Desde la bancada periodística

Los rostros de la grieta en medio del coronavirus

sábado, 21 de marzo de 2020 00:14
sábado, 21 de marzo de 2020 00:14

La foto fue concebida como una necesidad de la política. Ergo: no fue genuina, ni espontánea. Sin embargo, podría ser el punto de partida para recuperar un país quebrado económica, ética y moralmente. Paradójicamente, el cuadro que integraron Sergio Massa (en el centro, en su calidad de vocero), Mario Negri (presidente del interbloque de Cambiemos), Christian Ritondo (presidente del bloque PRO), Maximiliano Ferraro (presidente del bloque de la Coalición Cívica), Alvaro González (UCR), Cristina Alvarez Rodríguez (Frente de Todos), Alvaro “Bali” Bucca (Consenso Federal) y los senadores Humberto Schiavoni (PRO), Luis Naidenoff (UCR) y Jorge Taiana (PJ) derivó de una desgracia: el coronavirus.

Todos estos dirigentes, sin excepción, participaron y participan de la grieta cada vez más profunda que divide a los argentinos y que, en los últimos cuatro años, se exacerbó a extremos nunca vistos.

Verlos juntos y escuchar, de boca de Sergio Massa, la frase “en la pelea contra el coronavirus no hay grieta” fue un bálsamo. De igual forma a Mario Negri ofrecer respaldo total de la oposición y proclamar “el presidente (por Alberto Fernández) es el comandante de esta batalla porque lo decidió el país”. Otra señal inequívoca de concordia.
Hasta hace un par de meses la grieta estaba expuesta. Trascendía a los dirigentes, se expresaba en los medios de comunicación y llegaba, con odios y resentimientos, a la base social. Con ese marco, acuciada por la pobreza y los problemas que la política no pudo solucionar, Argentina directamente no tenía destino. Ahora tampoco lo tiene o, cuando más, tiene destino incierto. O imagina tenerlo.

Increíble. Una pandemia mundial en la que nadie pensó (¿O, si?), como cruel ironía, le viene hacer frente a la grieta. Ojalá, en medio de las angustias y temores, la suture y calme las pasiones que despiertan tantos odios y resentimientos.

 

La esperanza de Fernández

El jueves a la noche, cuando le tocó anunciar el aislamiento general, Alberto Fernández digamos que revalidó la foto que ilustra esta nota. Lo hizo con la mesura que lo distingue. Rescatamos una frase de su carta a los argentinos (base del discurso). Fue la siguiente: “Esta decisión es fuertemente democrática. Es una democracia que apela a medidas de excepción en base a su propia legislación. Es una democracia que une a fuerzas políticas, sociales, gremiales, productivas y religiosas. Une a las autoridades de todas las jurisdicciones”, lo que completó con esta otra: “Necesitamos producir cambios culturales. Tenemos que cambiar hábitos. Muchas cosas que disfrutamos, como el mate o el abrazo, las suspenderemos por un tiempo. Y OTRAS COSAS QUE EN REALIDAD SUFRIMOS, QUIZÁ PODAMOS CAMBIARLAS PARA SIEMPRE”.

Esta última expresión, sin dudas, está referida a la grieta. Quien es el “comandante” en Jefe, como lo dijo Mario Negri, sabe perfectamente que en la Argentina no hay margen para aventuras o personalismos. El gobierno necesita contar con la oposición para las grandes decisiones, de la misma forma que los gobiernos que le precedieron lo requerían y prefirieron cerrarse en posturas de soberbia que arrojaron resultados nefastos.

 

Réplica catamarqueña

A tono con los comportamientos políticos nacionales, en la provincia hubo una réplica que volvemos a celebrar. Representantes opositores como Alejandro Páez, Juana Fernández y Francisco Monti, entre otros, departieron con los ministros Jorge Moreno y Claudia Paladino para recibir información de primera mano sobre la situación de Catamarca. Por supuesto, el tema convocante fue la pandemia que estaría por llegar a la provincia y que se sumaría a la prolongación de las enfermedades del dengue.

La seriedad de la situación dejó de lado grietas y chicanas locales, que las hay en buena cantidad. Ojalá el encuentro del jueves no termine con la foto que publicaron los diarios y que las acciones del gobierno sean acompañadas, en firme, por la oposición. No alcanza con los buenos deseos. Después del compromiso hay que ir a los hechos. En este sentido, al oficialismo le caben las mayores responsabilidades en términos de conducción y una de ellas será consensuar con quienes hicieron el compromiso público de colaborar.

Por aportar solo un detalle de lo que acabamos de decir. Es conveniente señalar que la apertura de la “cuarentena para todos” en la provincia tuvo algunos inconvenientes en su primer día. Hubo gente en las calles, no mucha, pero la hubo. El problema mayor apareció en los supermercados, donde se registraron las mayores concentraciones en medio de un gran desorden. No se respetaron cuestiones básicas como las distancias y un orden para ingresar, el que debería ser dispuesto por la policía y los propietarios de los negocios.

 

Que nadie se engañe

Las muestras de convivencia de la política, como las describimos, ojalá se perpetúen en el tiempo y superen el del coronavirus que, ya se sabe, rebasarán holgadamente al 31 de marzo. 

En esa dirección, el Jefe de Estado tampoco se quedó corto. Señaló, con información proporcionada por los especialistas más cotizados de la Salud, que en las próximas semanas “aumentarán los casos” o “será una lucha de meses”, tras lo cual reiteró que se necesita “el compromiso de todos”. Por lo tanto, más que nunca, se hace necesario que la gente permanezca en sus hogares y solamente por necesidades elementales salga a la calle. No fue exactamente lo que vimos ayer.

Si alguien tiene dudas de los efectos de la pandemia, no hace falta otra cosa que registrar hechos y revelaciones. En Italia, la gente hasta muere en las calles porque el sistema de salud ha sido desbordado y el coronavirus amenaza con destruir el país.
Otra dimensión de esta amenaza contra ricos y pobres surge de comentaristas norteamericanos que ya comienzan a comparar las consecuencias sicológicas con las de la caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. O de la primer ministro, Angela Merkel, que compara a la pandemia con lo que fue el final de la segunda guerra mundial en Alemania. Desolación a pleno.

Pero volvamos al comienzo y a la foto del día jueves. Como esta se trata de una columna política nos detenemos en ella, por lo cual abogamos por el principio del final de la grieta que, morbosamente, divide a los argentinos. Aunque sea por una circunstancia tan desgraciada como el coronavirus, valdrá la pena realizar una nueva apuesta. Dentro de algunos meses terminará la pesadilla que partió de China y todo volverá a la normalidad. Argentina, entonces, estará mucho peor que ahora, pero si su dirigencia política mantiene posturas de madurez y entendimientos, seguramente logrará el milagro de la recuperación.

 

El Esquiú.com
 

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