El Secretario

viernes, 20 de marzo de 2020 00:23
viernes, 20 de marzo de 2020 00:23

El coronavirus, y las pesadillas que genera en la población, han cambiado la vida de los argentinos y catamarqueños. No puede ser de otra manera. Que nos prohíban salir a la calle, hacer sociales de la mañana a la noche y nos confinen a estar en la casa donde, además, tenemos que guardar distancia de los propios familiares parece demasiado. Nunca antes había ocurrido. Encima, con la lógica del miedo, prohibieron las actividades deportivas y los argentinos sin fútbol, ya sabemos, quedamos virtualmente sin agenda de vida. Tampoco podemos ir al trabajo y cada salida a la calle puede ser objeto de controles que no experimentamos desde los años de mordazas y persecuciones políticas a sangre y fuego. La televisión, la radio y los diarios no ayudan a distender. Su repiqueteo incesante tiene que ver con cifras que atormentan, historias inimaginables, delirios y predicciones que surgen de los libros sagrados y recomendaciones que, día a día, no alivian. Por el contrario: aumentan las preocupaciones. En fin. El virus todo lo puede, hasta poner patas para arriba al mundo entero y desafiar a muerte a los poderes terrenales.
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La peor de las noticias, sin embargo, no ha calado a fondo entre los connacionales y comprovincianos. El dramático proceso que se ha vivido y se vive en tierras asiáticas y, con fuerza indómita, ha penetrado a los países más poderosos del orbe -Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, etc.-, recién está llegando a la América del Sur. Las autoridades, con sumo cuidado y el objetivo de no alarmar, atienden la coyuntura y no hablan de plazos ni de tiempos. La fecha del 31 de marzo, como límite para el cese de actividades, es apenas una referencia. Tan cierto es que nadie, absolutamente nadie, se compromete a hacer programaciones para abril y, todos, consciente o inconscientemente, con los anhelos del menor daño posible, visualizan reanudar la vida normal para después de mayo. El mes patrio, esta vez, nos traería un adicional muy amigo del coronavirus: el tiempo fresco o frío.
El Esquiú.com
 

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