Desde la bancada periodística

Veníamos tranquilos…y habló Cáceres

sábado, 7 de septiembre de 2019 00:08
sábado, 7 de septiembre de 2019 00:08

Los hombres o las mujeres no sólo quedan en la historia por las buenas acciones. También lo hacen por sus fallidos, por su ineptitud o por conductas reñidas con la ética. Sin riesgo de equivocarnos, podemos afirmar que al doctor José Ricardo Cáceres esa historia no le tiene reservado un lugar de privilegio. Pero, ojo, tampoco pasará desapercibido. Mucho peor. Puede quedar señalado como un arquetipo de lo que no debe ser un juez. Ni hablar si, además, es ministro o presidente de una corte suprema, cualquiera sea.

Todo esto lo venimos proclamando desde hace rato. Años, digamos. Lo hicimos con el respeto que merece la investidura del doctor Cáceres y ofreciéndole, sin “chicana”, el espacio que considere necesario para que, sin cortapisas, exprese sus pareceres o la defensa de deslices recurrentes.

Esta semana, como ocurre cada tanto, desenfrenados diagnósticos suyos sobre el funcionamiento de la Justicia que, con energía y respaldo político, manejó por casi tres décadas, volvieron a despertar las pasiones ciudadanas.

En un encuentro con la prensa, que supo resaltar El Esquiú, cargó contra los abogados, a los que señaló como responsables directos de frenar el ágil desenvolvimiento que requiere la Justicia. 

Aparte de “chicaneros” seriales, aludió a la mediocridad de sus bases académicas, con lo cual fue contra la educación pública de estos tiempos. “Los abogados dilatan (…) para cobrar, haciendo apelaciones que no corresponden. Total, si pierdo, lo mismo gano honorarios” (sic), indicó alguien que, desde su alta función, en el supuesto que las cosas fueran como dice que son, no se preocupó en serio por generar modificaciones en entendimiento con el Poder Legislativo o la política misma, terreno donde tuvo los más amplios respaldos que puede pretender un juez. ¿O, acaso, fue un juez de cartón desde 1992 al 2011?

“Habló Cáceres”, dice el título de esta columna sabatina. Sabíamos, de antemano, que no iba a tener la última palabra.

 

Desapego con la ética y la prudencia

El Colegio de Abogados de Catamarca, que tiene oficialmente posición tomada sobre la permanencia irregular de Cáceres como ministro de la Corte, tardó sólo horas en reaccionar y condenar posición públicas que agregan desprestigio a todo el plexo judicial.
Como definición general, le dijo en una solicitada publicada en los dos diarios locales “Abogado ministro de la Corte, José Cáceres, usted ha realizado una vez más un acto de expresión público que repite una conducta de profundo desapego con la ética y la prudencia, actitud esta que lo convierte en un hombre que reniega de los principios y valores que declama”. Complementan los colegiados con un lapidario interrogante: “¿será posible que algún día explique a la comunidad catamarqueña qué es la Justicia para un juez que tiene en sus manos, por mandato constitucional, durante años, la responsabilidad de aplicar las leyes que se sancionan para ser cumplidas también por usted, respetando sus garantías y derechos?

 

Abogados y abogados

Su acerba crítica a los abogados y la menor preparación que, según él, tienen las nuevas generaciones con respecto a las más antiguas, generó otros mandobles. Se los propinó el abogado y docente universitario, Rolando Crook, para quien Cáceres jamás ha ejercido la profesión de abogado y, por lo tanto, ignora de qué se trata la película.

Desconocemos si las aseveraciones de Crook se ajustan a la verdad, pero la cronología indica que el magistrado ejerce la magistratura desde hace más de 43 años, con lo cual es posible que haya tenido poco ejercicio en la profesión.

Sin que le temblara el pulso, o le importara un comino convivir con la dictadura que asoló la Argentina y cometió los más atroces crímenes desde el Estado, el 31 de agosto de 1976, a solo cinco meses del golpe militar, Cáceres juraba como juez civil y comercial de segunda nominación.

Por cierto, para ejercer este cargo o el de ministro de la Corte, en el año 1992, el juez de las discordias no tuvo que pasar ningún concurso o examen.  Bien se lo recordó Crook: “jamás ha concurrido a la facultad de Derecho, ni como profesor, ni como asistente, ni como oyente de una conferencia. Nunca ha realizado un curso, maestría o diplomatura de perfeccionamiento, no conoce una carrera o título de postgrado, no sabe que para ser profesor titular regular de una universidad, como las de antes y como las de ahora ( aclaró el exdiputado provincial que lleva, en su caso, 32 años de docente) hay que rendir concurso cada cinco años. Este doctor Cáceres que descalifica a los abogados jamás ha rendido un concurso ni ha revalidado un cargo como lo hacemos los docentes. Ignora, además, que más del 70% de los cargos de la Justicia están cubiertos por abogados que han rendido y aprobado un concurso y que la mayoría son egresados de la facultad de Derecho de la UNCa”.

A partir de esto vienen los “consejos” de Crook que, por los antecedentes personales, presumimos que Cáceres no tomará en cuenta. Primero que “cambie, aunque sea un par de tardes a la semana los modestos banquillos de los bares de enfrente de la plaza por alguna butaca de la academia” y que utilice la inteligencia para saber que un hombre “pasados los 70 años ya sabe, por lo menos, qué es lo que no puede hacer. Aún le quedan algunos días para poder salir de la Corte por la puerta grande”.

 

“Ni el tiro del final”

Las respuestas del Colegio de Abogados y de la Universidad de Catamarca, a través de Crook, no son cuestiones casuales. Cualquiera encuesta, de las muchas que se realizaron estos años, coloca al Poder Judicial entre las instituciones menos creíbles y si se analiza a los magistrados, Cáceres encabeza cómodamente la lista negra.

Que tenga un juicio político pendiente de resolución, por flagrantes violaciones a la Constitución provincial –se sustancia en la Cámara de Diputados desde agosto de 2018-, es tema menor en comparación a las formas que aplicó, al igual que algunos de sus colegas, para atornillarse en el cargo que le otorga status social y político, aparte de razones económicas de numerosos ceros.

A pesar de todo, como bien dice Crook, se le están agotando los tiempos de retirarse por la puerta grande de la Justicia. Si no lo hace, le pronosticamos que “el tiro de final” será terrible para su ego henchido de soberbia y grandilocuencia. Lo sufrirá, inclusive, durante el tiempo que le quede en funciones. Cada fallo que firme le hará sentir la sensación que ya no es juez, aunque no lo hayan notificado.

 

El Esquiú

8%
Satisfacción
0%
Esperanza
25%
Bronca
16%
Tristeza
0%
Incertidumbre
50%
Indiferencia

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