A Telón abierto

viernes, 28 de agosto de 2020 00:41
viernes, 28 de agosto de 2020 00:41

Jorge Gómez, artesano, fue categórico en una entrevista: “Anímense a hacer un Poncho sin artesanos y solamente con la parte de espectáculos y verán que el nivel de la fiesta cae notoriamente; en cambio, hagan un Poncho sólo con la muestra artesanal, sin desfile artístico, y verán que la fiesta resulta todo un éxito”. Antes, había señalado: “No tengo nada contra los cantores ni otros artistas del folclore, pero somos muchos los que hacemos artesanías y nos preguntamos: ¿por qué el artista cobra y los artesanos tenemos que pagar? De esta manera la vieja polémica volvió a cobrar actualidad y desde este espacio vuelve a flamear la bandera que hace décadas levantamos en el sentido que nos parece una verdadera injusticia que los auténticos artesanos catamarqueños, dueños naturales y por derecho propio de la fiesta,  tengan que poner plata para exponer sus productos. Definitivamente injusto. Sea mucho o poco lo que tengan que pagar: eso no está en discusión. Se pone en tela de juicio la ilegitimidad de cobrarles a los anfitriones del encuentro de las vacaciones de invierno. Gómez comparte además  nuestra posición: el mejor artista del Poncho es el artesano. Y repetimos el ejemplo que dimos a conocer en más de una oportunidad. Un artesano exhibe sus obras –algunas magistrales- durante un promedio de 10 horas por día, es decir por lo menos 70 horas en cada edición del Poncho. Durante todo ese tiempo, nuestros artesanos están actuando, están creando, están generando una obra. ¡Y tienen que pagar por esa actuación! Mientras tanto, en el escenario mayor del salón principal, suben algunos llamados artistas de dudosa calidad artística, cantan media hora y se van con los bolsillos llenos de plata. Una muestra cabal de lo que decimos son Los Sacheros y El Chaqueño Palavecino y otros. ¡Estos “consagrados”  sí que deberían pagar para actuar en el Poncho!


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  Cuando decimos que el mejor artista del Poncho es el artesano, lo demuestra el público en cada una de las ediciones del Poncho. Se cuentan por miles y miles entre turistas y locales que recorren cada una de las exposiciones artesanales y que prefieren usar el dinero en comprar una obra artesanal antes que sacar una entrada para ver el espectáculo de la cartelera oficial. No fueron pocas las veces que los salones de exposición estaban colmados de gente y adentro, en el salón donde está el escenario mayor, las sillas vacías eran mucho más que las ocupadas por el público. Apenas un puñado de espectadores acompañaba a figuras contratadas que, dicho sea de paso, muchas de ellas ya cumplieron su ciclo, llegaron a un techo de sus posibilidades por trascender y ganar fama y dinero (que es en definitiva lo que pretenden). Hay excepciones, claro. Pero muy pocas, lamentablemente. A los que dicen que cantan “por amor al folclore”, que vayan y canten en los ranchos y dejen las luces del Poncho para los que tienen herramientas,  talento para triunfar y un mensaje que sea del agrado de la gente. Cantar en el Poncho solamente porque se tiene amigos en la organización o porque forman parte del gobierno de turno, no tiene ningún mérito artístico. No sirve de nada.


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  Volviendo a los artesanos, Mirtha Presas, que ocupó varios años la dirección de Artesanías de Catamarca y llegó a ser directora del Fondo Nacional de las Artesa, es una mujer idónea en el tema y su opinión vale. En diciembre de 2016 le puso firma a este escrito: “Decir que tengo la impresión de que hay una idea loca de `extirpar` al artesanado argentino, desaparecerlo, creo que no me equivoco… ¿todo va derechito al diseño? No sirve la soguería, ni la cerámica, ni la cestería, ni la textilería, ni los muebles campesinos, ni la cuchillería, ni la platería ni la talabartería. Nada sirve. ¿Todo es horrible y antiguo? Todo tiene su diseño (no foráneo desde luego). Argentina es uno de los países con más diversidad de expresiones culturales. ¿No saben que una feria es vida, es trabajo independiente? El artesano sólo pide lugar, no pide otra cosa. Defiendo a muerte los espacios de feria, las capaciones. ¡Aguante el artesanado argentino!”. Desde aquí simplemente decimos: dadle al artesano lo que es del artesano.
 

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