Malala es una niña de Pakistán cumple hoy 22 años. En 2013, a sus 16, se había convertido en la mujer más joven en ser nominada al Premio Nobel de la Paz por su trabajo activista en la educación y los derechos de las mujeres. 

Malala es de Mingora, un pequeño pueblo paquistaní donde el Talibán prohibió por un tiempo que las mujeres recibieran educación. En 2009, cuando Malala tenía apenas 11 años, comenzó un blog, bajo un pseudónimo, para la BBC, que contaba cómo era para ella vivir bajo las reglas del Talibán; así como sus pensamientos acerca de la educación de las mujeres. Malala escribía notas a mano y se las pasaba a un reportero de la BBC en secreto. Él las escaneaba y mandaba por mail para mantener a la pequeña tan “protegida” durante el proyecto como fuera posible. 

Continuó promoviendo sus ideas, dando entrevistas y hablando acerca de ese derecho que se le había negado. Pero Malala comenzó a recibir amenazas de muerte y en el verano de 2012 los líderes del Talibán decidieron, de forma unánime, asesinarla.
En octubre de 2012 el Talibán ejecutó la orden, disparándole en la cabeza mientras regresaba a su casa desde la escuela. Gravísima, fue trasladada a un centro asistencial de Inglaterra donde se recuperó y pasó por un proceso intenso de rehabilitación.
Figuras internacionales comenzaron a apoyar su causa desde entonces. El enviado especial de las Naciones Unidas para la Educación Mundial, Gordon Brown, lanzó una petición a nombre de la mujer con el slogan “Yo soy Malala” pidiendo que todos los niños del mundo tengan acceso a la educación para el 2015. Esta petición ayudó a la ratificación de la primera ley de “Derecho a la Educación” de Pakistan. Malala no ganó el Premio Nobel de la Paz en 2013, pero lo consiguió un año más tarde, a los 17. 
Su historia genera admiración, pero a la vez un enorme dolor, por lo cruel y absurdo que puede ser este mundo a veces.