Allá por la década del `80, venidos de Entre Ríos, los hermanos Néstor Esteban y Rubén Rodolfo Cuesta, se hicieron famosos y ganaron los escenarios de los festivales folclóricos a puro silbido. La chamarrita de los pájaros y Juan del Gualeyán pasaron a ser temas preferidos y los muchachos entrerrianos fueron blanco de muchas gastadas en los corre, ve y dile del barrio. Los personajes que hoy ocupan nuestra atención (¿lo merecen?) no son ni siquiera parientes, pero viven hablando en nombre de Catamarca. Uno de ellos es el actual inquilino del Obispado provincial y suele usar una sotana de bolsillo profundo. Hace poco sorprendió a los fieles y sin ponerse colorado dijo: “La vida de la Iglesia depende de la colaboración de los fieles; así nos sostenemos”. Pasó la gorra pensando únicamente en el beneficio propio mientras miles de hermanos tienen hambre y, a juzgar por los hechos, jamás se arrepintió. Además, ya lo demostró, nunca pide perdón y se comporta como el hombre perfecto. Ya lo dijimos en más de una oportunidad: extraño comportamiento de alguien que luce soberbio y autoritario y no fueron pocas las veces que dejó de lado una de las principales virtudes del ser humano: la humildad. Hace poco más de una semana motivó a cientos y cientos de catamarqueños a violar la cuarentena cuando sacó la imagen de la Virgen del Valle en miniprocesiones por distintos sectores de nuestra geografía. Los que amamos de verdad a la bella y milagrosa Morena del Valle, siempre vamos a querer estar cerca de Ella. Siempre. Únicamente alguien que no conoce Catamarca puede ignorar el amor que nos une a la Virgencita querida. Ojalá pase pronto esta maldita pandemia y la sagrada imagen de la Virgen recorra todo el territorio provincial. El sábado, cuando pasó por Polcos alrededor de las 14, fuimos muchos los que lloramos de emoción y saludamos felices a la Madrecita agradeciéndole por tanta protección. Los jóvenes y los viejos. Los sanos y los enfermos. Los niños y los mayores. Todos queríamos verla y decirle ¡gracias por tanto mamita nuestra! Confiamos que Fray Mamerto hará otro milagro: proteger a todos los que rompimos la cuarentena por amor a la Virgencita. Y hacer de una polémica decisión el mejor de los aciertos.
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  El otro. Se llama Oscar Aníbal. Su socio Eduardo lo apodó “El jopo” y hace 17 años que vive en el Congreso de la Nación… haciendo nada. Y va para las cuatro décadas de estar prendido a la teta del Estado. El chistoso vecino de Polcos se preguntaría: “Che, ¿y si probás laburando?”. Dato curioso: suele festejar los 1º de mayo. Tiene la virtud de haberse convertido en millonario viviendo de la política. Habilidoso es, no cabe ninguna duda. Dice representar a Catamarca y miente sin vergüenza alguna. Este porteñísimo personaje (“no te olvides del pago si te vas pa’ la ciudad…”), iluminó con su mente brillante un proyecto por el cual propicia la reapertura de la actividad hípica en los grandes hipódromos porteños, a través de apuestas online. Basta. Ya está. Hasta aquí llegamos. Este tipo no se puede burlar en la cara de los catamarqueños. ¿Por qué lo hizo? ¿Por amor al turf? ¿Por su fanatismo por Irineo Leguisamo? ¿Pensando en Catamarca? ¿Se despertó su alma burrera? ¿Lo hizo pensando en el turismo provincial? Extraño, muy extraño. Pretender justificar la nada con la nada misma. Hizo honor a la muletilla “¡qué linda es Catamarca para vivir en Buenos Aires!”. Dice ser radical y también miente. Los únicos culpables son los radicales catamarqueños. No se hagan los tontos y no miren para otro lado. TODOS, sin excepción, tienen la culpa. Para satisfacer intereses personales inventaron este personaje. Sí, a ustedes nos referimos: los eternos reelectos a senadores, diputados, concejales, intendentes y otras yerbas. Ustedes tendrán razones para arrodillarse ante el amo. Pero ¿qué culpa tenemos el resto de los catamarqueños? Hace 15 años, este periodista escribió una carta que se publicó en el diario de calle Sarmiento con el título “La dignidad no se remata”, dirigida a “El jopo” Castillo. Todo lo dicho en aquella ocasión tiene plena vigencia. El senador por Catamarca (bah, es un decir) preocupado por la inactividad hípica en Buenos Aires. Parece un chiste. La senaduría también. De pésimo mal gusto, pero chiste al fin. A uno cuesta creerle. Al otro cuesta aguantarlo. ¡Vamos Catamarca todavía!

Kelo Molas