A Telón Abierto

viernes, 17 de julio de 2020 01:10
viernes, 17 de julio de 2020 01:10

Cuánta razón tiene Jorge Avellaneda cuando dice “la quietud de estos días resulta oportuna” para recordar cosas. En el caso del abogado-cantor, esta prolongada cuarentena lo encontró  buceando en el baúl de los recuerdos y se encontró con una obra musical que lo tiene como protagonista y que fuera grabada hace unos 15 años. El disco se llama  “Espiga de amor” y está dedicado a la memoria de su señora madre, doña Raquel Alejandrina. La identificación de la grabación responde al tema homónimo (de Gallardo-Toro y Solana) “y que siempre le canté a mamá”, evoca a pura nostalgia y sentimiento el reconocido profesional del Derecho que por este tiempo se resiste a convivir con la jubilación. Enterados del hecho y  a modo de seguir sosteniendo lo que dimos en llamar en esta columna, “Para que no nos gane el olvido”, accedió generosamente a contarnos que “la portada del CD es una pintura de mi hija Mili”, dicho esto con indisimulado orgullo. Dice además que “el prólogo es de mi comadre María Elena Barrionuevo, excelsa poeta catamarqueña”, para referirse a la autora de numerosos temas que alcanzaron notoria popularidad. En una parte del escrito, escribe la pluma de María Elena: “Jorge Avellaneda, cantor de este canto manso, podrá sentirse dueño de estas palabras con la entrega de su `Espiga de amor`, ya que la intención celebratoria, evocativa y de ofrenda con que el canto nació en el hombre, es la que maduró en su `espiga`. Nos convoca con él a un ritual de luna llena, a fogón con lumbre y regresos, donde se enciende la osadía de la magia”.
 
  Recuerda Avellaneda que tiene el acompañamiento “de lujo en la guitarra de Popy Arréguez” y que la grabación fue hecha en el estudio Rayma Music, de Raúl Perdiguero  Samaja. Con el respaldo de ese “sentido de pertenencia”, contó que “los primeros discos fueron a las manos de mis hijos Mili, Arnaldo y Ale,” que estaban estudiando en Córdoba, con una dedicación especial: “con un amor incondicional y sin límites”. Además, hizo mención a que “tuve la dicha de compartir algunos temas con mi hermano Carlos y mis cuñados –también hermanos- Carlos y Luis Bazán”. Son 18 los temas que componen el disco: Espiga de amor, Canción del peón golondrina, Chiquilín, Crepuscular,  Muchacha en otoño, Luna de Córdoba, Vuelvo a ti Catamarca, Salavina, Lavanderas de Río Chico, La pasto verde, El árbol, Zamba del domingo, La bandeña, Rosa de los vientos, La desigual batalla, No te puedo olvidar, El paraíso escondido y Zambita de los pobres.

  El próximo lunes se celebra el Día del Amigo. Y está bien dicho celebrar, porque una amistad es un festejo que se lleva muy adentro, sin fechas en el calendario. En esta oportunidad, por razones obvias, estarán ausentes el abrazo interminable, el beso cariñoso o el apretón de manos cálido. Tal vez nos conformemos con el simple pero profundo “feliz día” a través del teléfono. Y algún nudo en la garganta se quedará a punto de estallar cuando se recuerde a los amigos que ya no están…pero que siempre están. Muchos de ellos fueron protagonistas de esta columna: Laurita Herrera, Choly Vergara, María Fernanda Cauterucci, el irrepetible Jorge “El Negro” Herrera, Pipo Ávila, Marcos Ibáñez, Carlitos Brizuela, Carlitos Martínez, Dardo Chanampa, Lulo Nieto, Luis Oscar Aisa, Atuto Mercau Soria, Carlos Acevedo, el Negro Luis Roberto Cipolletti, Oscar “Piriqui” Pérez, Roberto Ibáñez, el cura Jorge Atilio Lozano, Luisito Segura,  Julito Quiroga, el Negro Vergara y tantos otros amigos que quedaron en el camino. Seguramente faltan muchos nombres de gente querida y recordada y nos apresuramos en pedir las disculpas del caso por el circunstancial olvido, pero vaya en los nombrados el recuerdo afectuoso de tantos momentos compartidos, inolvidables. Algunos de esa nómina quedarán grabados en la memoria para siempre: son aquellos  que protagonizaron los miércoles “de salamanca” en la casa del Dr. Elvio Parache –médico, músico y verdadero arquitecto en cuestiones de amistad, para mayores datos-, donde el vino amigo bailaba al compás de guitarras que aún parecen estar sonando. Porque queda escrito: el lunes volveremos a decir: feliz día amigos que ya no están, pero  que siguen estando. 
 

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