El 4 de agosto es el día de aquellos que con sus manos elaboran los más ricos panificados que disfrutamos cada día, ya sea para compartir un mate, un té o acompañar un rico estofado. En Argentina es una jornada especial para todos aquellos que se dedican a la elaboración de este nutritivo alimento.

 El Día del Panadero es, en realidad, el Día Nacional del Obrero Panadero. Se conmemora la creación de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, algo así como el primer sindicato de obreros panaderos, el 4 de agosto de 1887.

Todo fue ideado por Enrique Malatesta, famoso anarquista que pasaba sus días en Buenos Aires en esa época. Recién en 1957, fue reconocido el 4 de agosto como el Día Nacional del Panadero por el Congreso Nacional argentino.

Esta es una profesión que se encuentra en constante transformación debido a los cambios que se producen en los hábitos de los consumidores y, que más allá de preparación y venta del pan o la fabricación de pasteles, exige competencias generales muy diversas para las que hay que prepararse de forma adecuada.

Las antiguas panaderías mutaron de rústicos ambientes a locales actuales en los que se puede encontrar una variedad de productos listos para lo cotidiano, desayunos, almuerzos, cenas, meriendas, entre otros. El reto del panadero moderno fue precisamente encontrarse en un ambiente tan demandante que tuvo que reinventarse y diversificarse.

El reto del panadero moderno, es adaptarse a los cambios y proveer mejores productos al consumidor. Y también, en esta época, sobrevivir, porque los insumos aumentan y el pan en la mesa, que era infaltable, tristemente es en algunos hogares un artículo que no todos los días se puede pagar.