Con gran repercusión pública, en los últimos días se conoció una investigación policial que se extendió durante más de un año, y que terminó por desbaratar una suerte de fábrica de sellos, certificados y documentos truchos.

Todo se originó cuando una médica se encontró con un certificado firmado y sellado por ella, cuando en realidad tenía la certeza de que nunca lo había avalado y alguien había utilizado su nombre.

La profesional hizo la denuncia, y allí comenzó la lenta tarea policial, que terminó más de un año después, en un domicilio en el cual se arrestó a una mujer, y se encontraron al menos 40 sellos apócrifos.

Había de todo, desde sellos de médicos hasta de la propia policía, pasando por DNI, certificados universitarios, etc.
De acuerdo con lo que se pudo conocer, personal policial especializado y encubierto, simuló requerir alguna documentación para comprobar cómo funcionaba el sistema. Al parecer, se precisaba la documentación que necesitaba el “cliente”, se fijaba un precio, y tras el pago se concretaba la entrega en un lugar público, como un bar.

Nada cuesta imaginar lo redituable del vil negocio. Y tampoco el enorme daño que puede hacer: personas con antecedentes delictivos graves pueden certificar su buena conducta, personas sanas pueden simular enfermedades para licencias u otros beneficios, se puede acceder a pagos burlando los controles del erario público, se puede obtener constancia de un título o conocimiento sin haber estudiado. El delito es grave, y la Justicia determinará qué responsabilidad cabe y a quiénes por estas estafas organizadas.

Pero hay que señalar otro aspecto del problema: el “negocio” no funcionaría sin cientos o miles de cómplices silenciosos. Aquellos que delinquen sin usar sellos ni documentos truchos, pero buscando esos certificados falsos “por izquierda” para beneficio propio.

Sin un público ávido de atajos ilegales, un esquema corrupto como el que fue descubierto, no tendría modo de funcionar. Lo que indica que hay muchos más responsables  que los que tendrán que responder por esos actos.