“No solo hay que ser, sino parecer”. Quién hubiera pensado que, más de 2.000 años después, sería necesario exhumar la frase sobre “la mujer del César”, en tiempos del imperio romano, para cotejar la conducta del intendente de una pequeña ciudad catamarqueña. Nos referimos a Luis “Lula” Polti, quien completó el sábado una semana furiosa si a inconductas nos referimos. Primero, por más razones formales que le asistan, humilló a una empleada por el “crimen de lesa humanidad” de haberle pedido un barbijo para poder trabajar con mayores garantías durante la crisis sanitaria. Al papelón, que terminó difundido por las pantallas televisivas y derivó en denuncias que deberá resolver la Justicia, le siguió haber quebrado la cuarentena que, como funcionario público, debía respetar más que ninguno de los ciudadanos del terruño.
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Respetamos los derechos y la dignidad de la mujer agredida, pero haber roto la cuarentena es institucionalmente más grave. Es que “Lula” incumplió el aislamiento social, preventivo y obligatorio que para el país decretó el presidente de la Nación y líder del Frente de Todos, la herramienta electoral que lo llevó al poder en Recreo. Si no le importó un comino respetar el mandato presidencial, si para él era más importante pescar, cómo le puede pedir respeto a sus gobernados que están prohibidos de utilizar la caña.
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Lo de Polti se agrava por una cuestión complementaria. Forma parte de un clan, como varios otros que hay en la provincia, que parece el elegido por los dioses para dirigir y resolver lo que ocurra en Recreo. Un caso parecido al ejercido durante décadas por otro “ínclito” de esa zona, el diputado Víctor “El Gato” Luna. Volviendo al Clan Polti, digamos que el actual intendente tenía mandato de concejal hasta 2021 y lo mismo se presentó para intendente. Su hermano Daniel, condenado por la Justicia, hizo cosas parecidas y la única que actuó con algún recato fue Patricia Sánchez, la exsenadora que precisamente es la esposa de Daniel.
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