Apuntes del Secretario

miércoles, 20 de mayo de 2020 00:54
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De no mediar un acuerdo de último momento, este miércoles marcará el retorno de las protestas a Catamarca. En pleno aislamiento y con la pandemia entrando en su fase crítica, varios sindicatos se movilizarán para pronunciarse contra las iniciativas del gobernador Raúl Jalil, enmarcadas en el anunciado proceso de Reforma del Estado. Liderados por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que encabeza Ricardo Arévalo, se reunirán la mayoría de los gremios que componen la Intersindical, incluyendo varias agrupaciones vinculadas con organismos públicos, gremios docentes y hasta el Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOEM). En su discurso de convocatoria, los sindicalistas rechazan lo que consideran atropellos a derechos adquiridos de los trabajadores, y acusan al jefe de Estado de “aprovechar” la situación de emergencia sanitaria para avanzar con sus proyectos. Sostienen por ejemplo que la movilidad laboral ya está contemplada con el sistema de adscripciones, que la reforma del Estatuto docente en realidad promueve un ajuste encubierto, que el proyecto conjunto agravará la precarización y que la impulsada reforma no es más que un “retroceso”. 

Por su parte, el gobernador insistió en que las modificaciones se harán en consenso con los gremios y se mostró abierto al diálogo, sin que se hayan logrado acercar posiciones por el momento. Es una pena que un proceso tan importante tome tan prematuramente el rumbo del enfrentamiento, cuando lo ideal sería el debate y el aporte desde distintos sectores. Los cambios, se sabe, generan resistencia siempre, y será necesario coordinar mejor las conversaciones, porque al margen de la naturaleza del reclamo, una movilización masiva en plena cuarentena representa un dolor de cabeza en sí mismo y un riesgo para la salud pública, por mucho que los organizadores prometan guardar la distancia social cuando salgan a las calles.

Sin mucho despliegue ni actos, naturalmente por las restricciones vigentes, cumplió medio siglo de vida la Escuela Vocacional de Expresión Artística (EVEA), una de las instituciones catamarqueñas más importantes en el rol de formación infantil. Nacida en mayo de 1970 como “Escuela Modelo de Arte”, la entidad dependía en sus inicios de la Dirección de Cultura, y en su medio siglo de existencia atravesó toda clase de dificultades, pero logró mantenerse en pie. Recién en 2011 la EVEA consiguió su casa propia, y ahora procura subsistir a puertas cerradas, con iniciativas que de ninguna manera deben perderse. La EVEA impulsó a través de los años actividades de gran importancia como el Club de Niños Periodistas, las Jornadas de Arte, los Encuentros de Niños Escritores, los Niños en la Radio, los Encuentros de Niños Pintores y en algún momento hasta editó su propia revista “Pincelito Mágico”, que tuvo muy corta vida pero servía para reflejar el talento de los pequeños. Sería importante que se prepare una celebración acorde con la incidencia de esta institución cuando la pandemia sea superada, y sobre todo que no se deje de apoyar su labor, que hizo florecer la vocación artística en numerosos chicos catamarqueños. En ese contexto, fue muy acertado el proyecto presentado por la diputada Adriana Díaz, que permitió que la significativa fecha de las Bodas de Oro no pasara desapercibida.

Mauricio Macri, que de la mano de su padre creció naturalmente como integrante del empresariado argentino del más alto nivel, saltó luego al mundo del fútbol con la fabulosa plataforma de popularidad que le brindó Boca Juniors, para catapultarse desde allí a la política. Primero con una breve diputación –tuvo récor de inasistencias- y luego conquistando el electorado porteño, Mauricio pulió su imagen, mejoró su dicción, se afeitó el bigote y desplegó una bien diagramada campaña para llegar en 2015 a la Casa Rosada, respaldado incondicionalmente por los más fuertes grupos mediáticos del país. Ahora parece transitar el camino inverso y reapareció en los medios de la mano del extraño cargo que ostenta. 

Desdibujado y devaluado en su liderazgo político, Macri marcó varios records negativos al ser el primer y único presidente de la región que no logró conseguir la reelección al cabo de su primer mandato, con el agravante de que resultó desplazado del cargo en primera vuelta, sin haber logrado cumplir en cuatro años de gestión una sola de sus promesas electorales. En la oposición que perdura de la diluida “ola amarilla”, emerge ahora Horacio Rodríguez Larreta como la figura más potente, con lo cual también en su propio sector Macri marcha en franco retroceso y su regreso a los primeros niveles de la política resulta de momento una utopía. Sin embargo, el exmandatario se las ingenia para conseguir presencia en los medios masivos, ahora como presidente de la Fundación FIFA, un espacio que acaparó en representación del fútbol argentino dentro de la poderosa entidad que rige el fútbol mundial, sin que ningún club nacional haya avalado tal designación. Como sea, Macri anunció que está preparando la organización de un partido de fútbol con fines benéficos, que propone reunir a grandes estrellas del deporte para recaudar fondos, que serían destinados a la lucha contra el coronavirus. Pálida iniciativa de quien consideró hace un par de semanas que “el populismo es más peligroso que el coronavirus”, y apenas parece tener resto para arrancar aplausos en exponentes de la derecha internacional, con rancios voceros como Mario Vargas Llosa, Jair Bolsonaro y algún otro. Triste papel, en definitiva, que lo muestra buscando algún rédito personal y lejos de colaborar con el crítico momento que atraviesan sus compatriotas.

Resulta cuanto menos injusto, por no decir cruel, la campaña instalada en las últimas semanas para ensuciar la memoria de Ramón Carrillo, un auténtico héroe nacional. El disparador de la increíble polémica surgió cuando se mencionó la posibilidad de que el médico santiagueño fuera homenajeado utilizando su rostro para ilustrar los billetes de 5.000 pesos que aparecerían próximamente. Sólo eso bastó para que se “impugnara” el reconocimiento, con el insólito argumento de que el médico adhería al nazismo. En verdad no hay derecho alguno de mancillar a una figura que tanto ha hecho por el país, y de la cual no hay un solo dato histórico objetivo que permita suponer que simpatizó con Adolf Hitler o que avaló los horrores del holocausto. Carrillo, recibido de médico con Medalla de Oro, era catedrático de la Facultad de Medicina con apenas 36 años. Fue el primer Ministro de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación, y desarrolló una fantástica labor hermanando la tarea asistencia con la educación y la justicia social. En su gestión, entre 1946 y 1954 se construyeron en el país 234 hospitales, 60 Institutos de Especialización, 50 Centros Materno-infantiles, 16 escuelas Técnicas, 23 Laboratorios y centros de Diagnóstico, 9 Hogares-escuela y Unidades Sanitarias en todas las provincias. Se realizaron “campañas integrales” para eliminar endemias, logrando la erradicación del paludismo, y se redujo la mortalidad infantil a la mitad. Se impulsó la formación de los trabajadores de la salud, promoviendo la medicina social y dignificando la enfermería, y se creó la primera Empresa Estatal de producción de medicamentos para la entrega gratuita a la población, entre otros extraordinarios logros. Ramón Carrillo dejó su cargo en 1954, meses antes del Golpe de Estado. Murió dos años después, a los cincuenta años, pobre, enfermo y exiliado en Brasil. Su gran pecado histórico fue trabajar para Perón, y como no hay una sola mancha en su accionar como funcionario, ahora lo atacan tachándolo de nazi. Un despropósito inaceptable, que afortunadamente ya fue repudiado incluso por Llamamiento Argentino Judío, una entidad de la comunidad, que recordó que el propio Estado de Israel distinguió a Carrillo en vida. Sería interesante que se mejoraran los argumentos a la hora de hacer oposición, aunque no sorprende que detrás de esta movida mediática aparezcan los mismos que guardaron un conveniente silencio cuando en 2018 se eliminó el Ministerio de Salud de la Nación.
 


La situación de los profesionales médicos, a consecuencia de la pandemia que azota a todos los rincones del planeta, ha sufrido en el país fuertes cimbronazos. No solamente por los afectados a la atención de los miles de pacientes que genera el virus, muchos de los cuales terminan contagiados, sino por el entramado general de las prestaciones de la salud en los ámbitos público y privado que se han reducido en porcentajes muy importantes. La referencia es para odontólogos, nutricionistas, oculistas, bioquímicos, kinesiólogos, terapistas, etc., que en los últimos dos meses debieron suspender turnos, consultas, prácticas médicas o la atención programada y que, por si fuera poco, por varios meses no podrían recuperar el volumen de trabajo que sabían tener. El parate de la atención en general, visible y fácil de probar, motivó que el tema se colara en la primera sesión de la Cámara de Diputados de la Nación que, la semana pasada, funcionó en forma remota. Allí se pidió, concretamente, que las obras sociales y las prepagas compensaran a los damnificados de acuerdo a los registros históricos de los seis meses pre Covid-19. En esa dirección, se apuntó que la obra social de los empleados públicos de La Pampa –SEMPRE- resolvió subsidiar con un 70% de lo que cada profesional recaudaba como contraprestación excepcional. Por cierto, por lo que sabemos, varios profesionales catamarqueños podrían solicitar, esperando la comprensión de OSEP, un trato similar o parecido.

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