá Jais.
Es difícil, desde la comodidad de nuestros hogares, comprender el enorme despliegue de logística que implicó el traslado hacia una zona inhóspita de todos los recursos humanos y equipos necesarios para concretar un espectáculo de primer nivel.
Pero más que todo ese sacrificio y dedicación, es el sentido que se le dio a la puesta en escena lo que le otorga mayor valor.
Nuestro símbolo patrio, el Himno Nacional, con el sello propio del arte y la cultura de nuestra tierra, son un emblema del orgullo y la pertenencia que nos identifica.
Felicitaciones por esta tarea y que se repita...