Apuntes del Secretario

domingo, 24 de mayo de 2020 00:31
domingo, 24 de mayo de 2020 00:31

 Un hecho inesperado, terriblemente fortuito, vino a influir en una decisión del principal partido de oposición local: la UCR. Nos referimos a la pandemia. En gran medida dio letra a las autoridades “rojiblancas” para suspender la elección interna que, a fin de elegir autoridades partidarias, debían realizar en junio. Así es como seguirá, por tiempo indeterminado, la conducción que, en nombre del castillismo, ejerce el diputado Alejandro Páez. Lo que no puede soslayarse, sin embargo, es que los popes partidarios, antes de la aparición del virus, ya venían pergeñando la forma de seguir abrazando la herramienta por la cual se eligen las candidaturas electivas y que, como es de público conocimiento, se reparten siempre en el grupo selecto que responde al senador nacional Castillo, con algunas migajas para eventuales adherentes. Si hubieran optado por honrar la democracia interna, antes del 20 de marzo (inicio de la cuarentena obligatoria en el país), frente al inminente vencimiento de los mandatos (2 de junio), habrían llamado a la convención para fijar la fecha de elecciones. La realidad objetiva, por los antecedentes de los últimos 30 años, es que pensaban convocar “en tiempo de descuento” para que nadie pueda armar lista. Viejo y gastado libreto de un partido en decadencia institucional. Por supuesto, a este diario le corresponde aclarar los detalles finos de la política. La mayoría opta por la información laxa, aun a sabiendas de lo que se viene detrás de la aparentemente inocente suspensión “por razones de fuerza mayor”.

 

 La jugada evidente de la suspensión, amparada esta vez por el coronavirus, tiene que ver claramente con Oscar Castillo. Al hombre, después de 35 años de vivir del Estado, le toca renovar su mandato de senador nacional dentro de 16 meses. Para ello necesita “rienda corta” con el partido y, despaciosamente, va ir moviendo las fichas para alcanzar el jaque mate que persigue. Esta vez, irónicamente, podría tener como colaborador a quien destruyó en 2018 impidiéndole tomar parte de la batalla partidaria: Eduardo Brizuela del Moral. También él, aunque tenga casi 75 años, podría pretender volver a ser elegido tras completar el mandato de diputado nacional. Para los ilusos que esperan el milagro de recuperar la mística radical, con anticipación, le advertimos cómo viene la mano. Si no operan desde ahora, que los hechos consumados no los sorprendan y salgan a denunciar la “tiranía castillista”. No hay tirano que valga si desaparecen los sometidos.

 

 La marcha organizada esta semana contra el proyecto de reforma del Estado, dejó en evidencia el quiebre de las propias fuerzas sindicales, ya que la protesta de la Intersindical encontró menos rechazo del gobierno que de las propias estructuras gremiales. Leonardo Burgos, histórico dirigente sanitarista de ATSA que, junto a Roberto González, preside la CGT y Claudia Espeche, de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), fueron algunas de las voces que criticaron abiertamente la manifestación. Cuestionaron la medida como inoportuna en momentos en que las vías de diálogo están vigentes, y sugirieron que se buscan posicionamientos personales de dirigentes más que la real defensa de los trabajadores. Acusaron también a los motorizadores de la marcha de generar una auténtica psicosis en los trabajadores, sobre todo del interior provincial, cuando todavía no conocen los pormenores del proyecto, al tiempo que observaron la falta de propuestas de sus colegas sindicalistas. Y también se preguntaron por la presencia de gremios municipales en el marco de un proyecto que afecta esencialmente a la Administración provincial. Como suele ocurrir, detrás de la movida y sus consecuentes reacciones, hay motivos no siempre vinculados con la representación de los empleados, y mucho de pulseada política se advierte en la jugada de los gremios.

 

 Días pasados, tomada de facebook, publicamos una carta del médico Alberto Cerda Espósito, integrante de una tradicional familia de nuestro medio. Expresaba su visión de los médicos cubanos en comparación a los connacionales. Según esa óptica, los caribeños tienen una formación que está basada en la medicina social que, lejos de pensar en el dinero, los convierte en servidores públicos y comunitarios en un país donde la salud es derecho adquirido con rango constitucional. Aclara, asimismo, que cientos de argentinos se recibieron en la Escuela Latinoamericana de Salud de La Habana y compara a los profesionales de uno y otro lado. “Los libros son una cosa muy linda, pero in situ, mamando la realidad, compartiéndola y transformándola, juntos a sus habitantes, la cosa es muy distinta. Esa es la gran diferencia que tienen con nosotros”, señala, y agrega “América Central está plagada de médicos cubanos combatiendo las pestes que genera la pobreza”. Por lo que dice Cerda Espósito y por mucho más, duelen las palabras de un político argentino como Miguel Angel Pichetto cuando trata a los galenos cubanos con tono despectivo y, para dar lugar a los argentinos, a los que considera mejor preparados, pide que se los corra de Argentina. Más allá del exabrupto de alguien que fue legislador de la Nación por más de dos décadas, queda claro que no tiene idea cómo funciona la medicina argentina. Los médicos locales quieren trabajar en las grandes ciudades y bien cerca de su casa, con el mayor confort posible. Ir tierra adentro, a las comunidades originarias o los lugares donde se enseñorea la pobreza, para la inmensa mayoría, es mala palabra. Esta situación se vive de cerca en Catamarca, donde las carencias de la salud, en el interior, llegan a ser dramáticas. Claro que si las autoridades destinan allí a un médico extranjero, inmediatamente, se levantan las voces de protesta de las entidades que acogen a los médicos. Una lógica casi perversa, como la del “perro del hortelano”.

 

 La situación económica, agravada por el parate de más de 60 días de cuarentena, tanto como la crisis sanitaria, es gravísima. Lo es principalmente para las familias que, en altísimos porcentajes, están endeudadas hasta la coronilla. Sea por las cargas y retrasos en el pago de las tarjetas de crédito o por la usura más espuria, que se práctica de diversas formas. Como lo dijera el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, hasta las casas comerciales que otorgan bienes a crédito, electrodomésticos por ejemplo, convierten a la financiación en usura lisa y llana. Salir de este pozo cuando termine la pandemia, como lo señalan los más dispares analistas económicos, costará años de privaciones. Y, hay que aclararlo, la debacle no vino con la pandemia. Los problemas tienen raíces en el pasado, tal cual lo apunta el columnista Santiago Fioriti, nada más y nada menos que en Clarín. En ese sentido, podemos leer lo siguiente: “Alberto Fernández asumió con indicadores económicos que venían en caída desde la época de Cristina Kirchner, pero que se agravaron con la gestión de Mauricio Macri”. A su vez, son más que elocuentes los dichos del expresidente cuando, ante un grupo de amigos, sentenció: “yo les decía (a los funcionarios) paremos con la toma de deuda porque los mercados nos pueden cortar y todo se va a la mierda”. Queda claro, entonces, desde donde proviene la pandemia económica.

 

 Las penurias, salvo excepciones, alcanzan a todos los sectores que integran la cadena de producción y servicios. Resaltan los que se hacen sentir con mayor fuerza, como fue el sector gastronómico, que consiguió le abrieran ayer los restaurantes. Con las arcas vaciadas, claramente, pendía sobre los empleados del sector la Espada de Damocles de los despidos. Algo parecido, pero con variantes, ocurre con la hotelería. La voz cantante la lleva adelante la empresaria Antonieta Cattaruzza de Casas quien entiende que, ahora mismo, la crisis supera a la de 2001 que, como se sabe, era el caos. El anuncio de la reapertura de los hoteles para la presente semana, como lo dice Antonieta y otros propietarios, no convence a todos. Los más importantes, si no se liberan las fronteras para permitir el ingreso de viajantes de toda laya, preferirían seguir como estaban. Abrir y no tener clientes, según el atendible razonamiento, sería incrementar las pérdidas. Otro tanto ocurre con los créditos. Pagarlos en seis meses sin actividad significa cargarse un problema adicional.

 

RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, cerramos los Apuntes con la memoración de acontecimientos ocurridos hace 25 años.
La división Drogas Peligrosas, el 2 de marzo de 1995, realizaba en El Portezuelo operativo sorpresa para detectar el ingreso de estupefacientes a la provincia. Conducía a la Policía provincial en aquel tiempo el comisario Carlos Carabajal y ya era un hecho cotidiano el pasaje de la droga por esa zona.

 También aquel 2 de marzo, el exintendente de la Capital, el actual diputado nacional Eduardo Brizuela del Moral, lanzaba el plan de semaforización del corredor que conforman las avenidas Presidente Castillo, Belgrano e Illia. Cuando han pasado 25 años, todavía no está terminando, aunque hay que considerar que la ciudad creció. Al mismo tiempo, el exgobernador Arnoldo Castillo y el exsecretario de Transporte y Minería de la Nación, Edmundo Soria (el 14 de mayo se consagraría diputado nacional por el peronismo) confirmaban la reactivación del Ferrocarril Belgrano. ¡Otra mentira más de aquella época!

El Esquiú.com
 

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