El Secretario

jueves, 28 de mayo de 2020 01:05
jueves, 28 de mayo de 2020 01:05

Las proyecciones sobre el impacto económico de la pandemia abandonaron su condición de hipótesis para comenzar a convertirse en realidades palpables, aquí y ahora. Como se esperaba, uno de los rubros más afectados es el hotelero-gastronómico y uno de los primeros sitios que cayó por la crisis fue el tradicional “Rincón de Lucho” que, al igual que una pizzería villacubana, pertenece al santiagueño Luis González, un símbolo de la actividad. “Lucho”, nacido en Frías, se radicó en Catamarca allá por 1951, y siendo muy joven puso su primer restaurante en Lavalle, para iniciar una trayectoria que lo mostró al frente de restaurantes en Catamarca y otras provincias. En 1954 abrió una recordada parrilla por Ayacucho al 1.000 y en base a calidad de servicio, buena comida, buenos precios y buena atención, veinte años después se expandió hasta tener cinco restaurantes a la vez, en Defensores del Norte, La Alameda, club Villa Cubas, Sociedad Italiana, Montmartre, La Llave y La Fechoría. Eran años dorados y de escasa o nula carga impositiva, donde “comer afuera” resultaba una costumbre familiar y llegaba a reunir 1.000 comensales en una noche en sus locales. Eran noches de comida y baile, con mucho trabajo para el dueño, pero éxito garantizado de taquilla.
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Más tarde iría cerrando comercios, pero aun así quedaba lugar para alguna nueva aventura, como Los Troncos, que funcionó muy bien en su momento, a comienzos del siglo. Después llegó la crisis, la recesión, las complicaciones, y El Rincón de Lucho, sobre avenida Presidente Castillo, a metros de Acosta Villafañe, quedó como el último gran bastión. Hasta que el Covid-19 y las cuarentenas, lo empujaron a cerrar sus puertas. Una historia tan previsible como dolorosa, que seguramente tendrá más capítulos en otros emprendimientos incapaces de resistir el parate impuesto por la emergencia sanitaria. Lo peor es que los trabajadores del lugar, informales, ni siquiera logran acceder a las ayudas que otorga el Gobierno para las empresas. El temido escenario futuro empieza a mostrar el rostro.

El Esquiú.com
 

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