La decisión del Chaco de cerrar las fronteras por los casos de coronavirus que se han registrado en su territorio, hasta anoche, había sido imitada por otras provincias. Más de un gobernador, frente a la situación de alarma que se vive, para asegurar la seguridad de sus habitantes, tomó la drástica opción. En ese marco, Catamarca fue con medidas similares o parecidas. Es que cada ingreso, aéreo o terrestre, puede traer infectados o por infectarse que generen contagios y que desborden los controles que, efectivamente, se están haciendo. Hay necesidad de que la gente permanezca en sus domicilios y las reuniones grupales sean hechos excepcionales. Así y todo, a nadie escapa que tarde o temprano habrán de producirse casos porque, como ocurre en otros puntos de la Argentina, las medidas de protección no alcanzan para defenderse de un enemigo que no perdona descuidos.
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Los cierres de las actividades oficiales hasta fin de mes, claramente necesarios, no aseguran tranquilidad. Para que ello medianamente ocurra hay que controlar todos y cada uno de los ingresos a la provincia, rechazando los referidos a turismo y obligando a hacer la cuarentena a los coterráneos que provengan de zonas de riesgo. No tan sólo del exterior, sino de provincias donde ya se detectaron casos positivos.
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También sería bueno pensar cómo atender a la población si el temible virus se instala y observa multiplicación de contagios. ¿Existe una red de salud diseñada para tal eventualidad? ¿Los sanatorios que, por lo general están desbordados de gente con distintas patologías, podrían recibir, sin provocar daños colaterales, a personas infectadas? ¿O se requiere disponer de espacios exclusivos para enfrentar una situación que, hasta hace días, era impensada? Son preguntas obligadas que, desde ahora mismo, deberían ser consideradas por las autoridades a fin de tomar los recaudos que hagan falta. Como viene ocurriendo hasta ahora, siempre será mejor adelantarse a los hechos y para ello nada más conveniente que tomar nota de las experiencias mundiales que trajo el virus de la muerte.
El Esquiú.com