Apuntes del Secretario

miércoles, 28 de octubre de 2020 01:41
miércoles, 28 de octubre de 2020 01:41

Como en todos los gobiernos, dentro del gabinete provincial se juegan internas. Algunas son explícitas y otras se tejen entre bambalinas. Varias de ellas, al menos en el último mes, salieron a la luz. La más comentada fue la del exministro Gordillo, eyectado del gobierno porque, por su pobre gestión en Educación, generó el “fuego amigo” que lo empujó hacia el abismo y dejó a la vieja guardia corpacista sin uno de sus soldados más fieles. Una situación parecida se estaría dando en la búsqueda del reemplazante, que posiblemente sería la abogada Andrea Centurión. Por el cargo pujaban al menos dos sectores internos: la llamada renovación, cuya llave maestra manejan Jorge Moreno y Fernando Jalil, y lo que pueda quedar –poco, muy poco- del sector que conducía Dalmacio Mera. Si Raúl confirma a Centurión, lo que ocurría anoche, el que sonreirá será Moreno.

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Los apetitos de ambos bandos se prolongan hacia otro ministerio vacante: el de Agricultura, Durante la semana pasada era “número puesto” para el cargo el merista César Tobías, actual conductor de la Agencia para el Desarrollo. Tenía el traje listo para la asunción cuando se movió la interna y varios reflexionaron sobre los merecimientos que tiene Mera dentro del peronismo catamarqueño. Ergo: Tobías devolvió el traje a su perchero.

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Posiblemente nadie le pueda discutir capacidades al actual senador nacional, pero su conducta política en los dos últimos años no observó compromiso con el peronismo lugareño que, en 2011 lo designó vicegobernador y en 2015 lo colocó en el Congreso. Desde allí, sin embargo, jugó contra el kirchnerismo. Tuvo recordados cruces con Alberto Fernández cuando éste no era candidato y hasta formó parte de la avanzada para que allanaran el domicilio de la vicepresidenta Kirchner. Desde lo partidario, por si no fuera poco, acompañó a su primo Juan Manuel Urtubey en la formación de Consenso Federal que enfrentó en las elecciones 2019 al Frente de Todos. Apoyó en esa instancia la candidatura presidencial de Roberto Lavagna, sector que en Catamarca llevaba como postulante a gobernador a Hugo “El Grillo” Avila. En síntesis, los antecedentes no lo ayudan ni para ir por la reelección, ni para pretender espacios en el gobierno, sopena de recibir una andanada de mandobles desde el peronismo. Si podría ocupar, en el futuro, un cargo en el gabinete desde el cual recomponga su imagen.

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Facundo Barros Jorrat, fiscal de Delitos contra la Administración Pública, imputó la semana pasada a los excamaristas Juan Pablo Morales y Raúl Da Prá por el delito de cohecho agravado, calificación pesada que podría llevar a ambos a una severa condena. Más allá que se hayan suspendido las indagatorias, se confirmó una primicia exclusiva de El Esquiú que diéramos a conocer el pasado 9 de agosto. Ese día, extraoficialmente, señalamos que las supuestas coimas venían por la libertad que había dispuesto la Cámara de Apelaciones, integrada por los exjueces imputados, a favor de una de las personas (Daniel Jimenez) que había participado del asalto a la estación de servicios del empresario chacarero “Pirulo” Morales. 

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La prescripción o vigencia de la causa iniciada contra el sacerdote Moisés Pachado por la supuesta agresión sexual a una niña se pospuso, sin que se conocieran las razones, hasta el próximo mes. Cuando gran parte de la comunidad estaba pendiente del tema, esta nueva dilación no hizo más que exacerbar los ánimos, y motorizó protestas y movilizaciones, sobre todo en Belén, donde se considera que se está ofreciendo una suerte de protección especial a Pachado, por su condición de religioso. La posibilidad de que logre eludir el proceso amparándose en la cantidad de años que pasaron desde el presunto abuso, se torna intolerable para quienes creen en la versión de la familia denunciante y reclaman justicia. A contramano de esa situación, finalmente se elevó a juicio la causa que involucra a otro sacerdote, en este caso Renato Rasgido, de Andalgalá. Este cura también transitó un largo camino en la etapa de instrucción, enfrentando denuncias por cuatro hechos diferentes, y oportunamente su defensa también solicitó que se anularan las causas con diferentes argumentaciones. Ocho años después, sin embargo, se decidió que deberá sentarse en el banquillo de los acusados, para responder por el presunto abuso de un niño menor de edad. Se trata de causas graves, delicadas, y agravadas sin dudas porque sus protagonistas son reconocidas figuras públicas que se proclaman hombres de fe, tal como sucedió con el sacerdote Juan de Dios Gutiérrez, vicario de una parroquia en Belén que también quedó envuelto en un oscuro caso.


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Lo que la sociedad reclama mayoritariamente es que estas denuncias tengan curso en la Justicia, y que los acusados sean sometidos al mismo proceso que corresponde a cualquier ciudadano que comete un delito tan atroz. En más de un caso la Iglesia reacciona orgánicamente considerando estas denuncias como ataques a la institución, cuando en realidad son sus propios miembros quienes la atacan, cuando asumen conductas tan enfrentadas con lo que enseña la doctrina católica, y agreden de modo irreparable a quienes les ofrecen su confianza. Ciertamente cada caso merece ser fehacientemente investigado y probado antes de una condena, pero amparar, esconder, ocultar y encubrir a cada sospechoso de un delito sexual es tan nocivo ante los ojos de la comunidad como el abuso mismo. El propio Papa Francisco condenó estos delitos, de modo que no se entiende por qué perduran estas reacciones en muchas autoridades eclesiásticas, en lugar de ser los primeros en separar a los supuestos agresores y ponerlos a disposición de la justicia ordinaria. Por el contrario, suelen simplemente cambiarles el destino.


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A propósito de casos de abuso sexual, han transcurrido más de dos meses desde la condena al intendente  Aybar y no hubo ningún avance en la situación. El tema volvió a emerger en el ámbito legislativo, donde el diputado Daniel Lavatelli señaló que incluso la salida de Aybar será insuficiente si se mantiene todo su gabinete, al observar que los actuales funcionarios fueron ubicados por el sujeto condenado por violar a una menor, y por tanto mostrarán complicidad con la voluntad del jefe comunal, que tarde o temprano deberá abandonar el cargo, para el cual fue reelecto el año pasado. Lavatelli fue más lejos al cuestionar al propio gobernador, Raúl Jalil, por recibir al sucesor natural de Aybar, Carlos Casimiro, quien asumió el control del municipio cuando el titular se tomó una licencia. La crítica, con razón o sin ella, se inscribe en una postura cada día un poco más distante del Ejecutivo, que asumieron un grupo de legislador de los cuales Lavatelli se convirtió en virtual vocero. Puertas adentro de la Legislatura, se atribuye este enojo a una puja interna, en la que los rebeldes se sienten virtualmente ignorados por Casa de Gobierno, mientras los más cercanos al Ejecutivo atribuyen el enojo a una desmedida apetencia de favores, por caso nombramientos solicitados que se considerados excesivos y no habrían sido satisfechos.


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Como viene ocurriendo con cada fecha saliente del calendario político-partidario, el décimo aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner se vivió en Catamarca sólo como rebote de las actividades, discursos y movilizaciones registradas en otros puntos del país. Una situación curiosa si se contempla la enorme incidencia que tuvo el kirchnerismo en la historia reciente de Catamarca, como que fue la fuerza capaz de quebrar la hegemonía que por dos décadas mantuvo el Frente Cívico. Con una estratégica alianza que el propio radicalismo rompió una vez cubierta su expectativa electoral, allá por 2007, el kirchnerismo sembró la semilla del histórico triunfo de 2011. Detrás del armado de ese golpe de timón político estuvo Armando “Bombón” Mercado, un estratega que tuvo un rol decisivo en el propio crecimiento y desarrollo del proyecto kirchnerista, ya no sólo en Catamarca, sino en todo el país. Hija de ese proyecto fue nada menos que Lucía Corpacci, quien en más de una ocasión declaró que “se enamoró de la política” a través de Néstor Kirchner, y mantuvo más tarde una fidelidad incondicional al proyecto nacional y popular, en las horas felices y no tan felices de Cristina.


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Pero la manifestación más fuerte en el décimo aniversario de la muerte de Néstor, indiscutiblemente, llegó de parte de Cristina, quien publicó una sentida y extensa carta, donde respondió uno por uno los puntos que se utilizan como muletillas para atacarla, y además reivindicó y defendió la gestión de Alberto Fernández. En un párrafo, en referencia a quienes se refieren despectivamente a Alberto como un “títere” suyo, sostiene con incuestionable claridad: “son poco creativos, el relato del ‘Presidente títere’ lo utilizaron con Néstor respecto de Duhalde, conmigo respecto de Néstor y, ahora, con Alberto respecto de mí”, para señalar luego que Alberto es en sus formas y estilos todo lo opuesto a ella, y sin embargo recibe los mismos ataques, lo que demuestra que no se reacciona a las personas sino a la defensa de los intereses corporativos que se ven perjudicados con el proyecto que ambos integran. Cristina admitió incluso sus viejas diferencias con Alberto, que fue muy crítico de su gestión presidencial, y no se privó de señalar fallas en Casa Rosada, al aludir sin dar nombres a “funcionarios que no funcionan”; pero en conjunto sus palabras tuvieron un impacto positivo y vinieron a completar quizás el golpe de efecto político de los actos del 17 de octubre, donde su ausencia fue notoria.

El Esquiú

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