33 de mano

Que la tontería no sea otra maldita cuarentena

martes, 9 de junio de 2020 00:57
martes, 9 de junio de 2020 00:57

¿Quiénes hacen monerías? Los monos, claro. ¿Quiénes hacen genialidades? Los genios, por supuesto. ¿Y quiénes hacen tonterías? Los tontos, se supone. El domingo 31 de mayo, en este mismo diario y en el espacio conocido como “Cara a cara”, el ministro de Gobierno de la Provincia, Jorge Manuel Moreno, dejó algunas frases para tener en cuenta. Habló de “la necesaria solidaridad”; de “la justa igualdad de oportunidades”; del imprescindible “despojarnos de algunos egoísmos”; del urgente “pensar en el bien común”; del impostergable “protegernos entre nosotros” y de ese abuso conocido como “los privilegios de los políticos”. Lo dice uno de los principales referentes de la actual gestión gubernamental local. Ahora bien. Suponemos. Imaginamos. Se nos ocurre pensar. Queremos creer que la oposición política en Catamarca habrá tomado debida nota de las expresiones del ministro político del elenco que conduce Raúl Jalil. Y que, también, confiamos, lo habrá hecho desde una mirada superadora y no desde el pozo de la decadencia. Porque todos los catamarqueños aspiramos a que haya más solidaridad entre nosotros, una de las más claras enseñanzas que nos está dejando esta maldita pandemia. Pero una solidaridad enorme que se prolongue y se sostenga en el tiempo, no únicamente cuando el grito del hambre que castiga a un hermano llega a nuestro conocimiento. Porque una “justa igualdad de oportunidades” nos haría más dignos y achicaría ese horrible abismo existente entre los que menos tienen y los que obscenamente hacen gala de sus putos bienes. Porque eso de “despojarnos de nuestros egoísmos” es algo urgente; para ayer. El codo a codo nos tiene que encontrar siempre: antes, durante y después de cualquier fastidiosa cuarentena. Porque pensar “en el bien común” debe ser el trabajo cotidiano de cualquier político que se precie de tal. Hablamos de políticos serios, honestos, responsables e idóneos. Los “otros”, abstenerse. O mejor: que se vayan a la misma… ¡juera perros!


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Porque si alguien nos dice que llegó el momento de “protegernos entre nosotros”, es el preciso instante de tomarle la palabra y decirle: “dale, lo hagamos”. Sin distinción de banderías políticas. Sin grietas. Sin odio ni rencores. Son muchos los comprovincianos que están sufriendo hambre, frío y abandono. Y protegerlos, entre todos, es el gran desafío. Que cada sector siga defendiendo sus ideales partidarios; aquí no se trata de arribar banderas partidarias ni nada por el estilo. Se trata simplemente de elevar la puntería desde la actividad política. ¿Tanto cuesta? Porque cuando escuchamos de un ministro político que es justo que “los políticos tengan menos privilegios”, de inmediato razonamos: si lo dice alguien que está en el poder, tiene las mejores intenciones en una cuestión (los indignos privilegios) que genera categórico rechazo en toda la ciudadanía. ¿Alguien escuchó pronunciarse a la oposición? Silencio y más silencio. ¿Acaso tienen miedo de perder los privilegios los “eternos reelectos” del dueño del partido radical? Se sabe: entre nosotros, ya se hizo (una mala) costumbre aquello de “si ganamos celebramos y si perdemos festejamos igual”. Estamos convencidos de que en Catamarca los buenos políticos son los menos. Pero los hay. Son mayoría, lamentablemente, los mediocres, los ineptos, los vagos y los que ganan inmerecidamente suculentos sueldos. Hacemos votos para que los mejores de la política –sin distinción de género- redoblen sus esfuerzos y sumen a su pequeño ejército a los que quieran hacer algo por Catamarca y los catamarqueños. Especialmente por los pobres, no se olviden. Si es preciso dejar de lado a los legisladores –especialmente diputados- que semana a semana protagonizan grotescos duelos mediáticos, déjenlos. No sirven para nada. Llegaron a ese cargo por casualidad, por obsecuentes o portación de apellido. Si algún miércoles pasa por nuestra Legislatura y escucha gritar: “¡Señorita Cecilia, un diputado suyo me está peleando, me sacó la lengua!”, no se sorprenda. Forma parte de la rutina legislativa. No quedan dudas quiénes hacen las tonterías, a esta altura.

Kelo Molas
 

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