Políticas de estado
Con sus más y sus menos, la gestión capitalina que termina en diciembre logró, a lo largo de estos siete años y medio en los que condujo los destinos del principal núcleo poblacional de Catamarca, poner en práctica un plan sustentable de desarrollo urbanístico como hace décadas no se ejecutaba.
Fuera de las tareas puntuales de embellecimiento y revalorización de paseos públicos o la creación de nuevos espacios de cultura como el Museo Caravati y el Museo de la Virgen, hubo innovaciones de más amplio alcance con los corredores para el transporte público, la instalación de una zona de esparcimiento nocturna -donde fueron relocalizados cuatro boliches que generaban problemas por su ubicación previa-, y la modernización de la recolección de residuos con la instalación de los contenedores.
Se avanzó también con la apertura de nuevas avenidas de interconexión y se colaboró con obras de la provincia como la ruta por la Quebrada de Moreira, además de instalarse miles de luminarias Led en las calles del centro y la periferia.
Menos visible aunque no menos importante fue la construcción y ampliación de desagües pluviales para evitar los anegamientos tan frecuentes en algunas partes de la ciudad, como la avenida Alem.
En definitiva: había una idea -o varias- sobre la forma en que debía ir transformándose San Fernando del Valle para atender el progresivo incremento poblacional y, al mismo tiempo, diferentes requerimientos de la vida moderna.
Los cambios que se produjeron en la Capital impactaron asimismo en propuestas de gestión llevadas adelante en diferentes distritos del interior. Ahí están como testimonio el mejoramiento de plazas en Fiambalá y Tinogasta, o el plan urbanístico que acaba de anunciar la comuna de Fray Mamerto Esquiú junto a la Unión de Arquitectos, para definir las intervenciones que deben realizarse a fin de prever el crecimiento del departamento en la próxima década.
La mayoría de estos planes precisan de la continuidad en el tiempo, más allá de los cambios de administradores. En un año electoral, sería bueno que oficialistas y opositores se pongan de acuerdo en sostener planificaciones, en el entendimiento de que hay que asegurar consensos básicos y avanzar hacia políticas de estado, apartándolas de la disputa coyuntural.