Editorial
Unánime
Más de un lustro pasó desde el doloroso alud que en una fatídica noche de verano arrasó con parte de las localidades de El Rodeo (Ambato) y Siján (Pomán), con el trágico saldo de más de una decena de vidas perdidas.
Más de un lustro pasó desde que se inició un reclamo judicial tendiente a determinar si existieron acciones humanas suficientes como para potenciar los efectos del desastre natural, y desencadenar una catástrofe sin precedentes.
En estos años se realizaron estudios, investigaciones y análisis de toda clase. Pero lo cierto es que poco y nada se avanzó. No se reunieron elementos como para verificar si hay margen legal para endilgar algún grado de responsabilidad por aquellas irreparables pérdidas.
La Justicia, que tantas quejas y objeciones motiva, en torno a esta tragedia alcanzó un triste logro: que todas las partes expresen su malestar y disconformidad en modo unánime.
Familiares de las víctimas, damnificados, imputados, todos coinciden en sus muestras de insatisfacción por los magros resultados de cinco años de un proceso judicial que apenas se mueve.
Es indiscutiblemente un caso difícil, pero por su magnitud merecía mejores respuestas.
Esta justicia de andar lento y errático, que tarda casi dos décadas en desandar denuncias comunes por hechos de corrupción, y llama a juicios 15 años después de producidos actos como el “megafraude” o las “compras directas”; tampoco aquí estuvo a la altura de las circunstancias.
Una deuda compleja para saldar, e incluso mucho más delicada que supuestas malversaciones de fondos públicos.
El dolor de quienes perdieron seres queridos durante el alud, imponía un accionar más certero de los conductores de la causa.
Lamentablemente, hasta el momento, la gravedad del caso no alcanzó para que su tratamiento se distinguiera de cualquier otro expediente.