Editorial
La pata que falta
Mucho se habla y se escribe en torno a conceptos como seguridad vial y educación vial, pero es menos familiar otro concepto relacionado, quizás es más débil en Catamarca: la responsabilidad vial.
Cuando se repasa la interminable estadística de siniestros viales o la dolorosa nómina de víctimas fatales, año tras año, se renuevan las preocupaciones y se busca cómo enfrentar el problema, con miradas que casi siempre se dirigen a las autoridades, a los controles, a las multas, etc.
Pero la pata que le falta a esta mesa, sin perjuicio de que otros aspectos se puedan mejorar, es la responsabilidad vial: lo que cada conductor y peatón deben aportar para que el tránsito mejore.
Todas las acciones tienden a la prevención de accidentes de tráfico con el objetivo de proteger la vida de las personas.
La cortesía y precaución en la conducción de vehículos, el respeto al agente de vialidad, la protección a los peatones, personas con discapacidad y ciclistas, la prevención de accidentes, el uso racional del automóvil particular; pueden considerarse aspectos muy básicos, pero no siempre se los contempla.
La responsabilidad vial también está determinada por las señales de transito y el respeto que conductores y peatones tienen hacia ellas. Estas señales actúan como guía en la vía pública y marcan ciertas conductas que se deben adoptar
Dada la importancia que tienen la seguridad, educación y responsabilidad vial en nuestras vidas, desde hace años en los centros de enseñanza de todo el mundo se apuesta por impartir sesiones, jornadas o clases. De esta manera, lo que se pretende es que desde pequeños tengamos claras las normas de circulación y las acciones a realizar, tanto al volante de un vehículo como peatones, para poder evitar accidentes.