Editorial

Maquiavelo

sábado, 22 de junio de 2019 00:00
sábado, 22 de junio de 2019 00:00

Es casi unánime la consideración de las enseñanzas de Maquiavelo, en particular en su obra “El Príncipe”, como un compendio de consejos cínicos. De hecho, el término “maquiavélico” es utilizado como sinónimo de maldad, mezquindad, interés, etc.
Cabría preguntarse, en todo caso, por qué un legado de semejantes características ha perdurado con tanta vigencia a través de casi seis siglos.


Lo cierto es que Maquiavelo era dueño de una inteligencia y claridad conceptual deslumbrantes, y su actividad diplomática desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes. Su principal objetivo político fue preservar la soberanía de Florencia, siempre amenazada por las grandes potencias europeas, y para conseguirlo creó la milicia nacional en 1505. Intentó sin éxito propiciar el acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II, cuyo enfrentamiento terminó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia.


Como consecuencia de este giro político, Maquiavelo cayó en desgracia, fue acusado de traición, encarcelado y hasta torturado. Tras recuperar la libertad se retiró a una casa de su propiedad en las afueras de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas su obra maestra, El príncipe.


La obra de Nicolás Maquiavelo brilla por igual en los terrenos de la política y la literatura. Sus textos políticos e históricos son hijos de su experiencia diplomática al servicio de Florencia. Allí anticipa la teoría cíclica de la historia: la monarquía tiende a la tiranía, la aristocracia se transforma en oligarquía y la democracia en anarquía, lo que lleva de nuevo a la monarquía.


Maquiavelo describe distintos modelos de Estado según cuál sea su origen (la fuerza, la perversión, el azar) y deduce las políticas más adecuadas para su supervivencia. Desde esa perspectiva se analiza el perfil psicológico que debe tener el príncipe y se dilucida cuáles son las virtudes humanas que deben primar en su tarea de gobierno. Maquiavelo concluye que el príncipe debe aparentar poseer ciertas cualidades, ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la razón de Estado, encarnada en su persona.


La historia se encargaría de darle la razón la mayoría de las veces, y de desmentirlo sólo esporádicamente.

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