Editorial
Ciudadanos
La celebración de un nuevo cumpleaños de la ciudad invita a reflexionar sobre el significado de compartir un mismo sitio, de ser vecinos, de ser ciudadanos, en toda la extensión del término.
Solemos quejarnos por aquello que no nos gusta o no funciona bien. En algunos lugares será un servicio, en otro un bache en la calle, en otro algún basural. Y no está mal reclamar, siempre y cuando se tenga presente también que convivir nos impone además nuestras propias obligaciones.
Ser ciudadano no es sólo habitar una ciudad, significa participar activamente en la vida de ese hogar compartido.
Como ciudadano uno puede y debe informarse sobre lo que sucede a alrededor para aportar ideas, promover y apoyar cambios, mejoras y expresar opiniones con libertad y respeto.
Hoy es habitual que se proteste o se reclame la intervención de organismos oficiales para solucionar cualquier inconveniente, y eso no es negativo en sí mismo.
Pero lo cierto es que muchos barrios nacieron y crecieron también gracias a los propios vecinos, que se reunían para arreglar un espacio verde, para mejorar una calle, para tapar un pozo, para limpiar, para construir un centro barrial.
No se trata de encarar grandes obras de modo particular, sin de colaborar, interesarse, contribuir, quizás, desde pequeñas acciones, como limpiar las propias veredas.
La clave seguramente pasa por complementar acciones vecinales y oficiales, para encarar el mejoramiento de la ciudad en forma conjunta.
No es, en definitiva, otra cosa que el compromiso necesario para valorar algo que es de todos, y que debe significar más que un día no laborable en a primera semana de julio.