Cuestión a atender
Quien haya circulado en estos días en vehículo por el centro capitalino se habrá visto obligado a ensayar una paciencia infinita en razón del caos de tránsito provocado por las obras de semipeatonalización. Aunque el problema es coyuntural, desde hace un tiempo moverse por la zona de las cuatro avenidas es cada vez más dificultoso.
El propio diseño urbano rígido de calles estrechas, heredado de la época colonial, sumado al progresivo incremento del parque automotor genera los consabidos colapsos en hora pico y un creciente peligro para los transeúntes.
Una solución de fondo, por supuesto, es el traslado de edificios escolares y estatales fuera del casco histórico. Algunas instituciones educativas han anunciado planes de relocalización, incluso con financiamiento oficial, pero no se vieron avances concretos.
Tampoco desde ciertas dependencias del Estado se han ensayado cambios. Ahí están los Tribunales, al igual que la Legislatura, en sus lugares de siempre.
Ambos Poderes habrían tenido pensado -y hasta presupuestado en algún momento- cambiarse de lugar, por ejemplo a la zona cercana al Predio Ferial, en donde tendrían terrenos propios, pero esos planes tampoco vieron la luz. Sus cientos de empleados, muchos de los cuales llegan en auto o moto a trabajar, agravan sustancialmente el panorama.
Afortunadamente, muchas dependencias del Ejecutivo fueron llevadas al CAPE, pero también allí la cantidad de autos se está volviendo un problema.
Una alternativa podría ser promover el uso de vehículos eléctricos individuales, como las bicicletas que alguna vez regaló la comuna en un evento, pero éstas suelen ser caras. Organismos crediticios estatales de la Provincia o el municipio capitalino bien podrían ofrecer operatorias blandas para adquirirlas.
La falta de ciclovías conspira con cualquier propuesta de desalentar el uso del auto.
A esta altura, urge que los planes de urbanización empiecen a tomar en cuenta acciones concretas que alivien, aunque sea en parte, el congestionado centro. De ello depende que no se tengan consecuencias potencialmente trágicas en un futuro no lejano.