Desde la bancada periodística

Efectos cordobeses sobre la política local

sábado, 18 de mayo de 2019 01:32
sábado, 18 de mayo de 2019 01:32

La semana anterior, con niveles de seguridad, pronosticamos que los efectos de la elección provincial de Córdoba podría marcar un antes y un después en la política argentina.
No nos equivocamos. Quizá nos quedamos cortos.

Desde las 10 de la noche del domingo 12 de mayo, claramente, se hicieron sentir los remesones poselectorales de una punta a otra de la Patria.

Ni las palabras, muy medidas, del vencedor de la lid cordobesa, el excavallista y exinterventor federal de Santiago del Estero, Juan Schiaretti, calmaron los espíritus. Pretendió desligar, sin éxito, la histórica elección de la cuestión nacional. Adoptó para ello una posición ecléctica con respecto a Mauricio Macri y Cristina Kirchner y, apurado por la prensa, afirmó que en realidad su pertenencia tiene que ver con un tercer espacio, el peronismo federal, hasta ahora una especie de ficción que nadie sabe cómo puede terminar. Ni siquiera Schiaretti que, por estas horas, negocia su armado con los radicales.

En la provincia, como seguramente habrá ocurrido en varias otras, el impacto no fue menor y hasta podemos asegurar que aflojaron los ladrillos de la construcción del gobierno y la oposición.

 

Despertar pejotista

Las tapas del día lunes y la apertura de todos los portales de Internet fueron copadas por Schiaretti, al mismo tiempo que preanunciaban el pase de facturas que, por la estrepitosa caída, se iniciaba en Cambiemos, humillado en las urnas como nunca antes había ocurrido.

Punta de lanza de las discordias fue la diputada Carrió, una mujer que ha demostrado tener capacidad para provocar los mayores escándalos de 1983 a esta parte. No la soportan sus adversarios y, a partir del Waterloo cordobés, ni sus propios aliados, fundamentalmente si son radicales.

Pero volvamos al peronismo. A su triunfo en suelo mediterráneo y a las consecuencias que generó.

Si Schiaretti, sin proponérselo, asomaba como la espada nueva y filosa, inmediatamente hubo respuesta para contenerlo. No tan solo a él, sino a quienes aparecen como aliados. Esto es, Massa, Urtubey, Picheto y, en menor medida, Lavagna.
Durante una reunión no promocionada del Consejo Nacional Justicialista, a la que “casualmente” no faltó ninguno de sus miembros, hizo su aparición el martes último la senadora Cristina Fernández de Kirchner para materializar su regreso a las fuentes donde abrevó en tiempos de militancia.

La jugada tapó el fenómeno o el impulso schiaretti y se adelantó a lo que debería ocurrir recién el 12 de junio, fecha prevista para el cierre de las alianzas. La de Unidad Ciudadana y el PJ ya está. No la rompe nadie y llegará a las elecciones con chances de ganar o, cuanto menos, de ir al balotaje.

No significa, sin embargo, que Cristina será candidata, aunque todas las presunciones hacen pensar que estará en la línea de partida. Mucho más si contamos que, después de Córdoba, la acompañan seis gobernadores (Gildo Infran, Rosana Bertone, Carlos Verna, Alberto Rodríguez Saá, Lucía Corpacci y Alicia Kirchner) y otros nueve están tentados de sumarse a la invitación que salió de la sede pejotista, al igual que gremialistas de toda laya; dirigentes de primera línea como Solá, Agustín Rossi o Daniel Scioli y los principales intendentes de la estratégica provincia de Buenos Aires.

La foto del día martes, con Lucía Corpacci a la par de Cristina, realineó al peronismo de Catamarca. No puede ser de otra manera si mañana, en el congreso partidario, la gobernadora será consagrada presidente por 4 años más. 
Nadie aparece, a 34 días del cierre de listas, como alternativa al Frente para la Victoria. Ni siquiera los federales que festejaron el triunfo peronista de Córdoba.

 

La disyuntiva mayúscula

Aun cuando ha pasado casi una semana, la desastrosa elección de Cambiemos en Córdoba (no llegó al 30% entre los votos de Mestre y Mario Negri, que fueron divididos) mantiene en estado deliberativo al gobierno nacional y, por lógica, a las representaciones provinciales que, sin excepciones, temen que los nefastos efectos electorales lleguen a sus territorios.

Es tan grave el momento de Cambiemos que, no pocos, quieren hasta cambiarse el nombre, algo que ya ocurrió en San Juan. Mucho menos hacer campaña apoyándose en figuras nacionales, cuyo desprestigio crece al ritmo de encontronazos internos que superan límites imaginables.

La diputada Carrió, ganada por odios incontrolables, estuvo en Córdoba y su actuación, para algunos, representó “el cajón de Herminio”, en alusión al exdirigente peronista de Avellaneda que había quemado un ataúd con la sigla de la UCR, vencedora de la elección de 1983 en cabeza de Raúl Alfonsín.

Es que agradecer a Dios por la muerte de un exgobernador fallecido hace poco o tratar de “hdp” a un jefe de bloque de cuna radical, son hechos impropios de una formación que pretende presentarse como organizada o respetable.

El “huracán Carrió”, como la prensa caracterizó a los papelones de la diputada chaqueña, amenaza con destrozar Cambiemos y más que eso también. Podría estar regalándole al peronismo el regreso al poder.
Por lo pronto, la conducción “boinablanca” no la quiere más y le está exigiendo al presidente Macri definiciones de fondo. O sigue con Carrió o ellos resolverían en la convención del 27 de mayo el retiro de la alianza.

Ese estado de ánimo, mezcla de impotencia e incertidumbre, es el que se aprecia en Catamarca.

Todos los radicales ambateños sacaron sus propias cuentas, a partir de lo ocurrido en Córdoba, por la falta de unidad y tomaron dimensión verdadera de lo que puede ocurrir.

Si bien es seguro que la toma de decisiones se demorará hasta saber qué resuelve la convención el 27 de mayo, ya hubo declaraciones impulsadas por el miedo. 

Seleccionamos solamente dos de ellas para mensurar como ha sido el “efecto Córdoba”.

Una la deslizó el presidente del comité Capital de la UCR, Roberto Gómez, quien clamó por la unidad y por el regreso al ruedo partidario del exgobernador Brizuela del Moral. Dijo, sintéticamente, “habría que preguntarle cuál es el problema y decirle que las internas han pasado. Que lo necesitamos y que no es bueno que no esté dentro del partido”. Fue más allá al indicar “acá no deben haber bendecidos”, lo que fue un claro reto a la conducción nacional.

José “Chichi” Sosa, otra figura importante de la UCR, en términos parecidos, realizó su análisis. Indicó que la primera lección de Córdoba tiene que ver con la unidad y la segunda, en tono totalmente irónico, fue para Carrió. “Sería importante que no nos ayude mucho”. Dardo envenenado, si los hay.

Lo dijimos 24 horas antes que abrieran las urnas: “Córdoba no será una elección más”. Hoy se sienten las consecuencias. Las esquirlas saltaron hacia los cuatro puntos cardinales y el proceso político ha entrado en ebullición máxima. Por eso se explican las explosiones de la semana y, seguramente, las que vendrán.

En relación a los dichos de Gómez y Sosa, más allá de los anhelos, se renuevan las dudas. El radicalismo de Catamarca sigue partido por la interna fallida del 2 de junio de 2018. Se encamina a una PASO “a todo o nada”, pero lo peor será armonizar el discurso. ¿Cómo hacer campaña sin apoyarse en el gobierno nacional que, por estas tierras, tienen elevados índices de imagen negativa? Nadie, por estas horas, parece dispuesto a responder al dilema existencial de Cambiemos en Catamarca. Comprensible, por supuesto. No hay nada para decir.

 

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Comentarios

18/5/2019 | 04:40
#149006
Vos sos CARDIÓLOGO y sabes bien que Eduardo tiene sus achaques. ¿ Tiene sentido llamarlo a ser candidato a sus 75 años? VEINTE AÑOS TUVIERON PARA HACER ALGO Y NO LO HICIERON. ¿ APRENDIÓ EN UN POST GRADO BDM u OSCAR? No jodas a Catamarca. Si pierde el peronismo- posible si se alinea con Cristina Kirchner - vascacdejar un anciano a cargo. Varios YA SOMIS ANCIANOS y no tenemos ni el 20% del estado fisico de Lucía, Raúl o Manzi. Vos mismo si quieres pelear la gobernación hazlo. Por allí se te da ( en aquella circunstancia) pero no llames abuelos a candidatearse.

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