Apuntes del Secretario

lunes, 24 de junio de 2019 04:09
lunes, 24 de junio de 2019 04:09

El cierre de las listas de precandidatos en Catamarca dejó variadas lecturas y habrá otras que pueden tomar forma con el transcurrir de los días. Recién entonces se sabrá cómo puede ser la proyección hacia el 11 de agosto, fecha en que se llevarán a cabo las Primarias en toda la provincia. Lo que desde ya quedó consolidado es que el “festival de reelecciones” fue mucho más allá de lo esperado. Las fuerzas principales, que se expresan a través del peronismo y el radicalismo, optaron por darle continuidad a la mayoría de quienes ya vienen ejerciendo en las diferentes categorías, lo que por cierto provoca roces y resentimientos. De esta manera, prácticamente todos los intendentes y concejales tratarán de repetir, aunque algunos deberán sortear primero enfrentamientos domésticos en el marco de las PASO. En lo que hace a las estratégicas nominaciones legislativas ocurrió lo mismo, por lo tanto nadie debe esperar grandes variantes a partir del próximo año. En lo que respecta a las Primarias, aunque generen polémicas por lo que representan como gasto del Estado, hay que reivindicarlas porque permiten competencias que los partidos políticos, por cuenta propia, impiden con mecanismos tramposos y los aborrecibles arreglos de cúpula que, en nuestra provincia, existieron hasta el año 2013.

 

Paradójicamente, en la puja por la principal precandidatura no hay posibilidades de reelección y tampoco se repetirán nombres del pasado. El renunciamiento histórico de Lucía Corpacci, destacado en forma unánime por las fuerzas locales y los medios nacionales, abrió el camino para que Raúl Jalil pueda reemplazarla en nombre del peronismo. Su principal rival será el médico radical Roberto Gómez, que suplantará a uno de los postulantes eternos, el actual diputado nacional Eduardo Brizuela del Moral, quien supo de las mieles del triunfo en 2003 y 2007 y del sabor amargo de la derrota en 2011 y 2015. La disputa Jalil-Gómez, sin necesidad de apelar a encuestas, seguramente polarizará las contiendas por venir, lo que convierte las precandidaturas de Hugo “El Grillo” Ávila (Consenso Federal) y Ariel López (Frente de Izquierda) en actos puramente testimoniales.

 

Imposible soslayarlo. El gran gesto de Lucía Corpacci al no optar por un tercer mandato cuando tenía todo para hacerlo y nadie lo podía impedir, deja abierta una puerta para reformar la Constitución Provincial. Su decisión ha sido ponderada hasta por la oposición, el sector que de alguna manera le reclamaba ejemplos de coherencia para apoyar la necesidad de reformar el texto de 1988 que, entre otras lindezas, permite la reelección indefinida, no sólo del gobernador y vice, sino también de legisladores de toda laya y los intendentes que, de hecho, son “pequeños gobernadores” de sus respectivos distritos. Veremos qué pasa en los próximos tiempos con este tema y qué dicen los legisladores que, en agenda, tienen el proyecto reformista que, de aprobarse en tiempo y forma, podría determinar que el 27 de octubre –fecha de la elección provincial definitiva- se elijan los representantes de la asamblea constituyente que sesionaría en los primeros meses de 2020. Si todos están de acuerdo, como dicen estarlo, no habría chicana que valga para seguir postergando la reforma. Como el oficialismo impulsa la medida, todas las responsabilidades políticas se transfieren a la oposición.

 

Hablando de la oposición. A contramano de lo que se pensaba, “la sangre no llegó al río” entre Oscar Castillo y Eduardo Brizuela del Moral, quienes a través de distintos intermediarios lograron un precario acuerdo sobre el armado opositor. Para que ello ocurra volvieron a cambiar figuritas. El senador nacional realizó, sobre la hora, un juego verdaderamente impecable. Cuidó que nadie interfiriera en la precandidatura capitalina de Flavio Fama, que es de su directo interés, y cedió nada menos que el casillero de gobernador para Roberto Gómez que, de yapa, capitalizó la reelección de Juan Fernández como diputada provincial. Además, atrajo a Rubén Manzi como postulante a diputado nacional y a Miguel Vázquez Sastre como senador de la Capital, con lo cual destrozó el andamiaje de los llamados “inorgánicos” que desistieron de armar una lista en toda la provincia. Por si fuera poco, posibilitó la reelección de Lobo Vergara –controversial como pocas puertas adentro del radicalismo- y le pagó viejas cuentas de sumisión al andalgalense Alejandro Páez, que encabezará la lista de diputados provinciales. Aunque haya dejado heridos, la estrategia de Oscar Castillo ratifica su enorme capacidad para arreglos que, como lo dijimos en otras ediciones, se prolongan en conversaciones con fuerzas peronistas, concretamente con Luis Barrionuevo vía “Coti” Nosiglia.

 


En la lista de perdedores, por imperio contrario, hay que anotar a Eduardo Brizuela del Moral. En el ocaso de su larga carrera política (fue dos veces rector, tres veces intendente, dos veces gobernador, una vez senador nacional y sigue en el Congreso como diputado), pese a mantener todavía la mejor intención de voto entre los radicales, prefirió negociar unos cuantos cargos para familiares y amigos antes que adentrarse a una lucha partidaria para la cual, posiblemente, ya no esté físicamente preparado o dispuesto. De hecho, habría existido un ofrecimiento del sector inorgánico para que, después de la deserción de Manzi, tomara la precandidatura principal, pero desde la propia familia le habrían impedido avanzar. Como quiera que sea, las concesiones que hizo prácticamente sepultan a su Movimiento Renovador, que quedó totalmente deshilachado y sin figuras que lo distingan como fuerza política de valía. Esto no quiere decir que toda la gloria va a parar a los territorios castillistas. Eso lo sabremos a la hora de contar los votos: si hay una buena elección, ni siquiera digamos un triunfo, el poder celeste habrá de reactualizarse. Si no ocurre tal cosa, una derrota aplastante por ejemplo, cargará con toda la responsabilidad.

 

Para bien o para mal, aceptable dentro de un proceso interno muy complicado, las conductas de Rubén Manzi y Miguel Vázquez Sastre terminaron inclinando el fiel de la balanza a favor del castillismo y, de paso, sepultaron la idea de la lista paralela. El preferido de Lilita Carrió, por largos dos años, caminó la provincia con el traje de candidato a gobernador y sobre la hora saltó hacía una postulación que, prácticamente, lo lleva al Congreso de la Nación y deja de lado el albur de ser gobernador. Algo parecido ocurrió con Vázquez Sastre, que tomó con satisfacción la precandidatura a senador por la Capital antes de pensar en una PASO de resultado incierto por la intendencia. Frente a los repentinos cambios de camiseta, Brizuela del Moral rechazó ponerse al frente, Ricardo Guzmán hizo lo propio y el efecto arrastre alcanzó al concejal Simón Hernández, el único que mantuvo firmeza en el tiempo en cuanto a sus pretensiones, aunque se quedó con las manos vacías.

 

En otro extremo del paisaje político, triste, solo y rumiando las incertidumbres del futuro se ubica el senador nacional Dalmacio Mera que, a pesar de disponer del apoyo efectivo de un candidato presidencial, no pudo armar nada en la provincia y terminó justificando su impotencia con un supuesto gesto a favor de la unidad del peronismo. También salió por las redes sociales a pavonearse de haber contribuido para que le restituyan a la Provincia dineros públicos que le debía la Nación en concepto de Coparticipación Federal con los cuales, según explicó, se podrían realizar grandes obras como un sinnúmero de escuelas, viviendas, rutas y hospitales de alta complejidad. Que sepamos, la devolución fraccionada del 15% que le descontaban a Catamarca desde 1992 (concesión del extinto Arnoldo Castillo a Cavallo para el sostenimiento del sistema jubilatorio) nació de un fallo de la Suprema Corte de Justicia que, a fines de 2015, dictaminó a favor de Santa Fe, San Luis y Córdoba. El beneficio para el resto de las provincias, mediante decreto que firmó a días de dejar la presidencia, fue extendido por Cristina Fernández. De allí en más, se desconocen las acciones que, según dice, realizó Mera.

 

Por ahora, solamente por ahora, tampoco le fue bien a Luis Barrionuevo. Como lo dijimos en todo momento, sus incursiones por Catamarca para realizar anuncios extraordinarios no pasaron de ser expresiones de deseo. Ni siquiera pisó la provincia en las horas decisivas, seguramente preocupado por la suerte de su esposa, Graciela Camaño, a la que finalmente consiguió ubicar como primera precandidata a diputada nacional de la provincia de Buenos Aires en la fórmula Lavagna-Urtubey, a la cual formó y alienta con la colaboración de poderosos grupos económicos. De todas maneras, el gastronómico se ubicó como precandidato por Catamarca a diputado nacional –enfrentará en la misma línea a Lucía Corpacci y Rubén Manzi- e inscribió a Maximiliano Mascheroni, su sobrino, para que les dispute la intendencia a Gustavo Saadi y Flavio Fama. Para completar la fórmula, no para otra cosa, colaboró Hugo “El Grillo” Ávila, que aceptó ir como precandidato testimonial a gobernador.

 

Para algunos fue sorpresa; para El Esquiú.com, no. Conforme lo adelantara hace más de un mes, el multifacético empresario y deportista Walter D’Agostini resolvió ingresar a las arenas de la política y, dentro del Frente para el Cambio, fue anotado como precandidato a intendente de El Rodeo (Ambato), donde tiene domicilio legal. La intención inicial, cabe destacarlo, era capturar la intendencia capitalina, para lo cual recibió ofrecimientos concretos. El inconveniente legal del domicilio operó para que tomara una alternativa distinta que, en caso de ganar, le puede servir de gran experiencia para pensar en otros horizontes.

El Esquiú.com

23%
Satisfacción
5%
Esperanza
5%
Bronca
0%
Tristeza
5%
Incertidumbre
58%
Indiferencia

Comentarios

Otras Noticias