Importa
“¿Para qué ir a votar?”, “Si no vas no pasa nada”, “Las PASO no definen nada”, “¡Quién te va a controlar si votaste o no!”, “Después decís que estabas enfermo, pagás una multa y ya está”. En jornadas cívicas como la de hoy, suelen aparecer esta clase de comentarios, algunos producto del desinterés, del desencanto o de la simple fiaca de salir de casa un domingo para ir a votar.
Pero es importante hacerlo. Es importante participar. Y es esencial hacerlo responsablemente. Podremos equivocarnos, podremos votar bien o mal. Pero hay que hacerlo a conciencia, pensando, reflexionando, decidiendo libremente.
Es el momento en que este sistema democrático, con todos los defectos que pueda tener, nos ofrece la mejor oportunidad: el verdadero poder de elegir.
Felizmente, hay muchos ciudadanos que ahora pueden considerar las elecciones como algo rutinario, repetitivo, aburrido. Significa que nos acostumbramos a votar. Y eso ocurre porque nuestra democracia se afirmó en casi cuatro décadas de ejercicio contínuo, en las que pasaron buenos y malos gobiernos, pero todos elegidos por el voto popular.
Para tener esta posibilidad, hubo otros que sufrieron mucho. Que sufrieron persecuciones, violencia y hasta la muerte. Por expresarse, por disentir, por opinar, por militar. Nunca perdamos de vista el real y auténtico valor de poder decir lo que pensamos, de poder decidir quiénes serán nuestros representantes.
Es nuestra manera de pronunciarnos sobre el futuro de la ciudad, de la provincia y del país. En el cuarto oscuro, con la razón y el corazón, vivamos el momento del voto con la alegría que implica ser libres. Un privilegio que no se encuentra en todos los lugares ni en todas las épocas.
Y que decidamos lo mejor para nuestra amada Catamarca y nuestra amada Argentina.