El Secretario
Aunque recién comenzamos a transitar el mes de mayo, puede afirmarse ya que la educación atraviesa el peor año de la historia, pese a los esfuerzos de las autoridades del área en todo el país, que hacen lo imposible por generar actividades por vías alternativas como medios digitales, cuadernillos, videollamadas y otros mecanismos disponibles. Se trata sin duda de uno de los grandes impactos de la pandemia y sus consecuentes restricciones, no tan dramático por estos días porque la mayoría de los padres tienen a sus hijos –niños, adolescentes o jóvenes- en la seguridad del hogar; pero sus efectos se verán a mediano plazo, con tanta nitidez como los daños económicos, laborales, psicológicos y emocionales derivados del extenso período de aislamiento social, preventivo y obligatorio.
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Está muy claro que esta realidad no es culpa de funcionarios, directivos ni docentes, quienes podrán encarar la situación con mayor o menor destreza, pero son definitivamente ajenos a la crudeza del escenario sobre el cual deben desempeñarse. Pensar en el desarrollo del complejo proceso de enseñanza y aprendizaje con los establecimientos educativos cerrados –podrían reabrirse en agosto- en todos los niveles, es casi una utopía. Enviar deberes para completar es tan distinto a enseñar, una y otra actividad son cosas distintas. Es una coreografía burocrática y despersonalizada de llenar formularios y tareas, en las cuales el alumno se encuentra virtualmente solo, con oportunidades ínfimas de progreso.
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En Catamarca, lo señaló con mucha honestidad el ministro Francisco Gordillo, quien recordó en declaraciones periodísticas que todos los docentes argentinos están esencialmente formados para la educación presencial y descubrieron en este gigantesco imprevisto, falencias en todos los métodos utilizados. Lo hecho hasta aquí no son más que débiles intentos por mantener cierta actividad, que ni siquiera permiten hablar seriamente de ítems como avance curricular o calidad educativa. Utilizar este parate como oportunidad de revisar el Estatuto Docente es una buena decisión y es un hecho de que el análisis del panorama actual tendrá un rol protagónico en los debates.
El Esquiú