En el encuentro femenino “De mujer a mujer”, donde referentes de distintos ámbitos se encontraron con la gobernadora Lucía Corpacci y candidatos del Frente de Todos, se expuso una gran verdad, vinculada con un tema delicado como el ejercicio la prostitución y todo lo que encierra.

Lo mencionó el diputado nacional Gustavo Saadi, al recordar que en el inicio de la gestión de Raúl Jalil, que lo tuvo como secretario de Gobierno, se erradicaron los prostíbulos en la ciudad.

Naturalmente, planteó la medida como una acción concreta de respeto y defensa de los derechos de las mujeres,  ya que se terminó con la posibilidad de explotación sexual, incluso de menores, que ocurría en la Capital provincial.

Pero el tema se hace más profundo cuando se observa que con esa acción no se descubrió ninguna trama oculta de la mafia, sino que se atacó un comercio vil que funcionaba a plena luz y a la vista de todos.

Porque hipócritamente al mismo tiempo se prohibía la prostitución, y se permitiía que estos locales funcionaran bajo el disfraz de “whiskerías”, cuando todos sabían que eran lupanares.

Identificados y localizados sin margen de error, trabajaron durante años porque los organismos de control miraban para otro lado, en una actitud cómplice y desinteresada.

Eliminar los prostíbulos requería de una real decisión política, ya que era una medida que no podía sobrevivir en el simple terreno de lo discursivo.

Se hizo y se cumplió, mérito que debe reconocerse y sin duda se valora especialmente en épocas en que los derechos de las mujeres adquieren una mayor visibilidad.

Se podrá hacer críticas sobre la gestión municipal, pero cuando haya que admitir aciertos ese hito sin duda merecerá un espacio destacado, porque puso fin a años de silencioso martirio para muchas mujeres.