Apuntes del Secretario

viernes, 30 de octubre de 2020 01:26
viernes, 30 de octubre de 2020 01:26

Cuando se produjo la designación de Francisco Mercado en el directorio del Banco de la Nación, dispuesta por el presidente Alberto Fernández, llovieron las críticas de la oposición local sobre lo que consideraban una elección absurda y desmedida para quien, según lo afirmaban irónicamente, no tenía ninguna experiencia bancaria y apenas podía ofrecer como antecedente un título de chef, conforme lo expresara el diputado Tiago Puente. En pocas palabras, preferían que no se nombrara a nadie de Catamarca en lugar que fuera a ese lugar el joven Mercado. Hoy, como lo dijimos en su momento, debemos destacar la importancia que tiene para la provincia contar con alguien que traslade las inquietudes del gobierno y la producción al seno de la institución crediticia que, por si no faltaran motivaciones, oficia de agente financiero de la provincia y en muchos años, a cambio de nada, sacó enormes réditos por el hecho de tener cautiva a la masa de empleados públicos. Cuando han transcurrido pocos meses de aquel nombramiento, Mercado ya puede mostrar resultados de su gestión, como el crédito de 2.000 millones de pesos para obras de infraestructura que tramitó y le informó el pasado martes al gobernador Jalil.

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Durante la semana que pasó, más precisamente el jueves 22, cumplió 90 años Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo y una de las figuras públicas más respetadas del país. Su historia es dramáticamente sencilla. Fue mamá de Laura Carlotto, una joven secuestrada el 26 de noviembre de 1977 y asesinada meses más tarde. Todo indicaba que durante su cautiverio y martirio Laura había tenido un bebé, y Estela dedicó su vida desde entonces a buscar a ese niño. El itinerario de Estela es el de una mujer buscando a su nieto, es solo eso, una increíble historia de amor, que tuvo un final de feliz, si cabe el término. No sabemos si puede hablarse de “felicidad”, tal como entendemos ese concepto, para una madre que sabe que su hija desapareció, que fue torturada y asesinada. Pero lo cierto es que encontró a su nieto en 2014, después de buscarlo durante 36 años, y el día que se conoció la noticia el país entero sintió que se había consumado un acto de Justicia divina. Detrás de esa historia de tragedia, de lucha, de reivindicación, pueden desprenderse otras miles de historias, suficientes como para reconstruir los capítulos más dolorosos de la vida nacional. La complejidad y delicadeza del tema, ofrecen un abanico infinito de matices que pueden profundizarse. Y de ese conjunto es que emerge el respeto y la admiración por una mujer que es símbolo de muchas otras mujeres.

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Carlotto fue valiente, en momentos en que ser valiente podía costarle la vida. Nunca se rindió, nunca abandonó su lucha. De alguna manera encontró una fuerza inexplicable para sobreponerse al dolor y seguir adelante. Pero hay más: pudo hacerlo sin odios, sin exabruptos, sin sed de venganza. Ni siquiera levanta la voz. Y mantiene una humildad a toda prueba, incluso en estos días, en que goza de reconocimiento unánime. Dice Estela que el verdadero mérito está en la solidaridad, y no en su caso, porque considera natural salir a pelear cuando fue ella quien sufrió la pérdida. No se da cuenta, en sus palabras, de que pocos pueden hacer gala del valor y el coraje que tuvo ella para seguir andando. A sus 90 años, está perfectamente lúcida y activa, aunque relegada por la pandemia, que la obliga a quedarse en su casa. Fue así que interrumpió su asistencia al grupo de Abuelas por primera vez en 44 años, tal cual se lo adelantó a radio Kakan de esta Capital. Por su cumpleaños, cabe destacarlo, se celebra en el país el Día Nacional por el Derecho a la Identidad, en homenaje a la organización que preside, que ha cambiado cientos de vidas a partir de la identificación de personas que no conocían sus orígenes reales. Y siguen trabajando. Desde que empezó esta batalla contra el coronavirus, murieron otras seis Abuelas de Plaza de Mayo: Clelia “Chela” Deharbe de Fontana, María Angela Lescano, Justa Paiva de Gaona, Aída Kancepolski, Haydee Vallino de Lemos y Antonia Segarra. Señoras grandes, naturalmente, pero que no pudieron ser despedidas por sus compañeras. Y muchas otras, que apenas caminan, siguen buscando a sus nietos. Homenajearlas a todas, a través de Estela, es casi una obligación; al menos para quienes compartan la consigna de que Nunca Más puede admitirse el terrorismo de Estado en Argentina.

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Campo adentro y fuera de los grandes circuitos comerciales, asoma un problema serio derivado por la pandemia, y se vincula con la tarea de las cosechas, que no suelen hacerla quienes siembran, sino los famosos trabajadores golondrina, personas que viajan de campo en campo para ganarse la vida en distintas tierras, según la temporada. Pero la imposibilidad de traslados masivos de un distrito a otro, hizo nacer una doble amenaza: que los golondrinas se queden sin trabajo, y que por ello mismo las cosechas se pierdan. En Mendoza, por ejemplo, ya se lanzó el Registro de Información Nominal para Vendimia y Tareas Agrícolas (Reinventa) con el objetivo de encontrar 10.000 cosecheros en la propia provincia, y minimizar la llegada de foráneos. Por ahora, se sumaron solo unos 3.000 potenciales trabajadores para realizar la dura tarea. También en Catamarca se quiere generar un programa de empleo local buscando unos 4.000 cosecheros para los cultivos olivícolas, y casi todas las provincias están en instancias similares, ante el déficit que se presentará en mano de obra, porque tampoco habrá cosecheros de países limítrofes. La clave en este tema será observar que no se apele al trabajo infantil, obligando a los niños a realizar la cosecha como se hizo durante muchísimo tiempo, más ahora que no hay clases en las escuelas.

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Las semanas pasan y los números de la pandemia en el país son desoladores. Nadie acierta a comprender qué sucedió para que todo se disparara de la manera en que lo hizo, cuando el país era destacado a nivel internacional por su efectivo manejo de la situación. Se esperaba que el “pico” de casos se presentara allá por junio, pero nos acercamos a noviembre y batiendo records de infectados. Argentina ya es el séptimo país con más casos en el mundo, realidad que pega muy fuerte en una sociedad que ha realizado enormes esfuerzos por cuidar su situación sanitaria, y al cabo se encuentra con resultados negativos y más que dolorosos. Algo similar ocurre en Catamarca, donde los meses sin casos generaron en gran parte de la población la ilusión de que aquí el impacto sería leve, y hoy ya superamos los 700 casos confirmados. La sensación mayoritaria es de desazón y confusión, entre otras razones porque se presume -con mucha lógica- que el número de contagiados supera por mucho la cantidad confirmada oficialmente; no porque se oculte información, sino porque es limitada la capacidad de avanzar con testeos y el ritmo de los contagios parece ser mucho más veloz que el de los estudios que se realizan. Al mismo tiempo la presión sobre diversos campos de la actividad económica ha llegado a su límite, por lo que empiezan a reactivarse más y más rubros, en decisiones que desafían toda lógica para el ciudadano común; que enfrentaba múltiples restricciones cuando el panorama era bueno, y ve liberarse casi todo -incluyendo viajes interprovinciales- ahora que se desató la gran ola de contagios. Si por alguna razón todo se fue de las manos o si con las medidas adoptadas hasta aquí se evitó una crisis aun peor, es un dilema que jamás tendrá respuesta. Lo cierto es que se advierte un retroceso desastroso y los temores van in crescendo.

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De la visita del Gobernador Raúl Jalil a Paclín, además de los encuentros políticos y la inauguración de obras de rigor junto al intendente Eduardo Menecier, sobresalió la confirmación de una tendencia que se expande como reguero de pólvora: la habilitación de cajas de crédito municipales. Esa herramienta, que durante décadas fue propiedad exclusiva de Provincia y más tarde llegó a la Capital, en los últimos meses se extiende municipio tras municipio. Desde Fiambalá a Paclín, pasando por Valle Viejo, Fray Mamerto Esquiú y varios más, los intendentes anuncian casi a coro la creación de sus propias cajas de crédito, un mecanismo que en sí mismo no es bueno ni malo, sino que su eficacia depende de la utilización que se le dé. Puede ser importante si funciona para brindar ayuda de manera más ordenada que los tradicionales subsidios particulares, pero será negativa si se aprovecha para afianzar prácticas de clientelismo. Por otra parte, habrá que ver si cada nueva caja puede funcionar como tal, retroalimentándose con el recupero de cuotas, porque de lo contrario puede convertirse en una válvula de escape más para los flacos recursos públicos, sobre todo en comunas que hasta para pagar sueldos y aguinaldos requieren una y otra vez asistencia financiera externa. Pueden ser excelentes las intenciones, pero cuando quien pide siempre prestado se larga a su vez a prestar, es normal que surjan dudas sobre su real solvencia.

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RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, en el último bloque rememoramos acontecimientos del pasado cercano.
En el mes de agosto de 1995, los propietarios del ex Hotel Sussex -la familia Álvarez Saavedra- anunciaba el despido de 33 empleados. A todos ellos le debían los sueldos de junio, julio y el aguinaldo. Fue el principio del fin de un gran emprendimiento de los años 70 que se levantó en medio de un verdadero páramo. Recordemos que se trataba de un hotel 5 estrellas, con piletas climatizadas, salón de baile y una sala de juego donde funcionaba el Casino como existían pocas en el NOA.

El Esquiú
 

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