Apuntes del Secretario

miércoles, 9 de diciembre de 2020 01:41

Frente al pedido de la Corriente Progresista Radical (la conduce Hugo Dardo de la Quintana y tiene como principal referente al diputado José “Chichi” Sosa) para que el comité provincial informe sobre el cronograma electoral, los cambios introducidos a la Carta Orgánica y la conformación de la Junta Electoral, se conocieron los detalles gruesos de la interna que, por cargos partidarios, debería llevarse a cabo el 7 de febrero. La respuesta no tardó en llegar en función que hoy, miércoles, hay que presentar los avales y fichas de afiliación que se agregarán al padrón electoral. Más allá de las cuestiones formales, salvo el castillismo, nadie ha asegurado su participación en la porfía partidaria y es una quimera pensar que se abrirán las urnas. En ese sentido, el oficialismo partidario cuenta con todo a favor para forzar la conformación de una lista única donde los aliados se queden con algún mendrugo que no les alcance para discutir en igualdad de condiciones con el castillismo.

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Desde la restauración de la democracia, los radicales de Catamarca han establecido que el vencedor de la interna partidaria es la que impone las reglas de juego y por ello, precisamente, los aspirantes opositores a cualquier cargo deberían preocuparse desde ahora mismo y no quejarse cuando los planes del oficialismo consoliden su estrategia que, desde ya lo adelantamos, será exactamente igual a la de 2018. Esto es, hablar de unidad hasta el cansancio y, sobre la hora, anotar una lista dejando a los rivales con los brazos cruzados y sumidos en la resignación. ¡Atenti con lo que decimos y, con tiempo, advertimos!

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Existe poco margen de error si se afirma que este 2020 que se acerca a su fin fue el peor año de la historia en materia educativa. Cuando en condiciones normales se persigue el objetivo de que los alumnos completen los 180 días de clase, la realidad indica que la mayoría de las escuelas permanecieron abiertas unos 10 días, y que muchos estudiantes de todos los niveles concurrieron a las aulas durante no más de una semana. Hacer un relevamiento de daños en el área educacional es sumergirse en un pantano donde se reconocen perjuicios insalvables por todas partes. Al margen de lo estrictamente curricular y académico, niños y jóvenes han padecido como pocos los efectos de un ciclo paupérrimo, especialmente traumático para quienes se encontraron en las etapas iniciales y finales de sus niveles. Los pequeños del jardín de infantes vieron retrasado su acceso al sistema, los de primer grado detuvieron su integración, quienes pasaban al secundario quedaron sin poder dar el salto a su nueva etapa. Y también sufrieron y lo sufrirán aquellos que esperaban culminar ahora el secundario para iniciar sus carreras terciarias o universitarias. Con infinitas incógnitas, reglas de juego que van cambiando sin precisiones y mucha incertidumbre, se consumen momentos de la edad biológica de niños y jóvenes que los mostraban aptos para procesos que no pudieron vivir. Por caso, no será lo mismo comenzar la primaria para chicos de siete años, o vivir la experiencia de enfrentar distintos profesores para quienes esperaban hacerlo en marzo pasado; por no mencionar la significativa socialización que ayuda a madurar a los pequeños que recién salen de su hogar para aventurarse en el nivel inicial.

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Es en verdad un desastre de proporciones incalculables, cuyos efectos se verán en el futuro. En la urgencia presentada por la pandemia y la emergencia sanitaria, lógicamente la atención se concentró en otros aspectos, como la salud de la población y la crisis económica. Es natural que no se haya impuesto la preocupación por el alumnado en general, porque incluso en los peores momentos los chicos permanecieron en sus hogares relativamente contenidos, sin un riesgo tangible acechándolos, pero el rol de la escuela en su formación estuvo ausente y eso se sentirá a corto, mediano y largo plazo. Para un niño, aprender nociones básicas en cada materia es tan importante como convivir con otros chicos en la escuela, vivenciar los recreos, salir del ámbito familiar, enfrentar al mundo en un ámbito cuidado y controlado, pero ajeno a la comodidad de la casa. Salir y retornar, hacer amistades, compartir juegos y otras actividades, son en conjunto aspectos tan valiosos en su crecimiento como el contenido académico. Debe insistirse en aclarar que lo que ocurrió no es culpa de nadie. Ni las autoridades, ni los directivos escolares, ni los docentes. Nadie el mundo podía prever lo que sucedió con la violenta y devastadora aparición del coronavirus, que ya se llevó un millón y medio de vidas. Fue el presente que nos tocó, y esa situación extraordinaria debe contemplarse en cualquier análisis que se realice. No hay aquí culpables, pero sí víctimas. Quedó claro que no se manejaba ninguna alternativa eficaz para suplantar las clases presenciales, y los esfuerzos que se hicieron resultaron pobres e insuficientes por donde se los mire. 

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Lo que no puede hacerse ahora es disimular y hacer de cuenta que todo se desarrolló con normalidad, como pretenden algunos sectores, en una suerte de autoengaño que da lugar a hablar de promociones y materias aprobadas, cuando la abrumadora mayoría de los alumnos no aprendió absolutamente nada. Cualquier catamarqueño que tenga relación directa o indirecta con un niño o adolescente, fue testigo de cómo transcurrió el año, y especialmente cómo se cumple esta etapa de evaluaciones. Hay quienes han completado formularios de tareas intercambiando información, sin tener la menor idea de lo que hacían. Se redujo el “estudio” a un trámite burocrático e impersonal, donde incluso se presentan trabajos sin posibilidad material de comprobar quién fue su autor. Miles de alumnos esperaron a la última semana para entregar toneladas de trabajos sin haber incorporado un solo conocimiento nuevo. La mayoría perdió el hábito de estudiar por completo, y en muchos otros casos fueron las madres quienes, con la mejor intención, se apuraron a realizar tareas para que sus hijos cumplieran con todas las demandas. El año educativo fue desastroso, y quizás sería más positivo reconocerlo que mantener la pantomima de que todos pudieron sobreponerse a las adversidades y estudiar. Eso no es cierto, y el proceso de enseñanza-aprendizaje no se cumplió.

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El Gobierno provincial que comanda Raúl Jalil está trabajando para incorporar al presupuesto el denominado Fondo Anticíclico Fiscal, cuyos alcances fueron explicados por el ministro de Hacienda Sebastián Véliz, en ocasión de reunirse con los legisladores para evaluar los gastos y recursos que están en carpeta para el año que viene. La naturaleza de este fondo, básicamente, apunta a contemplar ciertos mecanismos de ahorro y previsión en épocas de vacas gordas, para que no se desmorone todo en tiempos de sequía. Podría interpretarse como el ABC de la administración, que aplica cualquier persona sensata en su propio hogar; pero ahora se busca reglamentarlo e instalarlo como modalidad de trabajo en el Estado. Algo similar ya rige en el ámbito capitalino, y es útil para evitar sobresaltos, por ejemplo, en un período fiscal como el actual, donde por circunstancias imprevistas la recaudación cae abruptamente. Qué distinta sería la realidad de Catamarca si se hubiera actuado con esa visión de futuro cuando las arcas reventaban por los ingresos de las regalías mineras, cuyo destino nunca se supo explicar satisfactoriamente. Mientras ese ordenamiento se vislumbra como objetivo en el horizonte, la Provincia sigue agradeciendo que en la gestión anterior no se tomaran grandes préstamos en dólares, lo cual hubiera resultado dramático para las finanzas provinciales, a partir de la disparada registrada en la cotización del dólar durante el último año de presidencia de Mauricio Macri. Son varias las provincias –Córdoba con Juan Schiaretti a la cabeza es una de ellas- que cayeron en esa “trampa”, y lo sufren hasta hoy, con dificultades hasta para cumplir con compromisos corrientes, como el pago de sueldos a sus empleados.

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RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, en el último bloque rememoramos acontecimientos del pasado cercano.
A propósito de las fiestas marianas que, en forma virtual, fueron clausuradas ayer por el obispo Urbanc, recordamos hoy que a fines de 1995 la sagrada imagen realizó una visita histórica al yacimiento Bajo la Alumbrera. La iniciativa correspondió al extinto obispo Elmer Osmar Ramón Miani que, acompañado por autoridades provinciales, expresó “hemos llegado hasta acá porque queremos que la Virgen del Valle nos cuide”. Fue un acto muy importante, desde lo institucional y religioso, como que el entonces presidente de Alumbrera, Peter Freund, viajó directamente desde Australia para estar presenté. Ratificó en aquella oportunidad lo que venía expresando: “Tomar personal de Catamarca es una obligación moral”. Si bien es cierto que hubo algo de esto, la verdad objetiva es que el proyecto favoreció ampliamente a la provincia de Tucumán. No solo por su aporte de empleados, sino porque el material favoreció un negocio ferroviario suyo y, por si fueras poco, la Universidad de Tucumán se llevó millonarias sumas por el ridículo convenio que tiene con la provincia en YMAD.


El Esquiú
 

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