Corto y preciso. Así fue el discurso del gobernador en la apacible jornada del viernes, conmemorativa del día del trabajador. Acorde con menos de cinco meses de gestión, ratificó posturas que, en los últimos tiempos, vino esbozando. Varias tienen que ver con reformas estructurales referidas al funcionamiento del Estado. Las resumió en el mismo arranque. “Ante esta pandemia, entendemos que la matriz productiva de todas las regiones y la vida cotidiana de la gente va a cambiar para siempre. Por eso debemos sumarnos al nuevo esquema global de producción y comercio. Tengo confianza en que cada crisis debe ser una oportunidad y esta es una gran oportunidad para reformar el Estado y tener un sector público más eficiente que ayude al sector privado a traccionar hacia el crecimiento”. La frase no parece ser cáscara vacía. Ya se perciben hechos concretos, como ser la firma de decretos que tienen que ver con la emergencia económica, los que comenzarían a tratarse en las sesiones ordinarias que se pusieron en marcha hace 48 horas. Sabemos que habrá jaleo en torno al tema, pero la decisión está tomada y, conforme lo expresó en su discurso el propio gobernador, “hay acuerdo con los legisladores de la oposición”. Las medidas se prolongarían en la revisión del Estatuto del Docente y la movilidad laboral, todo en un marco de austeridad y eficiencia.

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También el discurso incluyó indicios sobre la continuidad de la cuarentena. Si bien es cierto que, en paralelo al relajamiento que ya se observa en la calle, habrá  alguna flexibilización para algunas actividades (abogados, contadores, escribanos, sicólogos, kinesiólogos, nutricionistas, ingenieros, trabajadores de obras privadas o peluquerías), no lo es menos que se establecerán rigurosos protocolos para todas las tareas. “Quiero enfatizar –anunció Jalil- que el aislamiento preventivo no ha terminado ni hemos ganado nada, más que tiempo para prepararnos. La salida de este aislamiento requiere una nueva mentalidad cultural y social”. Completó su voluntad de mantener los controles de esta manera: “No podemos arriesgar la salud de los catamarqueños y tampoco vamos a dudar en dar marcha atrás con las medidas restrictivas si es necesario”.

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La situación en los municipios es compleja. Allí confluyen necesidades presupuestarias por la caída de la recaudación y sobredimensionamiento de empleados, lo cual oscurece el futuro porque no hay posibilidades de incrementar los haberes y, más que eso, en cualquier momento puede llegarse a la necesidad de producir rebajas. Sin los aportes de antaño, como el fondo sojero o regalías de libre disponibilidad, en varios municipios el comportamiento de algunos intendentes ayuda para recrear un panorama de confusión. Los casos de Polti en Recreo, de Guaraz en Santa Rosa o del concejal Hauy en Huillapima fueron patéticos. Tuvieron que intervenir la Justicia y los concejos deliberante, cuya actuación dejó mucho que desear. En los tres casos, los concejales hicieron la de Poncio Pilatos en orden “a lavarse las manos”. Hacemos la aclaración que hubo excepciones, como el del edil radical que pidió que Hauy, por romper la cuarentena y haber sido detenido en alto estado de ebriedad, recibiera un castigo ejemplar.

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Otro Concejo Deliberante que despierta alarmas es el de Valle Viejo. Hay concejales allí que, más que opositores, parecen  enemigos declarados de la intendenta, Susana Zenteno. Varios de los proyectos de ésta fueron rechazados in límine sin siquiera ser considerados, cuando es público y notorio que son iniciativas orientadas a poner orden donde hay demasiado desorden. Es más. Estamos seguros, porque se conocen los números de la intendencia, que se trata del departamento que más demanda una Ordenanza de emergencia económica. Sin embargo, por lo que se aprecia, Zenteno deberá esperar hasta el año 2021 para tratar de cambiar, mediante la elección de medio término, la composición del cuerpo de concejales, cuya mayoría, paradójicamente, responde al exintendente Gustavo “El Gallo” Jalile cuando éste ya no está. Y aquí no valen los eufemismos: concejales como Javier Espinoza –hijastro del ministro de la Corte de Justicia, José “Pepe” Cáceres- no se bancan que el timón chacarero haya cambiado de dueño.

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Como lo anunciamos en forma exclusiva –no es ningún mérito porque los otros medios hacen de escudo de su persona política-, el senador Oscar Castillo presentó un proyecto para que el gobierno nacional inste a rehabilitar las carreras de caballo que se llevan a cabo en los suntuosos hipódromos de Palermo, San Isidro o La Plata, no en las cuadreras de Pozo El Mistol, San Antonio de La Paz o Antapoca. Por cierto, la iniciativa no tiene absolutamente nada que ver con Catamarca y, por lo que se lee en las redes sociales, la cosa tiene más olor a negociado que a convicciones de una persona que no conoce ni el ABC turfístico. Si en los fundamentos de su proyecto aseveró que la actividad es un “esparcimiento familiar”, cuando en realidad los apostadores se juegan la vida y la de sus familias –con hijos y todo lo demás- para que los “zares del juego” embolsen fortunas incalculables, el legislador está delatando ignorancia supina. Tal vez por ello y por tratarse de circunstancias que nada tienen que ver con la provincia que lo hizo cuatro veces senador nacional, no recibió el apoyo ni del más fanático de sus adláteres y chupamedias. Ni siquiera El Ancasti, que lo acusó durante toda una década de las peores tropelías y, un buen día, pasó a custodiarlo con celos de patovica, se animó a valorar su proyecto, pero, hay que decirlo, le hizo un favor inmenso: no informó del proyecto. El Esquiú que, le toque a quien le toque, publica todo, fue quien lo dio a luz y planteó las dudas que genera que un legislador de Catamarca tenga tanta preocupación por cuestiones netamente porteñas.

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Después de largos meses de silencio y mucha tristeza, por el triunfo del kirchnerismo, reapareció la semana pasada en la escena mediática el líder gastronómico, Luis Barrionuevo. Como siempre lo hace, conteste con las posiciones del Grupo Clarín, declaró a radio Mitre que “la pandemia es el Estado, un estado fantasioso, donde hay 8 millones de boludos que trabajamos en la actividad privada, tributamos, pagamos y sostenemos al resto. Esto no va más”. Pronosticó, además, que “después de las suspensiones vienen los despidos” y se metió de lleno en el debate sobre las prisiones domiciliarias. En esa dirección, le volvió a saltar su acendrado antikirchnerismo: “Discutimos si salen los presos o no salen.  Cómo los presos no van a querer salir si salieron los que se robaron medio país. Con ese argumento natural te hacen el quilombo”. Guste o no guste, “un Barrionuevo auténtico”. Solamente nos llama la atención la referencia a que “hay 8 millones de boludos que trabajamos…”. ¿Trabajamos? Buehhh. Nos parece que confundió la primera persona del pretérito perfecto con la tercera plural del presente.

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Ahora que se vienen definiciones por el tema de la deuda externa –Argentina está al borde del default- rescatamos una económica que, entre sus comentarios, estampó el bien informado diario centro-liberal “El Cronista Comercial”. Como se sabe, en junio de 2017, por decisión de Luis Caputo, el expresidente del Banco Central, el país tomó un pequeño crédito con la banca privada a cien años de plazo. ¡O sea hasta 2117! En el artículo, el antecesor de Caputo, Federico Sturzenegger, afirma que una de las cláusulas indica que si Argentina quisiera recuperar el bono en un solo pago, tendría que pagar intereses por los cien años de plazo, lo que en la actualidad representaría unos 10.000 millones de dólares. ¡Cómo no nos vamos a fundir con este tipo de arreglos!

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RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, memoramos acontecimientos de hace 25 años en los últimos bloques.
Como ocurrió el viernes con la Asamblea Legislativa, el 1 de mayo de 1995 se realizaba un acto similar en el Cine Catamarca. El gobernador era Arnoldo Castillo y a la hora de ofrecer su discurso para abrir el período de sesiones ordinarias, el hecho saliente resultó ser la ausencia de la oposición política. Según relataron en su momento los representantes peronistas, se repudiaba de esta manera al gobernador que, poco tiempo atrás, los había tratado como “perrada”, algo así como un conjunto de perros. Vale la pena recordar que se estaba en plena campaña electoral y quedaban apenas trece días para las elecciones provinciales y nacionales.

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El 28 de febrero de aquel año, durante la elección de autoridades del Concejo Deliberante de la Capital, resultaba reelecto presidente del cuerpo el reconocido dirigente radical Ernesto “Barón” Acuña. Los “celestes” o castillistas, habían propuesto a Arnaldo del Pino, quien finalmente era elegido vicepresidente primero del cuerpo. El cargo de vicepresidente segundo fue para el peronista Domingo Formoso.

En la misma fecha, en el Congreso de la Nación, daba el discurso de apertura el Jefe de Estado, Carlos Saúl Menem. Prometía esta vez un plan quinquenal para el que se preveía una inversión de 87.600 millones de dólares en bienes y servicios públicos. La medida, solamente en el final del acto, fue recibida con tibios aplausos.

El Esquiú