Apuntes del Secretario

domingo, 8 de marzo de 2020 01:26
domingo, 8 de marzo de 2020 01:26

El sistema electoral argentino es parecido a muchos del orbe, pero tiene un problema. Su ejecución, con elecciones generales cada cuatro años y de medio término cada dos, a diferencia de otros, determina una actividad política tan intensa que, apenas termina una elección, inmediatamente comienza una nueva carrera por las cucardas del poder. Así podemos observar que, antes de los tres meses de haber asumido el nuevo gobierno, ya existe una fuerte interna por la conducción del Consejo Nacional Justicialista. Dos “cristinistas” de pura cepa, José Luis Gioja y Jorge Capitanich, se sacan chispas por atrapar el sello que supo crear, hace más de 70 años, el General. Tan dura es la cosa que, al final, se optaría por la postura más conciliadora de ungir conductor político al presidente Alberto Fernández. En torno a este, las especulaciones pasan por saber si tendrá reelección en 2023 o si quedará en el camino como Macri, el único Jefe de Estado que no pudo repetir en tiempos democráticos. A propósito de Macri. Hoy aparece como conductor de una diáspora que nadie sabe cómo terminará entre sus compañeros del PRO, la UCR y la devaluada Coalición Cívica. La apuesta de mantener “Juntos por el Cambio” es tan vidriosa como que Cristina Kirchner regrese algún día a la Casa Rosada.

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En Catamarca el panorama es similar. Ya existen movimientos políticos de distinta naturaleza que, con sus variantes, apuntan a 2021 y 2023. Para el turno de renovación legislativa, los cargos más preciados tienen que ver con las tres senadurías nacionales. Al completar sus mandatos Dalmacio Mera, Inés Blas de Zamora y Oscar Castillo, existen varios que comienzan a frotarse las manos y no están pensando precisamente en preservar el temible coronavirus. Hay por lo menos tres figuras que despiertan morbosas sensaciones y se anotan para llegar al Congreso. Una de ellas es Luis Barrionuevo, que alberga un viejo sueño: sentarse en la banca para castigar a su enemiga de las dos últimas décadas: Cristina Kirchner. El otro es el empresario Silvestre Zitelli, propietario del diario El Ancasti, que jamás cejó en sus empeños de volver a la política desde una banca nacional. Recordemos que, hace 27 años, fue consagrado candidato a diputado nacional y la Justicia lo marginó por una impugnación que presentó Jorge Díaz Martínez, el abogado que finalmente capturó aquella banca. Por último, el inoxidable Oscar Castillo tratará de aplicar sus maquiavélicos planes para seguir prendido a los jugosos presupuestos que, a cambio una trayectoria de 35 años, lo hicieron multimillonario sin siquiera transpirar la camiseta.

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La pregunta obligada que se harán los seguidores de la política es cómo se amalgama la oferta electoral con la presencia de estos tres personajes y otros “tapados” que pueden descubrir sus pretensiones sobre la hora. Antes que nada hay que decir que, por el hecho que también se elegirán en 2021 tres diputaciones nacionales (completan mandatos Dante López Rodríguez, Silvana Ginocchio y Eduardo Brizuela del Moral), pueden producirse combinaciones varias. Si las cosas se mantienen como hasta ahora, Raúl Jalil y Lucía Corpacci armonizarían las listas de candidatos y la exgobernadora podría encabezar la fórmula asegurando, desde ahora, que las dos bancas de senadores serán para el peronismo orgánico. En ese escenario, quedaría por jugarse la silla de la minoría. Detrás de ella podría ir Luis Barrionuevo, tal vez representando a un peronismo alternativo, con lo cual el radicalismo se quedaría con las manos vacías. Se replicaría así el “método Zamora” que le permite al gobernador de Santiago del Estero jugar a dos puntas y tener de su lado a prácticamente todos los legisladores nacionales. Eso ocurre cuando no hay oposición, lo que estaría pasando en Catamarca. Recordemos que la UCR, en las últimas elecciones, perdió por cifras de catástrofe y resignó su bastión electoral, la Capital, por diferencias que nadie imaginaba. Como dijimos en el introito, en los cenáculos de la política catamarqueña no hay tregua alguna y las especulaciones sobran. Una de ellas es indiscutida: todo está por jugarse. Y la Casa Rosada no es ajena a este tipo de partidas.

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No hay variante que valga con Gustavo “El Gallo” Jalile. Es un político de raza –sus ascendientes también lo fueron- y, como lo dijimos desde esta columna, el haber perdido su feudo chacarero no lo marginará de su redituable pasión. Hace unos días concedió un reportaje que no dejó desperdicio. Todo lo que dijo fue trascendente, pero para disgusto suyo restó mucho más de lo que pudo sumar. El exabrupto mayor fue señalar que a Valle Viejo no lo gobierna Susana Zenteno, sino su marido –Fernando Ravetti-, lo que despertó reacciones instantáneas de los movimientos feministas. Uno de ellos lo encabezó la concejal Belky Penisse, una mujer de conducta moral intachable, que lo discriminó como un machista incurable. En este sentido, a modo de ironía, hay que señalar que a Jalile le va recontra mal con las mujeres. Independiente de algunos acontecimientos de su vida particular que lo marcaron, electoralmente, cuando le tocó medir fuerzas con el mal llamado sexo débil, irremediablemente sucumbió. Natalia Soria le sacó ventajas en 2011 y Zenteno hizo lo propio en 2019.

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Por lo apuntado, lo más saludable para Jalile sería guardar silencio por algún tiempo. No puede andar desafiando a debates en la plaza principal de Villa Dolores que nadie le aceptará. Peor si, tácitamente, está reconociendo los desastres administrativos que fabricó en sus últimos meses como intendente. En ese orden, en el reportaje al que aludimos, reconoció “si, realizamos nombramientos porque queríamos ganar…lamentablemente no nos alcanzó” y hasta criticó al gobernador Jalil por haber repudiado la conducta de varios intendentes, entre los cuales se encuentra él. Aclaró que las autoridades viejovallenses le mintieron y que, por su parte, nada dijo de los miles de precarizados que existen en la Municipalidad de la Capital. Para redondear sus ideas de continuidad, remató con una predicción: “haré política hasta la muerte y formaré parte de la recuperación de la UCR”. ¿Buscará una banca de diputado provincial como señalamos en un comentario de hace dos semanas? ¿O tratará de jugar más arriba?

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Crónica anunciada. Tal cual lo afirmamos en diciembre pasado, el hombre del Gobierno catamarqueño para YMAD era Fernando Jalil y solamente había que esperar hasta marzo (el día 2 completó su mandato Luis de Miguel, nombrado por Mauricio Macri) para producir el cambio. Se trata, sin dudas, de un hecho trascendente. Catamarca, después de casi 30 años, recupera en firme la presidencia del organismo tripartito que integra junto al Gobierno nacional y la Universidad de Tucumán. La decisión corrió por cuenta de Alberto Fernández, que antes nombró en la administración nacional a otros dos comprovincianos: Yanina Martínez como secretaria de Turismo y Francisco Mercado como integrante del directorio del Banco Nación. El hecho nuevo debe leerse como el apoyo irrestricto de la Casa Rosada al desarrollo minero y la devolución de la mayoría en el organismo para la provincia de Raúl Jalil. Al respecto hay que decir que durante varios años, los dos representantes de la Universidad de Tucumán solían hacer mayoría con Manuel Benítez, un exdirector que gobernó YMAD inundado de la plata que reportaba Alumbrera y las condiciones del país, que crecía a un ritmo del 7%. 

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Tras la oficialización de Jalil como presidente de YMAD, inmediatamente se anunció otra variante. El exministro de Educación, Daniel Gutierrez, podría ocupar el lugar de Daniel Barros en el directorio y su eventual nombramiento corre por cuenta del gobernador. Quedaría una pequeña duda en cuanto a la fecha de vencimiento del mandato de Barros, al que también se le otorga destino nacional. ¿Será?

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RECUERDOS.

Como lo hacemos habitualmente, cerramos los “Apuntes” con la memoración de acontecimientos del pasado cercano.

El 22 de febrero de 1995, en el desaparecido diario La Unión que pertenecía al Obispado de Catamarca, el gobierno de Arnoldo Castillo publicaba un aviso gigante para referirse a la tristemente célebre “Obra del Siglo”, el fallido emprendimiento de cloacas de la Capital que debía construir la empresa NORUZI, integrante del grupo Ancasti. Se titulaba aquel aviso “¡LA OBRA QUE NO SE HIZO!”. A partir de eso, se incluían estas especificaciones: Red Colectora Cloacal Máxima (El Pantanillo-Ciudad Capital-Ruta 38) – ¡Ahora la estamos haciendo! - ¡Todos juntos con Arnoldo Castillo! - Catamarca puede – Obras Sanitarias Catamarca – Gobierno de Catamarca – “Servir a la comunidad es nuestra obligación”. El aviso de marras se completaba con fotografías con las excavaciones inconclusas que se habían hecho sobre la Ruta 38.

En el mismo mes de febrero de aquel año, el día 3, el gobierno de Castillo le había rescindido el contrato a la firma COMARCO, que tenía a su cargo la construcción del actual Hospital San Juan Bautista y cuyo propietario era Norberto L. Feldman. En una solicitada, el castillismo señalaba que la obra llevaba 14 años de idas y vueltas. De hecho, con el instrumental incluido, la terminó inaugurando el Frente Cívico. También en aquella publicación se nombraba a personas y funcionarios vinculados al tema, algunos de los cuales debieron salir del gobierno por esta obra.

El Esquiú
 

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