Desde la bancada periodística

Pintura de época

sábado, 2 de mayo de 2020 00:28
sábado, 2 de mayo de 2020 00:28

La pandemia del coronavirus sumergió al planeta entero en una crisis inédita, que barniza de tristeza cada acto cotidiano, y el acontecimiento institucional desarrollado ayer en Catamarca para la apertura de un nuevo año legislativo, lo reflejó con inequívoca precisión.

Si, como todos deseamos, en un período razonable de tiempo esta situación logra ser superada, las postales de lo ocurrido ayer en el histórico Cine Teatro Catamarca perdurarán como una perfecta pintura de época.
Los gestos calculados y los involuntarios, coincidieron todos en un mismo rumbo: el de la excepcionalidad.

Nunca antes la Asamblea Legislativa se realizó con un perímetro bloqueado por un fuerte operativo de seguridad, irónicamente para desalentar la presencia de cualquier ciudadano, cuando lo que normalmente buscan los gobiernos es transformar esta cita en una fiesta, que hasta motivaba locreadas y espectáculos artísticos en la plaza principal.

Sin asados masivos para festejar el Día del Trabajador, sin militantes, sin banderas y sin color. Así transcurrió la atípica mañana del viernes, que ofreció a cambio brigadistas cubiertos de pies a cabeza desinfectando todo a su paso, barbijos y alcohol en gel por todas partes.

Quiso el destino que en esas condiciones chocara Raúl Jalil con su primer gran discurso como gobernador. Lejos seguramente de todos los escenarios imaginados por el mandatario, que trabajó durante muchos años para alcanzar ese cargo, y se encuentra ahora con un panorama que hizo trizas toda planificación o proyecto previo.
Con las cartas echadas y obligado a jugar la mano que le tocó, Jalil mostró entereza y señaló la crisis como “una oportunidad”, posiblemente el único camino que puede tomar quien ejerce un rol de liderazgo en situaciones tan complejas.

El discurso que ofreció fue el más breve que se recuerde en estas instancias. Hizo un repaso muy superficial sobre los principales proyectos de la obra pública y analizó este panorama sui generis que se vive, con advertencias y señales claras de que se vienen tiempos delicados en materia económica.
Ratificó su decisión de avanzar en una reforma del Estado siempre pendiente, para atacar de raíz vicios que en Catamarca

tomaron forma de enfermedad crónica.
La superpoblación de empleados en algunas áreas, la desigualdad entre productividad y remuneración, y el congelamiento de futuros nombramientos en los tres poderes, son los primeros pasos de una reestructuración casi imprescindible.

Ningún catamarqueño con mediano uso de razón puede ignorar que el empleo público, tal como se lo concibe en estas tierras, es un sistema que agoniza y no puede resistir más. Si nunca se entró en razón por cuestiones culturales, ahora se impondrá un cambio por la fuerza bruta de la incapacidad económica para seguir alimentando a ese elefante enorme, lento y torpe.
Se ha cuestionado el don de la oportunidad de Jalil para lanzar estas iniciativas en un momento difícil, como si sumara una gota más de incertidumbre a un océano ya formado por las circunstancias globales que generó la pandemia.

Leyendo entre líneas, puede pensarse, por el contrario, que Jalil descubre en este terreno de excepcionalidad también la ocasión única de hacer aquello que nadie quiere hacer. Y es en definitiva ordenar, poner un freno al Estado de recursos infinitos del que todos se sirven.

La jugada no es desacertada. Estará en el Gobernador y su equipo la responsabilidad de concretarla o malograrla. Y será clave para ello atender las inquietudes de miles de trabajadores que temen caer en la inestabilidad o perder derechos adquiridos.
Hará falta inteligencia y un programa de acción claro para ejecutar esa Perestroika profunda, acelerada quizás por recaudaciones caídas y recursos flacos, pero imposible de postergar indefinidamente.
Fue lo poco -y mucho a la vez- que Jalil presentó en la asamblea como hoja de ruta de la gestión naciente en su primer gran discurso.

Es la lectura política más fuerte que se desprende de la ceremonia de ayer y requerirá un seguimiento atento.
Porque lo que hace tan temido este presente de virus invisibles y sin medicamentos que los destruyan es la ausencia de respuestas sobre lo que nos deparará el futuro a corto, mediano y largo plazo.

Cuánto durará esta pandemia, qué tanto daño nos ocasionará, cuándo y cómo saldremos de este lugar, son preguntas que de momento sólo conducen a más preguntas. De ese desconcierto nace la inquietud subyacente en toda actividad colectiva o individual que enfrentemos mientras esto se extienda.
Deberán extremarse los cuidados para no crear malestares o encender conflictos que pueden desviar la mira del verdadero objetivo. Hechos y palabras tendrán que sucederse con especiales precauciones.

Pero si en ese remolino se logra capitalizar la oportunidad de eliminar viejos vicios y enderezar rumbos administrativos, se habrá actuado con sabiduría. Sin duda será necesaria una nueva mentalidad para lograrlo, pero puede verse una luz al final del camino.
Con el tiempo sabremos si esa pintura de época que se vivió ayer fue un punto de partida o apenas otro frustrado intento por dejar atrás los males congénitos de este amado rincón del país.

El Esquiú
 

18%
Satisfacción
9%
Esperanza
59%
Bronca
4%
Tristeza
4%
Incertidumbre
4%
Indiferencia

Comentarios

2/5/2020 | 17:06
#149006
Admiración, Afecto, Amor y Agrado, Euforia, Gratitud y Optimismo. Impaciencia, Enfado, Indignación, Odio, Tristeza y Envidia, Venganza y Celos. Aprovechen para pensar que siente cada lector de lo que dijo ayer el Gobernador Raúl Jalil. Siento satisfacción que comience a pensar el Gobernador en disminuir los gastos superfluos. Y no hablo de suprimir empleados sino de suprimir ÑOQUIS, enviandolos a TRABAJAR Y PRESTAR SERVICIOS. Y pensar en darle más LAS COMUNAS que son poblaciones de menos de 500 habitantes y que, en general, son las con menos posibilidades de crecer. De allí mi satisfacción, porque en mi niñez viví en una comuna con una población estable de menos de 500 y con trabajadores temporales que nos doblaban en número. Y era duro: sin luz eléctrica , salvo por pocas horas, sin agua para consumo, sin gas, sin asfalto pero con un enorme corazón y amistad entre los habitantes. Bien hecho por Raúl.

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