Hoy se celebra el Día Mundial Sin Automóvil, una fecha que se implementó para desalentar el uso de vehículos, al comprobarse que su utilización a gran escala está produciendo daños en el medio ambiente. 

Aunque la fecha se implementó hace décadas, nunca tuvo mayor impacto real, y posblemente nunca lo tenga. Se hace un llamado a los ciudadanos a dejar el auto por un día y probar nuevos medios de desplazamiento. Aunque la idea ya venía de antes, fue en la década de 1990 cuando comenzó a adoptarse.

A partir de la crisis petrolera de 1973 comenzaron a aparecer iniciativas para desalentar el uso del coche y promover medios de transporte más eficientes. Sin embargo recién en octubre de 1994 se organizaron las primeras jornadas sin coches. En un principio las ciudades de Reikiavik (Islandia), La Rochelle (Francia) y Bath (de Reino Unido) tomaron la iniciativa de aplicar la restricción. Y como campaña a nivel nacional, el primer país en hacerlo fue Gran Bretaña en 1997. 

En el año 2000 se constituyó como una iniciativa europea por la Comisión Europea y ese mismo año se transformó en un “día mundial”.
Donde tiene más impacto es en Colombia: allí incluso por referéndum se prohibió la circulación de vehículos para este día. En Madrid la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza (Aedenat), Comaden y Pedalibre promovieron un “Pleno sin coches” y los políticos fueron invitados a participar acudiendo a trabajar en medios de transporte alternativos: sólo se sumó un concejal. En México, la zona céntrica de la capital se cierra y sólo se permite caminar o andar en bicicleta.

No es malo el espíritu del día, pero debería rescatarse su simbolismo de un modo práctico para que tenga efecto real, de lo contario seguirá pasando inadvertido eternamente.